Antología «Ojos de par en par», muestra poética

Presentamos esta selección de poemas de la antología de poetas de Iberoamérica, «Ojos de par en par», compilada por Luz Mary Giraldo y Martha Canfield, que toma la célebre cita de la mexicana Rosario Castellenos.

Selección por Juan Suárez


María Baranda
(Ciudad de México, 1962)

Cuando el sol es una simple memoria de la idea,
mi padre barre la calle.
La dura calle dulce de su barrio.
Enjaula palabras que se dejan definir
para soñar su leche tibia y muda
entre las hebras de la escoba.
Escoba germinal,
escoba de bondad
como la luna hospitalaria,
música de lo que sigue y resiste
polvosamente
y arrastra lo más simple:
la perplejidad de un ave discursiva,
la belleza que penetra y arponea cada letra,
cada espejo de nosotros en la piedad de la muerte,
esa fina marea
que nos adormece con su tam-tam de pregunta
e invocación,
de sed oscura y pudorosa en el cielo de su boca.

*

Mi padre recoge por la acera fragmentos de papel secante,
fibras del alba,
tiempo ido bajo los árboles desnudos. Piensa en sus niñas.

Decide elaborar finos vestidos con el idioma de las tijeras.

*

Las niñas se hacen una larga cicatriz entre las piernas.
Sangran sus labios invisibles.
Tintinea el aire de junio y todas sus promesas.
Mi padre dice que las odia.

*

Lo que ilumina el día es parte de otro sacrificio.
La total apertura entre la sístole y la diástole
de un campo de cuervos.
Los cuervos son los dedos de sus manos invisibles,
sonido líquido y agrio
que revienta duro en sus oídos.

Mi padre, en su dibujo, camina lentamente en otro siglo.


María Baranda. Poeta, narradora y traductora. Entre sus últimas obras, están: «Yegua nocturna corriendo en un prado de luz absoluta» (2013), «Un hervidero de pájaros marinos» (2015), «Teoría de las niñas» (2018). Ha recibido diferentes distinciones, entre ellas: el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta (1995), el Premio Iberoamericano de Poesía Francisco de Quevedo (1998), el Premio de Poesía Jaime Sabines-Gatien Lapointe (2015), el Premio de Literatura Infantil y Juvenil Castillo de Lectura (2001). Es Embajadora de la Literatura Infantil y Juvenil de la FILIJ 2017.



Diana Bellessi
(Argentina, 1946).

En la línea de la aurora

A María Zambrano: sursum corda

Ahora que ya no sueño o mejor dicho que nada traigo del otro lado
desde hace tiempo mientras cruzo el páramo intensa y enigmática aparece la constelación de Hydra en un cielo oscuro y habla, no sé de qué, después la busco noche tras noche y pregunto en la espesura de otro cielo
que nada puede responder, pero sé, en algún lugar convergen ambas, Physis y reverberación. ¿Por qué no sueño, por qué no vienen a la superficie los sueños y guían mi camino en la vigilia imantada de aquella fe
viviente y orgánica donde todo luce en resplandor oscuro
y se mueve entero y seguro desplazándose como ventanas abiertas
a la escena completa del incognoscible mundo? ¿Qué me hace temer y girar la llave para despertar tan huérfana en el corte de los mundos solo repuesto por la atención de un instante diurno, por el amor hacia las cosas como esas semillitas que en la brisa parecen lluvia fina sobre los techos ahora?, si soñadora permanente para qué
sería el verso, o sería equipaje y no sutura. Todo lo despierto
reposa en otra parte cuando duerme, casada con lo uno se me niega por de pronto el ida y vuelta, mas no devolveré el anillo, en la ribera del tiempo como una niña iré a la escuela y cada día rezaré:
–Vacío, quítame el miedo de vos, esposo mío tras de todas las cosas–, y así esperaré, paciente en la línea de la aurora.

Diana Bellessi. Poeta, ensayista, traductora y cronista. Ha publicado más de 20 libros, entre los últimos: «La pequeña voz del mundo» (2010), «Zavalla con z» (2011), «Variaciones de la luz» (2012), «Pasos de baile» (2015) y «Fuerte como la muerte es el amor» (2018). Ha publicado, además, varias antologías. Ha obtenido varias distinciones, entre ellas: Premio Internacional de Poesía de la Ciudad de Melilla (España, 2010), premio Trayectoria en Poesía del Fondo Nacional de las Artes (2010), declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires (2010) y Premio Nacional de Poesía (2011).



