Vencer a la muerte, Jorge Paolantonio

Por Enrique Solinas

Una aproximación a la poética del autor argentino

Si pensamos en la literatura argentina contemporánea, no podemos evitar la obra literaria que Jorge Paolantonio construyó a lo largo de toda su vida. Esto se debe a que es uno de los escritores más importantes que ha dado Catamarca, siendo ésta positivamente representada tanto por Luis Franco como por Jorge Paolantonio, ambos escritores de referencia, ya sea en nuestro país como así también en el exterior.
Ha dicho la crítica que Paolantonio “propone mecanismos de reconocimiento y de identidad cultural, especialmente del habla local” [1]; que “ahuyenta el fantasma de la desmemoria y lo deja viviendo para siempre en el discurso poético” [2]; que “es un escritor notable que violentó los límites de la etiqueta ‘literatura regional’ “[3]; que “es una voz propia y con mayúsculas” [4]; que es parte de “los autores que conforman la sección argentina de la nueva literatura latinoamericana -esa que Roberto Bolaño vislumbró como un río ancho y caudaloso” [5]; que “los temas y subtemas de la corriente a la que adscribieron y adscriben en Argentina, con mayor o menor incomodidad, Héctor Tizón, Daniel Moyano o Juan José Hernández tiene continuidad en la obra de Paolantonio” [6]; que “su prosa metafórica y bellamente trabajada permite al lector un constante viaje sensorial riquísimo en vistas, sonidos y aromas” [7], y tan sólo por citar algunos de los numerosos comentarios y estudios que existen sobre su producción.

Si se trata de poesía, ubicamos a Jorge Paolantonio en la poesía de los ’70 y advertimos dos líneas literarias bien definidas a las cuales regresa una y otra vez, con mayor o menor recurrencia: 1) Poemas de sensaciones, los cuales tienen mayor presencia en sus dos primeros libros y el sentimiento humano es el protagonista desde una mirada subjetiva; 2) Poemas metafísicos: aparecen a partir de Extraña manera de asomarse, y van centrando su interés en la búsqueda de aquello que es considerado trascendental.
A su vez, dentro de estas dos grandes clasificaciones, podemos vislumbrar tres tipos de poesía: a) Aquella que expresa emoción y/o sentimiento ante la realidad; b) Aquella que retrata u ofrece un “fresco literario” sobre el otro; c) Aquella que muestra una preocupación sobre el lenguaje y las formas del decir.
En esta última apreciación, es necesario destacar que —desde lo formal— Paolantonio trabaja la palabra como materia y también su significado puro, resultando así una poesía de un gran trabajo estético, complejo, y de enunciados profundos para decodificar.
Si se trata de Teatro, Rosas de Sal ha dado suficientes muestras de la calidad y proyección de su obra teatral, donde lo popular y lo culto se combinan para expresar la violencia de género, la diversidad, la injusticia, la religión, el sexo, el matriarcado, en forma de denuncia social.
Si se trata de Narrativa, la prosa de Paolantonio combina la narrativa histórica, bordeando el realismo mágico y el relato de costumbres, con un manejo del discurso que se apropia de la pintura y el cine, al mismo tiempo que a veces puede ser autorreferencial, en donde memoria y re-creación son fundamentales para entender este universo literario.
Al mismo tiempo, todos los géneros que Jorge Paolantonio visita conversan entre sí, se iluminan y potencian, como si se tratase de un solo texto que expresa sus grandes preocupaciones: la vida y el destino trágico de los hombres, la muerte como desafío para vencer y el amor.

Sobre esta selección

En cuanto a los poemas elegidos, apenas son un recorte subjetivo de su obra. Decidimos que comience en Estaba la muerte sentada (1991) hasta Peso muerto (2008). Incluimos aquellos que consideramos más representativos de las líneas literarias que presenta el corpus total de su producción, el cual consta de 11 volúmenes de poesía hasta la fecha, existiendo libros inéditos en todos los géneros. Valga esta selección como una muestra de su poesía, aunque para poder comprender la unidad y sentido de su obra, sería necesaria una edición de sus poemas completos. Además sumamos el poema inédito “Al morenísimo rostro”.

