Cuando pienso en libertad: muestra de poetas venezolanos, primera parte

La historia y el presente de un país contenidos en múltiples voces, en la poesía que define fronteras e identidades. La poeta y editora Gladys Mendía ha realizado una selección de poetas venezolanos que presentamos en exclusiva para Revista Esteros.

por Gladys Mendía

Winifer Ravelo (Venezuela)

Atolón

El cuerpo del tiempo revela
fragilidad profunda, destruida en cántico
Aquí se doblega el día. Piélago denso
las gorgonias estructuran piedras de la infancia

Criaturas mudas ardorosas confían en la belleza
Madracis decactis, tu cuerpo musical
herida roca acaricia la planta
poblarás de bosques el secreto de tu isla

¡Antigua Mar, Madre de las épocas!
Desata las formas luminosas de las criaturas que proteges
Mar desnuda engaña a mis cuerpos con tus aguas

Hierbas púrpuras, hierbas negras
dominan el seno furioso de tu anillo imponente
Atolón, danza derramada en la piel de las montañas

De «El insomnio de las plantas»

Winifer Ravelo (Miranda, Venezuela, 1994). En el 2018 emigra a España, lugar actual de residencia, ha realizado un voluntariado con la Fundación Cepaim donde impartió clases de castellano a inmigrantes africanos/as. Ha publicado el poemario «El insomnio de las plantas» (LP5 Editora, 2021)



José Miguel Navas (Venezuela)

Torso Fragmentado

III

la noche ya no es el lugar del silencio sino de todos los ruidos
en ella soy todos los hombres
aparecen dibujados en mi pared los gritos de mi Padre
mi esperanza es la taza de té
mis pies me atan
permanezco perenne a la terquedad
es un falso sol el que me alumbra
aparecen los signos de la paradoja
es el día el silencio más contundente de mi vida
la gente es silencio, me calmo
el ruido está lleno de silencio
le temo al aire, pero más le temo a quien lo respira
llega la noche y con ella el ruido
los hombres aparecen con espadas
hechos de recuerdos
de culpas
parecen muchos padres
intento huir, pero intuyo salidas en falso
esta vez la salida no es la puerta de la casa sino uno mismo

De «Esteban corre» (2020)

José Miguel Navas (Valera, Venezuela, 1992). Poeta y periodista. Ha publicado los libros de poesía «La próxima textura» (2014 y 2019), «La rosa abstracta» (2015), «Fany» (2019, LP5 Editora) y «Esteban corre» (2020, LP5 Editora) y «Morriñas» (2022, LP5 Editora).



Freddy Yance (Venezuela)

Mamá Lola

a Dolores Maldonado (1939-2016) Q. E. P. D.

No tengo dónde sostener la casa. Toda tierra es deleznable, toda tierra se derrumba. Pienso una casa en el aire, una morada abierta por donde transite el viento. En sus grandes agujeros anidarán las palomas. Mi madre llenará los vacíos dejando caer semillas desde su delantal ligero. Habrá latidos de perros y llegarán las tinieblas mucho después que el silencio. En el umbral de la puerta, mi madre vestida de blanco, recibirá el mensajero.
Textos del desalojo, Antonia Palacios.

He perdido tu voz
como caminar en un bosque
o bajo la lluvia en un día soleado.
Antes habría bastado
ir descalzo en mi memoria
hasta dar con tu patio de arena
con tu casa muy alta, con tu mesa servida.
Hoy solo puedo tantear en el agua
tu lenguaje de páramo, la forma
como devolvías al tiempo su mirada.
No sé si tú
en el mundo que habitas
te acordarás de nosotros
o si al menos, al hablar en la luz
tus palabras
te dirán quién fuiste.
Yo, he perdido tu voz,
mas, tu silencio, lo conservo intacto
como un paraíso
del que jamás dudaste.

