La experiencia estética

¿Cuándo acaece la Experiencia estética? se pregunta uno de nuestros directores. Él mismo responde: Cuando el lector entra en la región del sentido.

La experiencia estética

Luis Fernando Macías

Un suceso baladí, asociado a cierta atmósfera particular, reúne los elementos propios para el tránsito de la vida común al reino encantado. Les ocurrió a Odiseo, a Alicia, a Simbad el marino y a Bastián Baltazar Bux. De repente, un hecho mágico sustituyó en sus mundos las razones y los hechos por intuiciones y fantasías. Ante Odiseo se abrió un hoyo en medio del océano, y descendió a las profundidades del inframundo, donde una conversación con la sombra de Tiresias lo puso al tanto de su vida futura; Alicia vio aparecer a un conejo apurado y, siguiéndolo, cayó en un abismo que la condujo al país de las maravillas; Simbad voló en el lomo de un águila gigantesca que lo llevó a la isla de los diamantes y Bastián Baltazar Bux escuchó una voz que lo llamaba desde el fondo de las páginas del libro que en ese momento leía…

Entra tú en la biblioteca, cierra los ojos, y concéntrate en el interior de las páginas de los cientos de volúmenes, en cuyos caracteres una multitud de voces se pronuncia desde el silencio. Las palabras allí congeladas tienen la facultad de decirlo todo. Cada uno de los libros es capaz de invocar un mundo que, al compás de tu recorrido por las páginas, va despertando en tu interior, como si, desde una silla en la biblioteca, se abrieran los umbrales del tiempo y de otros mundos, unos reales y otros que fueron posibles; pero que ahora son solo significado emergiendo en los textos, imágenes audibles en el interior de la conciencia. 


Para referirse a la experiencia estética, los términos que usa Borges también son tentativos: Hecho, Vivencia o ExperienciaHecho estético puede nombrar con mayor exactitud el concepto, ya que alude al acontecimiento como un objeto impersonal; Experiencia estética sugiere una sensación, aquello que se experimenta y tiene la particularidad de estar en relación directa con lo bello; además posee la connotación de lo inesperado, lo nuevo o lo que siempre sucede de un modo diferente. Vivencia estética, aunque es una expresión muy cercana a la anterior, refiere más lo concluido y, debido a que el término «vivencia» posee una carga significativa más fuerte que «experiencia», elude la acepción de lo incierto, indeterminado o sorpresivo de esta. No obstante, es claro que se trata de tres maneras de nombrar el mismo fenómeno, aludiendo a un momento o aspecto diferente cada vez. Me quedo entonces con la denominación de Experiencia estética para referir el fenómeno en general.

¿Cuándo acaece la Experiencia estética?: Cuando el lector entra en la región del sentido.

Aparece aquí la expresión: «en la región del sentido». Esta expresión, que puede entenderse como metáfora, metonimia y sinécdoque a la vez, dependiendo de los términos en que expliquemos la sustitución, nos ofrece el milagro de llevar al plano físico algo que pertenece al plano mental, el sentido. Al decir, región del sentido, estamos hablando de un lugar en el que podemos entrar y movernos con libertad, un lugar que podríamos incluso habitar. Pero resulta que el plano mental no tiene forma física, reúne el espacio y el tiempo y se aleja hacia el remoto interior, en las direcciones del espacio y del tiempo, hasta confundirse también con el plano espiritual, el infinito interior, el alma. Podemos sintetizarlo así: la región del sentido, propia de los planos mental y espiritual, simbiosis de espacio y tiempo, se extiende desde el aquí y el ahora hacia el remoto atemporal, desde el afuera hacia el infinito interior y se concibe como el camino de la comprensión, el tránsito del alma a la conciencia. Es el paso de la oscuridad a la luz, de la nada a la identidad, del vacío al sentido.

A la anterior, le sigue esta pregunta: ¿cuándo entra el lector en la región del sentido? En la conferencia de Borges sobre la poesía, responde así: Cuando el libro despierta. Es la idea del gabinete mágico de Emerson. Un libro en la biblioteca es un fósil, un universo en estado de hibernación. Cuando el lector lo toma, abre sus páginas y opone su mundo al mundo que allí se despliega…, entra en la región del sentido, empieza a producirse el sentido. Los mecanismos psíquicos ponen en marcha la máquina de la comprensión, el espíritu extiende sus facultades (imaginación, memoria, intuición, razón, sensibilidad) y el entendimiento florece, la comunicación alcanza su plenitud. Dos hombres desconocidos entre sí, habitantes de espacios y tiempos diferentes, se reúnen en la región del sentido y establecen un diálogo en el que uno recibe lo que el otro atrapa, despliega lo que el otro cifra…

La experiencia estética y el desarrollo de la personalidad se implican mutuamente, sus particularidades alcanzan el poder de la definición de la felicidad personal. La lectura y la escritura tienen la facultad de ordenar el pensamiento, determinan sus rumbos y motivos, y configuran su naturaleza, alcances y posibilidades. Un hombre piensa como piensan los libros que lee.