Sobre Jorge Paolantonio:

Nació en Catamarca, Argentina, el 30 de marzo de 1947. Poeta, dramaturgo, novelista. Desde 1982 hasta su muerte residió en Buenos Aires. Como docente universitario se especializó y doctoró en lengua y literatura anglosajona. Publicó los siguientes libros de poesía: Clave (1973), A imagen y Semejanza (1978), Extraña Manera de Asomarse (1989) Estaba la muerte sentada (1991), Resplandor de los Días inusados (1994); Lengua Devorada (1994), Huaco (2001), Peso Muerto / Dead Weight (2007), Del orden y la dicha (2012), «baus o la lenta agonía de las especies migratorias (2014), 78 RPM (2018).
Se han puesto en escena sus piezas La Carta (1981), Rosas de Sal (1990), Reinas del Plata (1998), Las Llanistas (2000) y numerosos monólogos dramáticos. El último estrenado es Un dios Menor (2013). Su dramaturgia está publicada en los volúmenes Rosas de Sal (1993), Teatro I (2003), Teatro II (2009), Catamarcanas (2012), Un dios menor (2013), El horrendo crimen de la india Ynéz de Huayamba (1713), etc.
En narrativa publicó las novelas Año de Serpientes (Último Reino, 1995), Algo en el aire (Planeta/Seix Barral, 2004), Ceniza de Orquídeas (Ediciones Deldragón, Buenos Aires, 2003); re-editada en New York, JPintoBooks, 2008, en español, para la comunidad latina y traducida como Ashes of Orchids (JPintoBooks, New York, 2009); La Fiamma, Vida de Ópera (Ediciones Deldragón Ediciones, 2008) traducida como La Fiamma, una vita da opera. (Rayuela Edizioni, Milán, Italia, 2014), Traje de Lirio / Año de Serpientes (Imaginante, 2014), Los vientos de agosto (Imaginante, 2016).
Figura en historias de la literatura regional, antologías, diarios y revistas impresas y virtuales nacionales e internacionales. Ha sido traducido al inglés, al francés, al italiano, al portugués, al árabe y al japonés. Falleció en Buenos Aires el 4 de julio de 2019.
Entre otras distinciones, es Primer Premio de Poesía La Gaceta de Tucumán, Premio Nacional-Regional (NOA) de Poesía por la Secretaría de Cultura de la Nación; Premio Quinquenal a la Producción Artística y Literaria por la Dirección de Cultura de Catamarca; Primer Premio Municipal de Poesía de San Fernando del Valle de Catamarca; Primer Premio Nacional del Encuentro Patagónico de Escritores; Primer Premio Municipal de Novela de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Premio Internacional de Novela «SoleLuna» de Milán; Premio extraordinario en dramaturgia de la Fundacion Garzón Céspedes, Madrid; Premio Esteban Echeverría de Gente de Letras; Premio Domingo Faustino Sarmiento de la Cámara de Diputados y Senadores de la Nación Argentina.

De Estaba La Muerte Sentada
Rundinuskín Editor, Buenos Aires, 1991

La poesía

Sentada frente a un número
considera el agua y el fuego
ama y odia
se hace inmensamente pequeña
ante la luz eterna de los astros

cree en la perspectiva
sale del poema para poner su blanco dedo
sobre mis mortales labios

Una mujer vende rosquetes a la orilla del camino a la Merced

oscura
como la tormenta en ciernes
redonda
como los nubarrones
inmóvil
con la ofrenda de sus azúcares nevados
en redondísima fuente

su silencio es pan de sal
junto a la pegajosa mercancía
apilada
como su sangre
y la locura
y el desastre

ella no atina
a fugarse de sí:
naufraga
aferrada a sus confituras
que simulan ceros
de una nada
menos infeliz
que la negra pupila de ésta
y todas sus tardes

Retrato de perfil

Guárdate de los grillos
porque vienes de la algarabía de tus tinajas
de tus ojos sabedores de miel

despojada en viernes santo
hiladora de hojarasca
multiplicadora de panes y besos
barca de tu propia lujuria
sembradora
temerosa seda de otros reinos
alumbrante de sauces
mascarón y atavío
novia temprana del desgarro
ignorante de la niebla de la muerte de la blanca bandera
en los límites felices de la cordura

guárdate de los grillos iris tornasolado de la risa
hermana
mía

Doña Nieves

Vaya a saber de qué costurero
su vestidito floreado
ni de qué alambique su agüita florida

trenza y pie que arrastra

“vengo por las sábanas”

lavandera de mi casa
verónica de los cuerpos
vencedora del sol
vuelva
vuelva con sus manitas rugosas
para enjuagarnos la vida

