Cristina Peri Rossi, insumisa y bienvenida

Rebelde actitud, palabras desafiantes, mirada y pensamiento atento. El escritor Rafael Courtoisie nos trae un análisis de la obra de Cristina Peri Rossi, quien recibió el Premio Cervantes en este 2022, un recorrido por los puntos clave de su literatura provocadora.

Por Rafael Courtoisie

Cómplice, insumisa, insurrecta, rebelde, díscola, altiva, provocadora, reflexiva, honda, transgresora, son vocablos de una extensa familia semántica que brinda una aproximación posible y múltiple a la obra de Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941), una obra en la que, más allá de las taxonomías de la industria del libro y de ciertas convenciones literarias, la prosa (ensayos, cuentos, novelas, notas periodísticas y testimonio) no solamente está impregnada —como desde siempre señaló la crítica— de lenguaje y gesto poéticos, sino que se integra en un macro proyecto, en una poiesis originalísima, personal, radical, donde todas las clasificaciones rígidas, todos los géneros al uso, las tipologías habituales, ven erosionadas sus fronteras expresivas para confluir en un ser orgánico distinto.

Es en su poesía donde con rotunda claridad aparece precozmente el vector homo erótico. Su poesía inicia el proceso de vertebrar una cosmovisión del amor y del ser para el amor, a partir de un título que resultó escandaloso en su Montevideo natal: Evohé (1971). Pero es la sucesión de títulos narrativos, cuentos y novelas, la que le permite trazar en más de cincuenta años una trama ficcional que alimenta, ilumina, va modificando y depurando una visión del mundo libre y seductora.

Montevideo

Nací en una ciudad triste
de barcos y emigrantes
una ciudad fuera del espacio
suspendida de un malentendido:
un río grande como mar
una llanura desierta como pampa
una pampa gris como cielo.

Nací en una ciudad triste
fuera del mapa
lejana de su continente natural
desplazada del tiempo
como una vieja fotografía
virada al sepia.

Nací en una ciudad triste
de patios con helechos
claraboyas verdes
y el envolvente olor de las glicinas
flores borrachas
flores lilas

Una ciudad
de tangos tristes
viejas prostitutas de dos por cuatro
marineros extraviados
y bares que se llaman City Park.

Y, sin embargo
la quise
con un amor desesperado
la ciudad de los imposibles
de los barcos encallados
de las prostitutas que no cobran
de los mendigos que recitan a Baudelaire.

La ciudad que aparece en mis sueños
accesible y lejana al mismo tiempo
la ciudad de los poetas franceses
y los tenderos polacos
los ebanistas gallegos
y los carniceros italianos

Nací en una ciudad triste
suspendida del tiempo
como un sueño inacabado
que se repite siempre.


Amar

Amar es traducir
—traicionar—.

Nostálgicos para siempre
del paraíso antes de Babel.

Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
Y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.


Peri Rossi seduce

Seducción es el signo clave de esta obra viva que se levanta del texto para incorporar lo gestual, lo actitudinal, las decisiones de una ingeniería creativa lúdica, metafísicamente carnal, más allá de los postulados de la modernidad.

Desde la primera colección de cuentos, Viviendo (1963) y desde su primera novela El libro de mis primos (1969), Peri Rossi se convierte en una intrusa en el orden de las letras. Irrumpe, con voluntad y riesgo, en el panorama que en el medio siglo había consolidado la racional y eficaz maquinaria de comunicación de la llamada Generación del 45 en Uruguay, una variopinta conjunción de críticos fundamentales como Emir Rodríguez Monegal (1921-1985) y Ángel Rama (1926-1983), y autores tan célebres como Mario Benedetti (1920-2009) o las llamadas «tres poetas del medio siglo»: Idea Vilariño (1920-2009), Amanda Berenguer (1921-2010) e Ida Vitale (1923).

La narrativa de Peri Rossi viene desde la alegría, desde la oscuridad y desde el subconsciente. La intrusa en el orden de las letras resultó ser eminentemente instintiva, lúbrica, brillante, impredecible.