Giovanna Benedetti
(Panamá, 1949)

Hábitos de piel

Si alguna vez
acabo de caer en mí
–y si esta luna que me agota todavía me sostiene–
dejaré de cabalgar como acróbata a destiempo
derivando hacia otro mar con mis pliegos y cazuelas.
Y si esa voz que no se aquieta aunque yo me quede inmóvil,
persiste en ofrecerme en trasgresión, sin argumentos,
limpiaré mis anaqueles de anfisbenas y oropéndolas
y declararé mi fe en la ciencia infalible y viceversa.
              Y allá, del otro lado
              (si el aliento aún me dura)
continuaré con la leyenda de mi terca epifanía:
errática, trasunta, solitaria, tortuosa…
maquillada astutamente por la cólera del viento
porque hay hábitos de piel que nunca mueren.

Giovanna Benedetti. Poeta, narradora y periodista, artista pictórica, escultora, ceramista y diseñadora digital gráfica, Doctora en Derecho. Ha publicado varios poemarios, entre los últimos: «El sótano dos de la Cultura» (1985), «Camino de los andantes: Bolívar y Don Quijote» (1997), «Las claves de Lorca» (1998), «Lorca: el pentagrama poético de su infinito» (1998). Ha recibido varios premios y distinciones, entre ellos: Premio INAC (1982); Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró, dos veces el Premio de Ensayo Literario Samuel Lewis Arango (Revista Cultural Lotería, Panamá, 1997 y 1998).



Piedad Bonnett
(Colombia, 1951).

Los estudiantes

Los saludables, los briosos estudiantes de espléndidas sonrisas
y mejillas felposas, los que encienden un sueño en otro sueño
y respiran su aire como recién nacidos,
los que buscan rincones para mejor amarse
y dulcemente eternos juegan ruleta rusa,
los estudiantes ávidos y locos y fervientes,
los de los tiernos cuellos listos frente a la espada,
las muchachas que exhiben sus muslos soleados
sus pechos, sus ombligos
perfectos e inocentes como oscuras corolas,
qué se hacen
mañana qué se hicieron
qué agujero
ayer se los tragó
bajo qué piel
callosa, triste, mustia
sobreviven

Piedad Bonnett. Poeta, novelista, dramaturga, traductora, columnista y profesora universitaria. Es autora de varios poemarios, entre los últimos: «Las tretas del débil» (2004); «Las herencias» (2008); «Explicaciones no pedidas» (2011); «Los habitados» (2017), además de varias antologías. Tiene poemas traducidos a varios idiomas, ha publicado novelas, la última: «Donde nadie me espere» (2018); y el libro testimonial «Lo que no tiene nombre» incluido en 2016 por Babelia, España, entre los 100 mejores libros de los últimos 25 años. Ha obtenido los premios: Premio Casa de América de Poesía Americana, Premio Internacional José Lezama Lima de Casa de las Américas entre otros reconocimientos.



Carmen Boullosa
(México, 1954).

Alma

Ahora sí me es indudable: tengo alma.
Ella es la bola ardiente que adentro quema,
es ardor mientras se inflama.
Tengo, como el esclavo tuvo lema,
tengo alma.

Hiéreme si respiro, si aspiro, o si el aire contengo.
Es el erizo cruel que clava dardos en la espuma, lastimándola.
Es la aguja en la palma de mi ser,
es agua en la alfombra, pudriendo el hilván y el trabajo del gancho,
devorando el dibujo,
volviendo al tejido nada.
La tengo. Lo digo porque yo vendo (lo sepa el demonio) a mi alma.

Carmen Boullosa. Poeta, novelista, dramaturga. Con más de veinte libros de poesía publicados, entre ellos: «La patria insomne» (2012), «Corro a mirarme en ti» (2012), «Hamartia o Hacha» (2015), «La impropia» (2017), «La aguja en el pajar» (2019), además de varias antologías, una docena de obras de teatro y cerca de veinte novelas —la última: «El libro de Eva» (2021)—, ensayos y relatos para niños. Entre premios y distinciones: Premio Xavier Villaurrutia (1989); el Premio de Novela Café Gijón (2008); el Premio Rosalía de Castro, el Premio Casa de América de Poesía Americana (2019) y el Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura.



Martha L. Canfield
(Uruguay, 1949).

La expulsión

Con las alas en parte desplegadas
inmóvil en el aire
levantaba la espada
por encima de su propia cabeza.
¿Podía quedar algo
detrás de su figura luminosa?
¿Qué secreto guardaba
tras el rostro severo e impenetrable?