De «San Francisco, 1989»

Freddy Yance (Maracaibo, Venezuela, 1996). Ganador del tercer lugar en el 1 Festival de poesía del Zulia Cuento con vos, Poesía. Ganador del segundo lugar en el 19 Concurso Nacional de Poesía Joven Lydda Franco Farías con El mar y la montaña. Ha publicado «Incienso de jazmín» (LP5 Editora, 2019).



Diana Moncada (Venezuela)

muerto el cuadro libera su retina
suave
sobre los montes que crecen
la justa mecánica se estira
cobra sentido el hecho
de que los principios sean siempre
solos y de muchos
la línea percibe el acto y todo deletrea el cuadro
el segundo día fue un ovillo
anudar y desanudar la singular caída
toca muda
impura biología de rectas dimensiones
las cosas humanas no se hicieron para quebrar su anillo
díscolo el bisonte
arriba no hubo noche más blanca

Inédito

Diana Moncada (Caracas, Venezuela, 1989). Poeta y periodista. Autora de los poemarios «Cuerpo crepuscular», ganador del Concurso de Autores Inéditos de Monte Ávila en el 2013, y de «objeto distante» (1 vez editores, 2022). Es colaboradora de la Revista Poesía de la Universidad de Carabobo. Actualmente reside en la ciudad de Lima, Perú.



Rogelio Aguirre (Venezuela)

El Samán

La noche es quieta cuando me tocan las ramas,
las flores, el rocío bajo el gran árbol de la iglesia,
se me ofrece blanca, reunida cada hebra
como si fuese a parir.
La noche se acaba, tranquila como leña,
como ascuas en la sangrienta mañana.
La noche es esbelta como el hombre.
Sus botas son barro en la alfombra
y se acerca, erguido
cuando me creo frágil
y veo
oscuridad; mejor dicho
unos ojos bajo el samán podrido
me vigilan, me esperan, me angustian.
Soy la iglesia y un ojo morado,
soy mi marido pisando los adoquines
como si de hembras se tratara.
Soy las flores, las piedras, las matas secas del hogar,
la quebradiza pintura ensombrecida por un coloso,
hierro, óxido, un pálpito de sangre que se parece a mí.
Sopla, caen los brazos del viejo árbol,
nada perdura, la iglesia será una escuela en ruinas,
la plaza será ebria, buhonera casa a donde voy a dormir.

De «El libro de la muriente»

Rogelio Aguirre (San Cristóbal, Venezuela, 1997). Es autor de «La Catorce» (2020, La Casa Andrógina) y «El libro de la muriente» (LP5 Editora, 2020). Ha sido incluido en las antologías «Amanecimos sobre la palabra» (2017) y «II Antología de poesía joven Rafael Cadenas» (2018).



Jesús Montoya (Venezuela)

oruga

fôlego pluri-
alveolar           resolana de arco
el tramo viene a centellar

cabe allí la oruga apenas de oído
centinela en bruto
presentir indeterminado
dicho del ensayo futuro

cabe cuenca
catacumba a la textura
tosca de este menudo
mundo a solas

cabe la oruga           cráneo en la carne
la huella debajo
de la cresta melliza de otros gallos
sus patas aglutinando granos
pajarracos para anidar al cocotero

cuando menos lo esperes
te cantonearán
te tragarán todo lo oscuro

te nacerán

cabe la oruga en perla ocular
tan trascendental
como serte en horas minúsculas
dadas a la obra

cabe la oruga
encaja
cabriola
cadente
de poeta           despabilada

cabe boba
bóveda vacía la alegría
de una garza plantada
al paisaje

cabe en cada espina
de la ceiba         su abdomen en óvulos
espuma bamboleante
camaleón castaño
hasta el bambú

emperadora del recién
árbol vasto

Inédito

Jesús Montoya (Tovar, Venezuela, 1993). Poeta, traductor y ensayista. Doctorando en Estudios Literarios en la Universidad Federal de São Carlos.