Son entonces dos los momentos que podemos nombrar Experiencia estética, el momento de la escritura y el momento de la lectura. El primero consiste en la percepción del sentido para cifrarlo en el texto; el segundo, en la lectura del texto para descifrar el sentido. Tal vez el sentido del que nace el texto no sea el mismo sentido que del texto nace. En su conferencia sobre la poesía, Borges, citando a Escoto Erígena, a quien llama el panteísta irlandés, y a cierto cabalista español, cuyo nombre guarda, nos deja ante la doctrina que se resume en la expresión: «hay tantas Biblias como lectores de la Biblia». De ahí que nosotros podamos afirmar que el sentido es de carácter individual: no se trata del sentido en general, sino del sentido en particular: tu sentido, su sentido, mi sentido… el plural se desvanece en la realización personal del alma universal, la imagen del irlandés que muestra el despliegue tornasolado de las plumas del pavo real es exacta. La importancia de la lectura radica en que el sentido que se construye es el propio sentido de la vida. ¿Para qué soy?, ¿cuál es la razón de mi existencia?, ¿qué soy?, ¿qué debo hacer con mi vida? Aun sin darnos cuenta, estas son las preguntas que vamos resolviendo en la lectura, constituyen la pregunta por el «Sí mismo», que se resume en el principio de identidad. Y es como si la vida se desplegara para dar respuesta a la gran pregunta: Dime alma mía qué soy, para serlo. Ser en armonía consigo mismo, ser uno lo que es, he ahí la felicidad, a la que Fernando González llamaba «ser siendo, entendiendo».

De este modo, la lectura no puede entenderse como la lectura de un libro, ni siquiera como la lectura de un autor; se entiende como la lectura del mundo, la construcción del sentido de la vida. El diálogo que allí se establece, la oposición de imágenes del mundo que se confrontan en dicho diálogo y el planteamiento de senderos de reflexión que se instaura, se inscriben en lo que Paul Diel llamaba «la deliberación íntima», el principio de definición del comportamiento, que se pone en juego en cada instancia del vivir sencillo. Es por esto por lo que podemos entender la lectura como la participación del individuo en el diálogo universal de la cultura.

No se puede, por lo tanto, ejercer la función del pontífice que dictamina lo que los demás deben o no leer. En el proceso de formación de los jóvenes conviene enseñarles el amor por la literatura, ayudarles a que desarrollen hábitos de lectura, pero sin imposiciones, respetando la libertad de elección, que se define en cada uno a su manera y que se entiende como la búsqueda del camino que es El camino. En una biblioteca bien dotada, el espíritu individual es capaz de elegir los libros y los autores que en cada momento armonizan con la deliberación íntima. Para el desarrollo de la personalidad conviene tener claro que, si un libro no apasiona o no hace feliz a un lector, lo mejor para ambos es que lo deje de lado y busque otro, uno que le permita entrar en la región del sentido, acceder a la felicidad. No está bien que los maestros asignen lecturas obligatorias y después califiquen con base en lo que ellos interpretan de esas lecturas. Estoy seguro de que los mejores métodos consisten en la recomendación personal y en la conversación espontánea sobre los temas leídos. Un maestro que deja escapar un comentario sobre un libro que le ha impresionado a él motiva más a los estudiantes hacia la lectura de ese libro que otro que lo impone por decreto de autoridad. Dejar que los alumnos escojan y estar atento a sus elecciones, conversar con ellos sobre lo que piensan a propósito de lo que leen, pedirles que cuenten sus búsquedas y hallazgos personales, dejar que la clase sea como la reunión de la esquina, donde se puede hablar con libertad de los anhelos, las lecturas, las películas, los problemas… esa sería una manera más respetuosa y efectiva para formar lectores.

La experiencia estética y el desarrollo de la personalidad se implican mutuamente, sus particularidades alcanzan el poder de la definición de la felicidad personal. La lectura y la escritura tienen la facultad de ordenar el pensamiento, determinan sus rumbos y motivos, y configuran su naturaleza, alcances y posibilidades. Un hombre piensa como piensan los libros que lee, su conciencia alcanza la dimensión de lo que su pensamiento se haya planteado, su noción del mundo no es más que la bitácora de su viaje por la región del sentido. Una biblioteca se puede vislumbrar como la puerta de entrada al universo interior. Sí mismo es aquello que se encuentra y construye dentro de sí. Ser lo que se es, no hay otra posibilidad de encontrar la armonía del Ser.

Adelanto de: La expresión poética, ejercicios y reflexiones sobre el aprendizaje de la poesía, de Luis Fernando Macías, que continúa sus libros anteriores: El juego como método para la enseñanza de la literatura a niños y jóvenes, El taller de creación literaria, métodos, ejercicios y lecturas y El cuento es el rey de los maestros.


Luis Fernando Macías Medellín, Colombia, 1957 Narrador, poeta y escritor de obras para niños. Además, se desempeña como profesor de la Universidad de Antioquia, donde dirige el taller de creación literaria. Editor de la colección Palabras rodantes de Comfama y El Metro de Medellín. Fue director de la Revista Universidad de Antioquia y de la editorial de la misma institución, codirector de la revista Poesía y fundador de la Editorial El Propio Bolsillo, la Corporación Ideas y Palabras, y Arlequín Editores. Actualmente codirige la revista virtual Esteros.
Ha publicado los siguientes libros de poemas: Del barrio, las vecinas (1987); Una leve mirada sobre el valle (1994); La línea del tiempo (1997); Del barrio las vecinas (1998 – Houston, 2018); Los cantos de Isabel (2000); Memoria del pez (La Habana, 2002); Cantar del retorno (2003); El jardín del origen (2009); Callado canto (2010); El libro de las paradojas (2015) y Todas las palabras reunidas consiguen el silencio (Suma selecta) en edición bilingüe (Nueva York, 2017).
También ha publicado libros infantiles, ensayos y textos para la enseñanza de la literatura.