No podíamos hablar con ese ángel
pero él en nosotros encendía
el recuerdo imborrable
de los días vividos descubriendo
lugares nuevos y antiguas emociones
(o que más tarde habrían de ser antiguas).
Queríamos descubrir
el exacto sabor de la otra piel.
Queríamos saber de qué manera
se transformaba en vértigo el placer
dejándonos inermes
sobre la orilla de un río de caricias
inertes soñadoras
en fusiones en las que se perdía
la noción del límite del otro.

Habíamos comido muy cerca de las fuentes
habíamos mezclado agua fresca con fruta
nos habíamos pintado el cuerpo un día
con jugos densos de rarísimas plantas.
Habíamos cantado imitando el gorjeo
amable de los pájaros
y en el transcurso lento de los días
fuimos dándole nombre
a todo aquello que alrededor nuestro
empezaba ya a pertenecernos.

Sobre grandes hojas sabías ofrecerme
bocados exquisitos
pequeños cuerpos de animales tiernos
que se nos ofrecían
con entusiasmo heroico
en la rueda feliz del ciclo de la vida.

Yo no entendía todas las palabras
y así me abandonaba al sonido hechicero
de notas bajas y altas
cariciosas y graves
sin entender el orden ni las reglas.
En cambio tú sabías lo que estaba prohibido
tratabas de evitar para los dos
la cumbre de la culpa y del remordimiento
querías transmitirme
como unidad imposible para mí
la dicha y el dolor
la obediencia a la ley
y la ebriedad de quien se siente libre.
Tratabas de enseñarme
que el éxtasis fulmina y es fugaz.
Tratabas de enseñarme
el valor del recuerdo,
la lentitud amorosa, la amistad.

Cuando se abrió de par en par la puerta
y fuimos expulsados
de mí salió un grito irreverente.
Me desperté de golpe
y vi mis sueños rotos a pedazos.
Me vi a mí misma polvo
que regresa a ser polvo.
Y a ti te vi arrancado de mis brazos.
Entonces entendí tus enseñanzas.
Y el recuerdo de la dicha pasada
vino a llenarme el corazón herido
uniendo consuelo y pena en la memoria.

Mientras salías te cubriste el rostro
y el Ángel inmutable dejaba su mirada
caer sobre nosotros
como una oración
como el primer reproche
o quizás mejor como la prueba
de la piedad divina dando inicio
a la historia de los seres humanos.

Martha L. Canfield. Poeta, ensayista, traductora, y antologista de poesía. Además de «Sonriendo en el camino. Poesía reunida» (2009-1969) (Montevideo, Librería Linardi y Risso, 2009), es autora de seis poemarios en español y cinco en italiano. Ha realizado ediciones en italiano de numerosos autores hispanoamericanos y ha traducido y promovido autores italianos. Ha escrito ensayo sobre autores hispanoamericanos. Ha el Premio Iberoamericano Ramón López Velarde en México (2015), entre otros.



Tallulah Flores Prieto
(Colombia, 1957).

Escuchábamos cómo se levantaban las olas saciadas de sí esa noche.

Desde la ventana
el viento viciaba el paisaje
y arremetía contra los cables y las uvas de la playa
despojándonos de toda luz.

Todo era pegajoso y negro y flotaban las cosas de la casa
tocábamos la mesa, la jarra, los cubiertos
para saber que seguíamos allí
indeciblemente solos
y a la espera.

Afuera
vaporoso como un fantasma
el viento arrancaba una a una las trinitarias del jardín
curtiendo de rojo el médano entre el miedoso ajetreo de los perros
y el polvo amarillento que esparcirían los gallos al amanecer.

Porque regresaría el paisaje.

Las niñas de la vecindad madurarían sus risas con sus muñecas al sol
la anciana de la esquina espantaría las moscas del fogón
la ropa estaría tendida contra el mar
el ebrio hablaría a solas en el sendero sin nadie
el perro apaleado con sus ojos punzantes atravesaría el portón
entre una pausa y otra la voz del expendedor.

Y después mucho después
la caída de la tarde el bramido del color.

La abrasadora necesidad de la indulgencia.
El sendero nuestro sin otro horizonte que lo invisible del mar.