Pedro Varguillas (Venezuela)

III

Marea Marea Marea Marea Marea
subo las olas más altas en el pico de un pelícano borracho
arriba a los peces le nacen patas y se olvidan de los corales
un grito de serpiente te come los oídos
una gaviota trasnochada rumea un verbo oscuro
las turbinas de los aviones escupen nubes malditas
arriba el vértigo es un miedo de hormigas
un presentimiento fracasado
una voz diciendo no no no no no no no
arriba la ola es un torpedo en las patas de un tigre
en la leche de una vaca atormentada de tanta mano entre las ubres
arriba los relámpagos anuncian este encuentro
grito que le vuela los ojos a los hombres
luz que penetra el temblor de la tierra
arriba los bagres amarran las estrellas a sus bigotes
la luna pare muchachitos huérfanos con un ojo bizco
Arriba eres un círculo de vida entre mis manos

De «Marea»

Pedro Varguillas (Maracay, Venezuela, 1988). Poeta, escritor e investigador. Licenciado en Letras por la Universidad de Los Andes y actualmente candidato a doctor por el Departamento de Español y Portugués de Northwestern University. «Marea» es su primer libro de poesía publicado (LP5 Editora, 2020).



Ivana Aponte (Venezuela)

El violinista del fin del mundo

El violín baila con un impermeable amarillo
frente a glaciares que rasguñan millones de años
danzan en el fin del mundo
donde ráfagas invernales devoran barcos

Doble cuerdas evocan espíritus del norte
resistencias y lamentos
mas también hay dulces trinos
que cantan el más tierno de los afectos

Ante el mar y las gaviotas
toca su violín mi amado
que su canción sea larga
como sol patagónico en verano

De «Afectos»

Ivana Aponte (Caracas, Venezuela, 1990). Licenciada en Letras de la Universidad Católica Andrés Bello. Estudiante de Magíster en Literatura en la Universidad de Chile. Ha participado en la antología: «Orquídeas voces. Muestra de poesía venezolana contemporánea» (Fundación Pablo Neruda, 2021). Ha publicado su libro «Afectos» (LP5 Editora, 2022).



Liwin Acosta (Venezuela)

dulce zamuro dulce zamuro que roza el cuerpo del aire
caricia mutua e invisible sucede
materia sensible el zamuro
que llora sobre un cielo gris
de plomo se llenan sus alas
resiste el zamuro y padece
la injuria de un sueño oscuro que narra
el despecho de la flor que nace entre las piernas de sus presas
y muere en las de él
el zamuro y sus garras penetran la cavidad derramada
se mueven dentro
firmando en mucosas el principio de un duelo
van y vienen
los otros zamuros furiosos
el dulce zamuro hace piruetas en lo blanco y en lo azul
se sabe de humo y revolotea
no tiembla ni se confunde
marca una danza
hipnosis bendita de giros y vueltas seducen
los otros zamuros revientan de odio
lo atacan
el dulce zamuro es un ángel que no se defiende
se deja morir
un zamuro también se vuelve carroña
sus presas lo lloran
el cielo es un lienzo aburrido
los otros zamuros se quedan hambrientos
las presas se marchan
el dulce zamuro se ha vuelto un fantasma

De «arde Plegaria»

Liwin Acosta (Coro, Venezuela, 1990). Escritor. Es Licenciado en Educación mención Lengua, Literatura y Latín por la UNEFM (Coro). Ha publicado una plaquette con la editorial Palíndromus titulada «El hogar de las cenizas» y el PDF descargable «arde Plegaria» (LP5 Editora, 2020).



Andrea Sofía Crespo Madrid (Venezuela)

Desconfianzas

me siento a la mesa y escribo
con este poema no harás la revolución
no dormirás el hambre
con estos versos no dejarás de ser extranjera
no vivirás el tiempo de a sorbos
ni despertarás a la fecha en el pasaporte
con este poema no desmentirás la revolución
ni alcanzarás la palabra inocente
con estos versos no podrás despedirte de nadie
ni besar a tu madre
no tendrás asilo en la nostalgia
no conjugarás presencia o espera

me siento a la mesa y escribo

De «Ayes del destierro»

Andrea Sofía Crespo Madrid (Valencia, Venezuela, 1995). Traductora y licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca. Ha publicado «Tuétano» (Fundación La Poeteca, 2018), «Tuétano/Marrow» (Ojos de Sol, 2020) en ed. bilingüe y «Ayes del destierro» (Libero, 2021).