Tardes de doctrina

La casa que yo digo
bostezaba sus jazmines
a mi paso
nacía exacta
en el patio de atrás del mundo
y una palmera alta como Dios
elevaba
los rosarios las sonrisas
los dientes amarillos
de la señora Eusebia
( Dios te salve del ámbar de sus cuentas
de los escapularios jadeantes
de la proa de su hamaca
asomándose en las tardes de doctrina)

ella estaba insoslayable como la eternidad
sentada en el trono de su mirada acusadora

odiándonos rezándonos sin glorias ni penas

la sepultaron viva las paredes de mi infancia

La casa

todos habemos una casa
con las puertas cerradas para siempre
nos enciende o deshilvana la infancia
pegada al corazón de la cocina
humeante y humeando sobre el mármol

todo habemos una casa
de acariciados patios que partieron
en busca de infinitos corredores
o de largos pasillos
hacia el verano de los hospitales

todos habemos una casa
con infinitas pruebas de amor
y de nerviosas manos
por la sabiduría de los delantales

todos habemos una casa
donde la mesa se agita
con la inmensa risa
de una perfecta hacedora de gallos
y azucaradas festividades

todos habemos una casa
con llave al comedor de luces amarillas
de zapatones y almidón de guardapolvos
amontonados en el alma

todos tenemos
el corazón abierto
detrás de esas puertas
cerradas para siempre

de Resplandor de los días inusados
–Editorial Septiembre, Buenos Aires, 1994–

Las irremediables muertes

Somos los que algunos atisban en el lecho
después de hacernos en el amor
sin treguas y sin cenizas
pordioseros de animalidad despierta
dormida en la bruma inexpugnable
de las buenas maneras
Esos que ven
nos ven sedientos
y somos el espejismo de sus fiebres
los remansos de fuegos sepultados
en la cresta de un grito
apenas revelado en quejidos
y murmullos de aposentos
mientras toda conciencia se oxida
o se acidula o se adormece
como las agujas de los viejos relojes
de sala

¿Somos otros acaso?
¿Hacer el amor no es volver de la muerte?
¿Quién sino el amante puede entrever
el soplo de nuestro rostro verdadero?
Toda nuestra historia está cifrada
en los pliegues
de los tatuajes que nos hemos permitido
y en los ángeles de la carne joven
que olía a manzanas
y celo desesperado
hay
en lo que parecemos ser
una carta interminable
disparada a los ojos del otro
una invocación
un pedido escrito tiempo atrás
en el muro de los propios lamentos

Soy esto que se agita inexorable frente a tu mirada perdida No me dejes Tengo tinieblas que arrastro desde los lobos de otras sangres otros tiempos guarecidos en ampollas y fumarolas apagadas otros nombres decantados entre cuajarazos y remolinos abiertos al asombro He vuelto a nacerte Esto soy yo frente a otro Regresé de las irremediables muertes para perdonarme y sentarme a la diestra de tu corazón henchido
Ya no huelo a manzanas

Elegía

No oigo tu grito
ni sé dónde quedó tu zarza de fuegos bondadosos
aferrados a mi respiración
ignoro tu muerte en cuclillas
y tus manos torpes al costado mismo del remordimiento

me voy hacia pedacitos de cielo
donde el hambre me sea leve
ya que no vuelves
ni tercer día ni tumba vacía
aunque me pinte las boca de verdades azules
aunque descienda de mis barcas amarillas
aunque recoja las redes llenas de hormigas besadoras
aunque te llame y llame
para darte mis flancos de buitre
mis praderas de amapola
mis ojos de estopa
que ya nunca
jamás
podrás incendiar desde tu nombre

Resplandor de los días inusados

Se encendieron entre fumarolas
porque habían estado en la duermevela de nuestros infortunios
Eran los últimos de la fiesta y corrían a lavar las mesas desechadas
y apagaban la última luz entre los desperdicios
mientras nosotros hablábamos de nuestra muerte

No los conocíamos
sino por la extrañeza de nuestros corazones atados
cada vez que la sombra ponía fechas ajenas
al inevitable acato de desaparecer para siempre

Se levantaron de pronto
Se alzaron —remolinos de sal ardida—
para pegarnos en los dientes de comer amores minúsculos
y raíces de mármol y hojas de libros favoritos

Estos días de vértigo por usar bajo las viejas montañas
para gritar los socavones de amortajadas soledades
y un camino apenas visible
entre besos inacabados y lenguas devoradas

Estos días donde gigantescas mariposas de piedra
escriben con lentitud de ovejas
la verdadera fecha de nuestra desaparición