Tallulah Flores Prieto. Poeta y traductora, columnista y cronista. Es cofundadora de PoeMaRío, Festival Internacional de Poesía en el Caribe; miembro del Consejo Editorial de la revista Víacuarenta y traductora para el Festival Internacional de Poesía de Medellín. Ha publicado varios poemarios que han sido recogidos en el libro: «El revés de la caída: poesía reunida» (Bogotá, 2017). Sus poemas han sido publicados en varias antologías y traducidos a varios idiomas. Ganó el Premio del Festival Internacional de Poesía de Curtea de Arges, Rumania.



Luz Mary Giraldo
(Colombia, 1950)

¿Canto de pájaros?

Sorda la vida
y este dolor de huesos rotos.
¿Por qué tan poca luz
por qué los ángeles se esconden
y corre sangre en los puntos cardinales?

Piden un canto de pájaros un arco iris en palabras
nada de ausencias, cruces, miedos, ruidos.
Anestesio el dolor
lo escondo entre las páginas abro mis ojos desvalidos
y el rojo se extiende como sábana.

Sorda la vida y este dolor
de huesos rotos.

Luz Mary Giraldo. Poeta, ensayista, antóloga y profesora universitaria. Ha publicado varios poemarios, entre los últimos: «Sonidos en la luz» (2010); «Llévame como un verso» (2011); «De artes y oficios» (2015); «Caza de sombras» (Montevideo, 2019); y varias antologías, entre ellas: «Canto de pájaros» (2015, español, inglés y rumano); «Il volto nascosto dell’amore (español e italiano, 2017) y «Alfabeto de otros días» (2020). Recibió el Gran Premio Internacional de Poesía (Rumania, 2013), el Premio Nacional de Poesía Casa Silva (2011), el Premio Internacional LASA-Monserrat Ordóñez (2012) entre otros.


Rosa Lentini
(España, 1957).

El vientre

Puedo verlo, el contorno abultado en la sombra
que es mi padre,

y mi cabeza latiendo al unísono,
alga invisible, filamento, toda fluida
el momento exacto en que mi vida alcanzó
una entrada que no deseaba alojarme
ignorante de cómo tener a cualquiera
              creciendo entre sus paredes…

Ya todo estaba allí:
una joven y perturbada madre en su aversión
por el huésped que roba su intimidad,
marca años en su piel
y deforma al estirarlas
              sus hinchadas mamas

Ya todo estaba allí: la cueva
con el cuello estrecho asfixiando al pez
              que hace una brecha en la carne
el parto de tres días y el ojo
              que descubre en lo oscuro el contorno rosado
de una llamada articulada desde afuera
empuja hacia la luz y se abre a una sala
donde huele a alcohol,
              a vaho ácido de agua
                          a instrumental esterilizado
                                          a placenta

Ya todo estaba allí, salvo en mi cabeza
donde él es el que elijo,
              el centro de un mundo,
y el otro, el hombre, no fue sino la sombra que ardió
              solo un segundo en el fuego de otra piel.

Rosa Lentini. Poeta, traductora, crítica y codirectora de Ediciones Igitur. Miembro fundador de las revistas Asimetría (1986-88) y Hora de poesía (1979-95)- Ha reunido toda su poesía hasta 2014 en el volumen «Poesía reunida 2014-1994» (2015). Sus último libro: «Hermosa nada» (2019). Incluida en numerosas antologías y traducida a varios idiomas. Ha publicado varias traducciones de poetas del francés, italiano e inglés En el 2019 recibió el premio José Luis Giménez-Frontín.



Mariella Nigro
(Uruguay, 1957).

Ciudad vieja

Viento tan de puerto, tan de náufrago
sin el sol del este ni la luna cuajando su amarillo
en la glamorosa rada

ahora es viento del sur
con los puñales del atardecer y el agua sucia
los muelles con dolor de barco y flores de piedra
y el desvalimiento agrio de los carneros embarcando.

Hay seres con penas que dan su frente
contra las murallas
y luces que ciegan a los niños
de alas quemadas
pero el asfalto es una forma de amparo
corre su agua
desde las leyes que velan su hermosura.

Cada tanto florecen las ventanas
de las que arrojan papeles con poesía.
Y quedo llena de nombres.

Desde acá ciudad te bordo
no suturo tu memoria
con la aguja de la antena del más bello edificio
y el arco iris que de allí se cuelga aunque no llueva.
Es que el sol del oeste hace sombra
desde una montaña que no existe.

Debió girar la rosa de los vientos debí alivianar el cuerpo
quedar con menos hueso y más ala
para sentir el llamado del sueño del bosque del poeta entre el humo de papeles
quemados al alba.