Oriette D’Angelo (Venezuela)

VI

  1. Mi psicóloga me dijo que practicara la autocompasión.
  2. Que no fuese tan dura conmigo misma.
  3. Suena Editors.
  4. Ahora casi nunca suena Editors.
  5. No me gustó el último libro que leí sobre la situacionpaís.
  6. Quisiera borrar de mi memoria algunas canciones escuchadas por primera vez en los últimos seis meses.
  7. Quisiera escucharlas hoy por primera vez, salvarlas para que no se contaminen.
  8. Rammstein sacó un nuevo video —y nueva música luego de 10 años—.
  9. Hace un año trabajaba incansablemente con mi profesor favorito.
  10. Gracias, Paul Booth.
  11. Hace un año vine a Iowa City a buscar una casa.
  12. Encontré casa y amigos.
  13. “And we built the walls to keep us out of sight/ My memory’s playing tricks and games”.
  14. Sigo esperando la respuesta al e-mail enviado el 7 de septiembre.
  15. Pronto será 7 de mayo.
  16. La próxima semana estrenan una nueva adaptación de Pet Sematary.
  17. A veces despierto y siento que puedo oler el mar.
  18. Intenté no incluir la palabra “todo” en mis poemas. No funcionó.
  19. Gracias, Luis Muñoz.
  20. También, en el taller de poesía, me debatieron el uso de la palabra “fe”.
  21. A los amigos también se les puede tener fe.
  22. No sé si te sigo teniendo fe.
  23. Sé que algún día me arrepentiré de todo este silencio.

De «Pájaro que muerde»

30 de marzo de 2019

Oriette D’Angelo (Caracas, Venezuela, 1990). Cursa el MFA de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Iowa. Su más reciente poemario, «A través del ruido / Through the Noise», será publicado en una edición bilingüe por Scrambler Books. Ha publicado «Pájaro que muerde» (LP5 Editora, 2022)



Mayi Eloisa Martínez (Venezuela)

Solicitud

Avísenle a la NASA que a veces me entreno
Que aquí no tenemos un problema
Que si los platos se apilan
Que si mi mamá se queja de por qué siempre todo ella
Yo llegaré
          en pijama
                    con seriedad
                              a paso lento
Que sabré que es un pequeño paso para mí
pero un gran paso para la estabilidad emocional materna

Que me pondré los guantes rojos
Que abriré la llave del agua
Que tomaré la esponja amarilla
Que la llenaré de líquido verde
Que cinco, cuatro, tres, dos,
Que sumergiré mis manos y sentiré la presión
Que flotaré
Que no concebiré mi cuerpo
Que seré de goma
Que seré astronauta
Avísenle a la NASA, por favor, que no soy una inútil
Avísenle que, al menos, les puedo lavar los platos.

Inédito

Mayi Eloisa Martínez (Caracas, Venezuela 1993)Escritora, traductora y editora. Nació en Venezuela y vive actualmente en Chile. En 2019 ganó el premio Barco de Vapor de SM Chile. Tiene dos libros publicados: «Sujetos» (poesía) y «Apartamento 11» (narrativa).



Raquel Abend Van Dalen (Venezuela)

No me gusta eso
de que la gente esté pensando en mí
reconociendo mi nombre entre todas las mujeres
sin un vientre bendito que dirija al mundo
–el éxito aplasta, hija–
la atención está diluida en la fugacidad
del momento, el instante en que reconozco
ser reconocida y de nuevo olvidada,
así amanezco y voy con náuseas en el tren
incapacitada para dar clases, para comer,
seguir la vida del anónimo,
las manos me sudan y se las muestro a la directora
del Departamento de Lenguas Modernas
para que me mande a la enfermería
y la enfermera me toque, tome mi pulso,
reconozca mi cuerpo,
pronuncie mi nombre en voz alta.