A diferencia de los autores del boom (casi todos hombres) que intentan edificar una ficción racionalizada y en algunos casos racionalizante, que procuran una novela total, una creación absoluta a partir del símil de un Dios Padre Creador y Omnipotente que despliega su universo, —es decir, la imagen del Autor Narrativo como un Pater—, Peri Rossi se dispone a celebrar los ritos mistéricos de una deidad lunar, germinal, multi genérica, ambigua, luminosa y oscura a la vez, uterina, abisal y fermental, como la noche.

Mientras Onetti crea el mundo de Santa María a través de su alter ego o vicario ficcional, el dios Brausen, mientras Rulfo brinda su Génesis mexicano que da lugar a Comala, mientras García Márquez nombra el mundo por primera vez en Macondo y Vargas Llosa edifica una conflictiva Lima a imagen y semejanza del alumno del liceo militar Leoncio Prado, la intrusa, Cristina, despliega la sensualidad y la seducción, toma una parte de su herencia del único autor lúdico del boom: Julio Cortázar.

De Cortázar hereda Peri Rossi el sentido del juego, la soltura, el gesto anti solemne y profundiza la invitación erótica. También escoge algunos elementos de Alejandra Pizarnik, pero sin acarrear su fatalismo existencial. Peri Rossi apuesta todo al goce. De Borges asume la fragmentariedad y cierto humor, pero sin dejarse abrumar por el peso masculino de su erudición.

«Puedo imaginar el estupor de mi bisabuela Marcela, aunque ya han pasado muchos años de aquello, tantos años que nadie —salvo yo— lo recuerda. (Pero tú no puedes recordarlo porque no habías nacido, ni siquiera tu nacimiento estaba previsto, entonces. No puedes recordarlo. Solo puedes imaginarlo, que es la manera que tenemos los humanos de recordar lo que no hemos vivido.) Yo, la única de mi familia que también emigraría, por otros motivos (aunque entre ellos también estuviera para mí el amor). El mé dico habló en castellano, pero advirtió que mi bisabuela Marcela lo miraba estupefacta, con aquellos enormes ojos grises llenos de espanto y de horror, entonces dedujo que ella no había tenido tiempo o no había tenido ganas de aprender la lengua nueva, que solo entendía el italiano. Sin embargo, el lenguaje de la muerte, como el del amor, es universal».

(FRAGMENTO de «La insumisa», MONTEVIDEO, HUM, 2020)

Peri Rosi, la intrusa, confía y sienta las bases para una sensualidad creadora libérrima.
Esa gioa di vivere, ese goce de ser, ha recibido el Premio Cervantes.


Cristina Peri Rossi. Montevideo, 1941. Premio Cervantes 2021. Escritora, traductora y activista política uruguaya exiliada en España desde 1972, y residente en Barcelona, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera literaria. Ganó múltiples premios y reconocimientos, como la Beca Guggenheim, el Premio Loewe y el José Donoso, entre muchos otros.


Rafael Courtoisie es un poeta, narrador y ensayista nacido en Montevideo, Uruguay, en 1958. Miembro de número de la Academia Nacional de Letras. En poesía ha recibido, entre otros, el Premio Fundación Loewe de Poesía (España), el Premio Plural (México), el Premio de Poesía del Ministerio de Cultura del Uruguay, el Premio Nacional de Narrativa, el Premio de la Crítica de Narrativa, el Premio Internacional Jaime Sabines (México), el Premio Blas de Otero (España), el Premio Internacional de Poesía José Lezama Lima (Cuba) por su libro Tiranos temblad y el Premio Casa de América (España) por su obra Parranda (Visor, 2014). En novela ha publicado Vida de perro (1997), Tajos (1999), Caras Extrañas (2001) y Santo Remedio (2006).

Escrito por

Revista cultural y literaria de la Fundación Cultural Esteros.