Las certezas son del sol, modesta síntesis del mundo

Aunque la belleza no esté en un trozo de papel sino en los ojos, hay poetas, que asombran con su asombro ante el mundo.

En los últimos años de su vida el pintor francés Claude Monet encontró en su jardín de Giverny la posibilidad de sintetizar y profundizar en el mundo que había ido creando a lo largo de los años. El movedizo reflejo de la luz en el agua, la placidez de los nenúfares flotantes, lo único y lo diverso, lo estático y lo transitorio, los fue traspasando con asombro y delicadeza a su pintura para dejar constancia no solo de un estilo, que él había ayudado a consolidar y que gracias a uno de sus cuadros se llamaría el Impresionismo, sino de una manera de estar en el mundo. Digo esto porque la poesía de la argentina Carolina Zamudio (1973) tiene muchos puntos de contacto con la obra del pintor impresionista por cuanto que ella concibe la poesía como un territorio de constantes hallazgos y revelaciones que se suceden en su mirada: «ver, abrir los ojos, descubrimiento». Precisamente esa curiosidad, o mejor dicho, ese sabe ver, le permite establecer una relación armónica con su entorno, o como ella lo expresa, configurar esa «modesta síntesis del mundo en los ojos». La belleza, entonces, no como resultado estético necesario sino como la constatación de su propia concepción del mundo, es la que guía su poesía en una relación con lo mínimo que ella se encarga de potenciar para establecer un eje entre el espacio, el cuerpo y la mirada, tal como lo hiciera también Monet en su famosa serie sobre las Nimpheas.

En sus poemas las abundantes y reiterativas alusiones al agua, como una especie de invocación del paraíso, son una constante invitación a la reflexión sobre el paso del tiempo, así como también hacia la posibilidad de concebir el poema como un centro móvil, fluctuante, de donde fluyen las imágenes y a las que también interroga:

            «La belleza no cabe en un trozo de papel,
            sí en los ojos. Como ajustar
            el enfoque de una lente
            por detrás.
            No en la punta de la lengua, más allá.
            Cabe en el aire al abarcar el ser». (Teoría sobre la belleza)

Libros reunidos en esta summa poética de Carolina Zamudio publicadas en España por Valparaíso Ediciones


Al concebir el poema como un encuentro con el fluir de la memoria —familia, paisajes, desaparecidos, viajes, objetos— Carolina Zamudio celebra el mundo a la vez que lo interroga porque para ella es necesario aproximar esos asombros a la combustión del poema y allí verlos reflejados, para encontrar allí entre sus palabras un asidero firme en medio de lo movedizo y poder afirmar que «algo tenue, umbilical, nos mantiene».

Si bien esas atmósferas etéreas que crea su poesía encuentran también un afortunado contraste con los poemas en prosa de su libro «La timidez de los árboles», poemas que tienen una tensión extraordinaria, terrestre, donde la evocación del pasado la hace sumergirse en ese laberinto perdido —y recobrado— de su memoria. La niña, el abuelo, la doña, el pasajero, la vendedora, son protagonistas de esa inmersión privilegiada, donde se advierte la faceta narrativa de su autora, capaz de recuperar esos mundos y personajes perdidos gracias a su palabra provista de una singular agudeza:

«Entonces pasaban los trenes. Ojos cerrados, tendida en el suelo, veo el relieve de unas raíces. Nervaduras de un árbol de distinto grosor, entrelazadas en la tierra por la que me filtro. Entonces ella. Entonces pasaban, pero eso fue mucho antes». (La doña).

En esta antología de la obra de Carolina Zamudio podemos observar entonces los variados registros de su asombro ante el mundo y su manera de decirlo, y compartir con ella su aseveración al decir «la belleza no está en un trozo de papel, sí en los ojos». Por eso es una fortuna para el lector contemplarlos, y sumergirse en ellos, como en los siempre cambiantes nenúfares de Monet.

Ramón Cote Baraibar




Carolina Zamudio
 (Argentina, 1973). Poeta y ensayista. Publicó: «Seguir al viento», Ediciones Último Reino, 2013 (Argentina); «La oscuridad de lo que brilla», edición bilingüe español/inglés, Artepoética press, 2015 (Estados Unidos) con traducción de Miguel Falquez-Certain; la antología «Doble fondo XII», Musgonia Colección, 2016 (Colombia); «Rituales del azar», edición bilingüe español/francés, Éditions Villa-Cisneros, 2017 (Francia) con traducción de Rémy Durand; «Teoría sobre la belleza», Imaginante, 2017 (Argentina); «La timidez de los árboles», Hilo de Plata Editores, 2018 (Colombia); «El propio río», Colección Lima Lee, 2020 (Perú), «Vértice», Raffaelli Editore, 2020, edición bilingüe español/italiano (Italia), con traducción de Emilio Coco y «Las certezas son del sol», Valparaíso Ediciones, 2021 (España). Magíster en Comunicación Institucional y Asuntos Públicos, y Periodista. Creó y dirige la Fundación Esteros, y la Revista Esteros (www.esteros.org). Premio Universitario Siglo XXI del diario La Nación de Argentina y la Corona del Poeta en el Eisteddfod.
 
www.carolinazamudio.org



Ramón Cote Baraibar Cúcuta, 1963. Su primer libro fue publicado en 1984 por ediciones Arnao, de Madrid, donde se graduó en historia del arte en la Universidad Complutense. Al instalarse en Colombia, se dedicó a la publicidad. Ha publicado ensayos sobre poesía colombiana en revistas como ínsula, y en 1992, con el título de Diez de ultramar publicó una muestra de joven poesía latinoamericana que abarcaba nombres como José Luis Rivas, Coral Bracho, Raúl Zurita, Fabio Morabito, Yolanda Pantin y Eduardo Chirinos. Entre la nueva poesía colombiana, su voz es una de las más reconocibles.