De «Una trinitaria encendida»

Raquel Abend Van Dalen (Caracas, Venezuela, 1989). Magíster en Escritura Creativa en Español por la New York University. Autora en poesía de: «La beata de las locas» (Entropía Ediciones, 2019), «Una trinitaria encendida» (Sudaquia Editores, 2018) y «Sobre las fábricas», (Sudaquia Editores, 2014). En narrativa, «La señora Varsovia» (LP5 Editora, 2020)



Cristina Elena Pardo (Venezuela)

el momento otro de decir frente al espejo de
decirme la palabra que germina la
cavidad el momento otro       una
mujer que espera bajo
tierra el cambio de la luz el
momento otro frente al espejo cuando
una palabra      una palabra      una
palabra nace
del reflejo de la cavidad terrosa de la
mujer otra la imagen o tiempo bulbo
de
decir

De «Mano que espeja»

Cristina Elena Pardo (Caracas, Venezuela, 1993). Es editora, poeta, traductora y fotógrafa. Actualmente es estudiante del programa de doctorado en Latin American, Iberian and Latino Cultures, en The Graduate Center (The City University of New York). «Mano que espeja» (Balduque, España, 2018) es su primer libro publicado.



Aquarela del Sol Padilla (Venezuela)

VIII

Elegía para un olvido

Fui la carne y la sombra. Fui mi parto. Mi llanto. La calma que armé esta mañana frente a un espejo propio. Cultivé la gracia de los soles y le puse fecha a mi muerte. Cargué conmigo paisajes más profundos, andares más sonantes. Escupí sobre la tumba de los ejecutantes, sobre la tierra compartida. Huí y cambié de cuerpo, me partí a dos mitades con el tiempo. Soñé diseccionada la ruina de mi generación. Amé el ruido con que se pronuncian los nombres. Dejé partir a un hijo por pura convicción y aún lo recuerdo. Así me hice un signo para sobrevivir. Abajo dejé la fe sobre un suelo que no habla, que no cura, que no canta. Tengo memoria, guardo mis muertos en cada mano, en cada estocada de luz.

De «Animal Solar»

Aquarela del Sol Padilla (Caracas, Venezuela, 1988). Estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela. Trabaja como productora, investigadora y guionista. Ha publicado: «Acordes del Mañana» (2005) y «Animal Solar» (LP5 Editora, 2020). Actualmente vive en Alemania.



Julieta Arella (Venezuela)

La noche de las horas (fragmentos del poema)

Lunes, 6:30 a.m.

Me levanto temprano. Pero la luz se fue antes de mí. Trabajar nunca había sido tan difícil. Estoy agotada. Desde hace semanas duermo cuando no hay luz. Despierto cuando ella regresa. Nos han quitado hasta la naturalidad del día y su noche.

Miércoles, 6:00 a.m.

Quitaron la luz temprano, no pude hacer el desayuno. Tampoco hay gas ni agua. Él se fue a buscar comida, ha tardado mucho. Yo me quedé mirándome al espejo. Me pienso siendo otra. Derechita. La panza adentro. Pierdo el tiempo escribiendo tonterías. Me peino. Me maquillo para no salir. Me pongo la ropa de fiesta que nunca uso. Intento quererme. Intento sobrevivir.

Viernes, 4:20 p.m.

Salí de casa a caminar, la luz no regresa y me atormenta que dependa de ella para trabajar. Hay una alegría melancólica en caminar durante mucho tiempo viendo rostros. Demonios, ninfas. De andar como la que siempre calla. La sanguijuela maldita, que no puede apartar de usted el corazón. Hay una alegría natural en estar sola. En escucharse los pensamientos a falta de papel, torturarse en la angustia. En el mismo dilema. Sin dinero y sin labios. Como loca. Llegar a casa y bañarse con agua fría, llorar en la ducha y acurrucarse en el suelo. Masturbarse en el corazón de la tarde. Y recordar hasta dónde hemos sido felices, hasta donde la amada se salía del cuerpo como luz. Debemos recordar. Otro olvido puede que sea la muerte.