Por eso este poema aún no está escrito
y ya arde.

A Jorge Arbeleche y su poema “El sueño del bosque”

Mariella Nigro. Entre sus últimos poemarios se encuentran: «El río vertical» (2005); «El tiempo circular» (2009); «Después del nombre» (2011); «Orden del caos» (2016); «Frida y México. De visiones y miradas» (2017), entre varios otros. Ha publicado, además, ensayo, entre los que destacan: «Seis ensayos sobre la poesía de Rafael Courtoisie» y «Alto oficio de poeta». Integra varias antologías de poesía y de ensayo. Ha obtenido varios premios, entre ellos: el premio de ensayo de arte por «Dolor de espejos», el Premio Bartolomé Hidalgo de Poesía y el Premio Morosoli 2013 Categoría Poesía.





María Ángeles Pérez López
(España, 1967).

En el aire, la piedra ya no duele.
Cuando rueda, recorre con violencia
la edad que se camina hasta ser bronce
y transforma en herida cada lasca.

Limadura, fracción con que el lenguaje
despedaza la piedra en sus dos sílabas
como vocablo hendido y estilete
que afila la humildad de la derrota
para ofrecer la dádiva del miedo,
la floración solar del sacrificio.

Piedra cuchillo, caracola de aire
que encierra los sonidos de la tribu
en el tambor solemne de la guerra,
en la angustia y pezuña de animal,
en la desesperada turbación
con la que Gaza sangra por sus cifras.

Sin embargo, la piedra se resiste.
No está dispuesta a ser domesticada.
Hay en su corazón un alto pájaro.
Hay en ella arrecifes, elefantes,
caminos y escaleras, soliloquios,
las circunvoluciones, el destino,
el álgebra, la luz de las estrellas,
el abrazo de Abel y de Caín.

Hay en su corazón un alto pájaro.
Cuando vuela en el aire, ya no duele.

María Ángeles Pérez López. Poeta, crítica literaria y profesora titular de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Salamanca. Entre sus últimos libros: «La ausente» (2004); «Atavío y puñal» (2012); «Fiebre y compasión de los metales» y «Incendio Mineral» (2021), que obtuvo el Premio Nacional de la crítica. Ha reunido su obra en varias antologías publicadas en diversos países. Ha publicado también libros de crítica sobre Huidobro, Parra, Cardenal o Gelman. Ha obtenido el Premio de Poesía Tardor (1998); el Premio Poesía Ciudad de Badajoz (2000), el Premio Nacional de la Crítica, entre otros.



Luisa Fernanda Trujillo
(Colombia, 1960-2020).

si no hubiera guerra
ni humo que cubriera de ceniza el campo
tomaría los leños apagados a destiempo en cada fuga
haría de una cerilla el símbolo de lo que fue un incendio
volvería a mirar a las lechuzas sin la compasión del insomnio de los búhos
y dejaría crecer el cabello a las muñecas de la infancia
Si la guerra no hubiera llegado a mí
como llegó en la noche clandestina de una toma dormiría desnuda entre los pastizales
dejaría a las lagartijas hacer cosquillas en mis muslos
y sembraría de flores los nombres de los muertos
Si la guerra no hubiera sorprendido nuestras bocas la noche de los besos
ni hubiera sellado las palabras en medio de las balas
tu voz se escribiría en las paredes de las calles
y no sería rojo sangre su tintura

Luisa Fernanda Trujillo. Poeta y profesora universitaria. Es autora de los siguientes libros de poesía: «Trazo en sesgo la noche» (2012); «En tierra, el pájaro olvida cantar / A terra, l’uccello dimentica di cantare» (traducción de Emilio Coco, Rimini, Raffaelli Editore, 2017); y «Mi por siempre jamás / Mio per sempre mai» (traducción de Emilio Coco, Novara, Giuliano Ladolfi Editori, 2019). Poemas suyos han sido incluidos en antologías de diversos países y traducidos a varios idiomas.



Denise Vargas
(Honduras, 1972).

Irreverencia

Nadie sabrá cuáles versos he robado a mis poemas,
ayer borré una colina que nadie extrañará.

Hoy quité la palabra primavera.
Cuelga del año como lluvia atrapada en el cielo.
Ya empalaga su pétalo en la pluma de tantos poetas.

Adiós primavera,
aquí dibujo yo en pleno abril
un verano atrevido.

¡Ah, la irreverencia de los versos!
Esa es la verdadera primavera.