Domingo, 11:11 p.m.

La luz se fue y no regresó más.

De «Galaiteca»

Julieta Arella (Caracas, Venezuela, 1990). Licenciada en Letras mención Historia del Arte por la Universidad de Los Andes. Forma parte de las antologías «IX Festival Mundial de Poesía» (Ediciones Fundecem, 2012), Ha publicado «Galateica» (La Poeteca, 2018).



Sara Viloria (Venezuela)

Yegua tiramierda

Cuando pienso en libertad, Pienso en Isla, mi yegua,
Y pienso en una fotografía de mi abuela, Bellísima a sus 17 años,
De esos días ella recuerda,
Que un hombre la llamó yegua tiramierda.

Y pienso en la libertad como la belleza, Presta a arder, a ser incinerada, Atacada por todos sus fuertes.

Yegua tiramierda,
Es sinónimo de una mujer paciente, Presta a dejarse pasar por el tiempo.

Comparto con las mujeres de mi familia,
La fascinación por no querer comprender el tiempo, Mamá teje, como Penélope,
Con el fin único de esperar,
Mi hermana religiosa mide el tiempo por la experiencia, Mi abuela tiene una eternidad triste en el pecho.

Isla, la yegua, tiene años que no se deja montar,
Nadie pondrá un reloj en el bonito rombo de su frente, Andar una, dos, siete horas,
Con el tiempo de la humanidad tatuado en el entrecejo, Es vivir muriendo.
Domar a la belleza,
Reducir la existencia a pastar pensando en el horizonte, Sin pensar en sí misma,
Con una silla en la espalda,
El cuerpo de un hombre arqueándola bajo su peso, Con un brazo torciéndole el cuello,
Y una sombra ajena, haciendo mas grande su sombra.
La libertad, es un golem que transcribe a capricho, Las palabras que ponen en su boca.

Yegua tiramierda,
Es aceptar ser el blanco de la mierda de otros, Es mi abuela, es mi madre,
Y soy yo, y mis primas, Y es Isla, que es de ella, Que no es mía.

Inédito

Sara Viloria (Maracaibo, Venezuela, 1990). Licenciaada en artes plásticas en la Universidad Centroocidental Lisandro Alvarado. Relaciona su propuesta plástica con escritos propios, sumando el dibujo a la narrativa y la poesía. Ha publicado la plaquette «Ebriedades circunstanciales» (LP5 Editora, 2014).



Maximiliano Sojo (Venezuela)

Movimiento

del movimiento ha nacido el que se queda el que se va el que reza la palabra herida el que la causa
estamos presos afuera adentro
lo que queda amaneció roto
nadie dice el nombre de esta patria sin sonreı́r aunque sea por burla o por mueca
si la huida fuese dura como el retorno serı́amos crustáceos en la concha
en la cueva
el valle fue lo que fue
pero ahora sangra el rojo de sus techos del movimiento nace la ola
la oleada
la muchedumbre cruzando la frontera a pie
tú dijiste que te ibas pero es imposible
el movimiento de las cosas te lo impide
pero se sigue moviendo el apamate con la brisa la guacamaya con sus azules

la bolsa que hace mı́micas al viento
las cortinas de la sala aún tocan los techos cuando llega el ventarrón con la lluvia
el movimiento de las cosas es necesario para que otras cosas se detengan
aunque te quedes o no te quedes.

De «Sueño con no volver»

Maximiliano Sojo (Caracas, Venezuela, 1990). Cursó estudios de docencia en lengua inglesa y francesa en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Ha publicado la plaquette «Sueño con no volver» (LP5 Editora, 2018). Administra el grupo Poetas Venezolanos en Chile (POVECH).



Cristina Gutiérrez Leal (Venezuela)

El primer suicidio es único. Siempre te preguntan si fue un accidente o un firme propósito de morir.
Miyó Vestrini

La primera huida es única
siempre te preguntan cuándo vuelves teniendo en cuenta la distancia repetida algunos toman para sí lejanías más hondas silencios y aporías
Cuando la huida se vuelve tótem costumbre de los tristes
muy pocas son las preguntas ya no importa cuándo vuelves
allá aquí acullá opacidad si vuelves
La primera huida es única
luego absolutamente todo sucumbe al espejismo de lo lejos
y todo es añoranza mimimi todo es saudade blablablá. Queda el hartazgo
la mueca de aquellos que asumen olvido cuando dicen
despedida
infranqueables lenguajes del adiós
la fuerza más minusválida del abrazo. La primera huida es única.

De «La primera huida es única»

Cristina Gutiérrez Leal (Coro, Venezuela, 1988). Ha publicado «Estatua de Sal», que obtuvo el Premio XX Bienal de Literatura José Antonio Ramos Sucre (2015) y la plaquette «La primera huida es única» (LP5 Editora, 2018). En la actualidad realiza estudios doctorales en la Universidad Federal de Río de Janeiro.



Daniel Arella (Venezuela)

PLEGARIA DEL GUERRERO YOGUI

Montaña,
entrégame
tu paciencia de ceniza
como un sable

para arder como fuego alto
detrás
en lo invisible

el cielo de tus manos limpias

de donde sólo bebe
el agua
la desaparición celeste
de estar solo
frente
a la nada simple

Montaña, entrégame
tu paciencia de ceniza
como un sable

sólo eso basta

en la cima sabré arder
junto al espíritu.

De «El Arcángel»

Daniel Arella (Caracas, Venezuela, 1988). Poeta, ensayista y narrador. Ha publicado los libros de poesía: «Al fondo de la transparencia» (Caracas, 2009); «El andrógino ebrio en el Haitón». (Bolivia, 2017); «Anatomía del grito» (Estados Unidos, LP5 Editora, 2020) y «El Arcángel» (Colombia, 2022).



Adalber Salas Hernández (Venezuela)

Laika

Desde la claraboya, el espacio es una piedra
abierta, generosa en soles.
Y la galaxia una vía pálida
que se persigue la cola. Pero
en este punto de la órbita no se deja ver
el perro de Orión, la estrella que parpadea
como si jadeara. Laika mira y
el calor en su cabina se hace insoportable,
como un lazo al cuello, un garrote
invisible. Laika, la representante más digna
de nuestra especie, nuestra última profeta,
arrebatada por una carroza ardiente,
arrojada al cielo para que hable
con la voz que planea sobre los montes
y le devuelva las tablas de la ley
–no, gracias, ya no las necesitamos.
Se sobrecalienta el Sputnik II y Laika
ladra en círculos, sin iluminaciones
de hojalata, sin epifanías voraces;
ladra en nombre de todo su siglo
y del siguiente. Y dios, que no existe
pero siempre presta atención,
la escucha. Allá arriba, la música
de las esferas suena como un
toque de queda, la alarma terca
del despertador del juicio final.
Laika la oye por encima de sus ladridos
cada vez más débiles, mientras
entra disparada al reino de los cielos,
pasando por el ojo de una aguja
sin pupila.

Inédito

Adalber Salas Hernández (Caracas, Venezuela, 1987). Autor de «Salvoconducto» (XXXVI Premio de Poesía Arcipreste de Hita), «La ciencia de las despedidas» (Pre-Textos) y «Nuevas cartas náuticas» (Pre-Textos), y el ensayo «Palabras sin dueño. Variaciones sobre la traducción literaria» (UNAM). Se desempeña como traductor.



Pamela Rahn Sánchez (Venezuela)

La metáfora

Se está enfermo
porque se piensa demasiado
se está enfermo porque la posibilidad
de salir del ahogo
es nimia
entonces una prefiere ahogarse
entibiarse la piel
sentirse débil
esperar el mimo
Se está enfermo
porque las ganas de hacer cosas
están construidas
por la duración del fuego
entre las casas que se derrumban
siempre hay posibilidad de guardar el escombro
o verlo flotar encima del agua
Se está enfermo de pasado
de amigos que fueron aguja
pinchado suave en tu piel
gotitas de sangre
que nunca se van del todo

cada hombre es también un acertijo

Estar enfermo
es siempre querer salvar el fuego
no dejar que se queme
la metáfora.