Cantar el viejo mundo como nuevo,
pintar sin prejuicio la maleza cuando cansa el jazmín,
tachar sin pena el adjetivo
y darle libremente un nuevo nombre a la luz.

¡Ah, la insolencia de crear!
Me pregunto cuáles versos borra Dios
cada vez que regresa a sus poemas.

Denise Vargas. Poeta, gestora cultural y conferencista. Es cofundadora de la editorial hondureña ManoNostra y apoya la coordinación de la Semana Alicanto. Ha publicado: «Martes como toda la vida». Una selección de sus poemas, varios inéditos, fueron traducidos al italiano y forman parte de la antología preparada por Emilio Coco: Antologia della poesia honduregna (Raffaelli Editore, Rimini, 2019). Varios de sus poemas y ensayos han sido publicados en revistas literarias nacionales e internacionales.


Carolina Zamudio
(Argentina, 1973).

El devoto

Imagina que algo te atenaza la cabeza, desde la nuca hacia arriba. Dos pinzas gigantes a punto de comprimirte. Fácil sería decir: exprimirte las ideas. No hay chance de pensar. ¿Será químico? El cerebro cabe en una mano. Pesa menos que el dolor. Imagina que tu cuerpo tiembla un espanto tan profundo que es como tener, conocer el alma, tintineante y húmeda, debajo de cada pedazo de piel. Escapar por esos cables verdes que sigues con la mirada bajo la palidez de tu cuerpo. ¿Será físico? Un hombre cansado y sudoroso ante un espejo. Puede dibujar un plano de sus venas. Si fueran vías, él sería un tren. Podría descarrilar. Algo cede. Todo él. El hombre se arroja a las vías. El reflejo de su cuerpo está borroso. Sube la mirada. Siente alivio en la humedad de sus ojos. Intenta meterse también en ellos. Se contempla ante el espejo como en una ermita. Reza. No por él. A él. ¿Acaso voy a morirme? El hombre mira el cristal queriendo entrar por otra ventana a sí mismo. Hacer foco. Atravesar solo una de las ventanas. Íntegro y vivo. La de color más pleno. Y ya no volver.

Carolina Zamudio. Periodista, poeta y ensayista. Master en Comunicación Institucional y Asuntos Públicos. Entre sus libros destacan, «La oscuridad de lo que brilla», edición bilingüe español/inglés, (Estados Unidos); «Rituales del azar», edición bilingüe español/francés, (Francia); «Vértice», edición bilingüe español/italiano (Italia) y «Las certezas son del sol», (España). Premio Universitarios Siglo XXI del Diario La Nación y Corona al Poeta (Argentina). Creó y dirige la Fundación Esteros y la revista del mismo nombre. Además, lleva adelante el Encuentro Esteros.



Zingonia Zingone
(Londres, 1971)

3

si de verdad fuera libre
vagaría por los bosques
o las calles
dormiría en aristas
o en el monte comería sólo
si algo sobrara

sería pájaro
de rama en rama
de nube en nube
sobre las ruinas de la tierra
hallando rumbo en el viento

por el contrario recorro
las ramblas bulliciosas
adornadas de luces
me asaltan las mesas
que colonizan las aceras
me toma por el cuello
el gorgoteo de la cerveza

buitres
en la ruta solitaria que busco
esclava aún
de otro amo.

Zingonia Zingone. Escribe poesía y narrativa y traduce entre el español y el italiano. Sus últimos títulos son: «Cosmoagonía» (2007); «Tana Katana» (2009); «L’equilibrista dell’oblio» (Rafaelli Editore, 2011); «The acrobat of Oblivion» (2011); «Equilibrista del olvido» (2012); «Los naufragios del desierto» (2013); «Las tentaciones de la Luz» (2018); «El canto de la Sulamita-Poesía Reunida» (2019); y «El viaje de la sangre» (2021). Entre sus trabajos de traducción destacan los poemarios de la nicaragüense Claribel Alegría: Voci (2015), que recibió el Premio Internacional Camaiore 2016.


Juan Suárez Proaño. Ecuador, 1993. Editor, poeta. Máster en teoría literaria por la USAL. Ha publicado cinco poemarios, el último de ellos, «Las cosas negadas», obtuvo el Premio Nacional de poesía Paralelo Cero 2021. Es editor en El Ángel Editor (Quito) y en Revista Esteros. Ha realizado trabajos de investigación en literatura ecuatoriana.

Escrito por

Revista cultural y literaria de la Fundación Cultural Esteros.