Del «El radio de pilas y otros poemas»

Pamela Rahn Sánchez (Caracas, Venezuela, 1994). Autora de «Breves poemas para entender la ausencia» (2019, Torremozas, España) ganador del Premio de Poesía Joven Gloria Fuertes, así como de otros libros publicados en Argentina, Ecuador, Guatemala, Colombia y Venezuela. Fue residente del IWP 2022.



Ramón José Colmenares Mendoza (Venezuela)

Rituales domésticos

En la casa de la abuela al fondo
hay un cuarto para los santos

no es un lugar para el descanso
ni un sitio donde jugar al escondite

cada mañana
se encerraba entre imágenes oscuras santitos de yeso
que se despertaban
al murmuro de sus oraciones

al anochecer volvía
quizás a contarle anécdotas
de su vida como mujer en el campo aunque ellos estuvieron ahí ayudándola en todo momento

su mano encendía las velas

como se enciende un fogón
la abuela no conocía otra cosa que el fuego
para protegerse

entre llamas
recitaba sus oraciones

yo prefería algo distinto:
jugar con las cabras del corral o perderme entre las quebradas.
Mi abuelo en cambio, decidió morirse.

Inédito

Ramón José Colmenares Mendoza (Carora, Venezuela, 1992). Mención Honorifica en el I concurso nacional de poesía joven Rafael Cadenas (Venezuela, 2016). Ha sido publicado en «Doce con Doce: Antología de la novísima literatura larense» (Venezuela, 2015); «Anónimos» 2.3 (España, 2015).



María Dayana Fraile (Venezuela)

Misión

Mi hermana me mandó una foto
de su hija montando una llama.
Yo pude tener una hija y llamarla Carolina
en un arrebato meloso.
Yo pude casarme con el héroe de mi generación
en un arrobamiento perpetuo.
Yo pude trabajar en el periódico local.
Pero no lo hice.
Mi misión, ahora,
es pensar cómo mantener esta situación bajo control
porque no lo hice al ideal
sino a la distopía y al delirio futurista
de mi vida entre las palmeras.
Me casé con alguien que simplemente
estaba afuera de la fotografía.
A menudo pienso que fue lo mejor.
Sin embargo, debo mantener mi oscuro lado
de virgen suicida oculto y a salvo.
O quizás deba dejar salir a la doncella de hielo
para que dirija un rebaño de corderos tornasolados.
Solo espero la oscuridad inmutable del espacio.
Espero el beneplácito de las diosas de la primavera.
Un altar de cebada y cereales.
Un horror preciso
porque hasta el horror es hermoso
y psicodélico.
(Se trata de la visión beatífica de las diosas).
Y no de un mal viaje.

De «Medusa decapitada»

María Dayana Fraile (Puerto La Cruz, Venezuela, 1985). Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Su poemario «Ahorcados de tinta» (2019) fue publicado por CAAW. «Medusa decapitada» (LP5 Editora, 2022) es su poemario más reciente.


Gladys Mendía (Venezuela, 1975). Escritora y editora. Sus libros: El tiempo es la herida que gotea (2009); El alcohol de los estados intermedios (2009, 2010, 2020); La silenciosa desesperación del sueño (2010, 2020); La grita (2011, 2020); Inquietantes dislocaciones del pulso (2012, 2014, 2018, 2020); El cantar de los manglares (2018), al inglés The singing of the mangroves (2020) y su versión al francés Le chant des mangroves (2020); L´air (2020) y su versión al italiano: Aria (2020); Souvenirs d´arbres (2020); Telemática (2021); Desde la ventana del sótano (2021); Diario de viaje a Camerún (2021). Ha editado doce colecciones de poesía. Es editora fundadora de la Revista de Literatura y Artes LP5.

Escrito por

Revista cultural y literaria de la Fundación Cultural Esteros.