Días abiertos en el abanico de lava de otras mentiras terrenas
Días de entrar y salir y ayunar sin contrición por la carne
zaherida de amaneceres de fiebre

No hay ley que lo extirpe ni cuchillo que los condene
Están allí llamándonos
desde los bordes violáceos del miedo del sudor del escalofrío
hechos de una luz infatigable
como nuestros corazones heridos de otras y tantas muertes invisibles
prestos a estirarse frente a nuestros pasos adormecidos
soplando en nuestro aullido
hasta erizarnos los pies del espanto
las uñas de nuestra locura
el pelo arrastrado de este páramo doliente
y allí están
resplandecientes
inusados
pero nuestros
finalmente.

Donde vayas

Donde vayas
irán tus tigres andrajosos
soplando coplas de miga
te seguirán remolinos violentados
y picos y buches vacíos
remotos huecos sanguinarios
coronitas de papel ajado

Cuando vayas
encenderás tus despojos de vidrio
y los quemarás de rayo y fiebre
fabricarás efigies de seda
toros de estiércol
palomas de agua

Cuando llegues
rondarás sus lacios miembros
hasta que ciña los dientes
apriete los labios
mire sin ver tus tigres coronados
y sienta el zarpazo
donde vayas cuando vayas
con la última hoguera de tu sexo

Pañuelo blanco

Me dijo
que le faltaban
una uña y un hijo
que solían dolerle en la cocina
para que yo conteste
doblando trapos y cartas de amor
dictadas con la última tarde
rondando su pantano de silencio
sus nieblas de tizne y romero

Me dijo
que crujían algunas palabras
mientras tostaba harina de su mar lejano
y los robles
hablaban su lengua de jarro y nácar
profanando la fiebre del torturado
pero siempre desnudo
frente a todos los espejos

Pelirroja

Ah mercedes v. de hartazgo llena
tanta jaqueca dijiste tanta dilación
mercedes pelirroja que no gilda
ni buena bofetada

desflorada de sueños ah mercedes
obligada como torpe manija
a girar paralíticas matronas
ah mercedes colorada
niña mía escarlata
qué cansada lengua suelta tu cansancio
tu sobre apretado a las pestañas
tu sacón de hierba oscura
de tacones de martillo
de sienes dormidas

Qué cansada dijiste
soy de acuario moriré de cáncer

Lázaro

Caer de bruces sin más mundo padre
sin palabras camilla si se salva
dirán todos si se salva oficio impetratorio
si se salva
sábana rústica te vigila el sueño si se salva
belladurmiente mi papá bello
toco su frente solución salina sal disuelta
tanta lágrima
que otoños medulosos palermo de ríos amarillos
eucalipto que hierve vaporoso vestido
tul gestado cofia urraca
hermanita le beso la mano si se salva
digo yo
¿Dónde está dios mamboretá?
¿Dónde está dios a la hora interminable de los hospitales?
Si se salva me dirán si se salva
dé gracias al cielo

Y a dios rogando
sin más mundo que un padre moribundo
que volvió a la vida
con hambre

de Lengua devorada
Sociedad de los Poetas Vivos, Buenos Aires, 1994

letánica

cristal de la bruma enciéndete
silla de sala siéntame

razón del sueño arrúllame
copa de los demonios bébeme
rosa de los vientos sóplame
torre de penurias álzame
casa de lamentos ríeme
arca del naufragio húndeme
estrella fugaz deséame

lengua devorada háblales

1. estelas halladas bajo liras y otros instrumentos cortantes

II

no la aldaba
el diente que en la noche
la oscura deidad bajo la lengua
pozo que hila la saliva

no del gallo el túmulo que teme

sí el humo el tizne
los carbones con que escribe con que atiende
un poema desnudo
canción sin garganta

IV

diga
la lengua devorada
pupilas clavadas en la fruta madura
comedor de alelíes
y bajo la mesa
picotea
la gallina muerte

V

ábrete sesamo
límpiame verónica las pústulas
mátame bruto
quémate roma sin labios elegíacos
despójate de hexámetros
eneas mármol
dido túnica
sin cábala
ni prístina sibila
llama fatídica
cítara de entraña desgarrada
contrariados amores
lenguas carcomidas
por el beso lúbrico
de
dios

VI

de canto
con palabras
sin estambres alas brotes
airesol ni verbos voladores
sin goteo de sangre
ni trueque
de lengua por beso
pañuelo por moneda
espejo por mirada

idioma destripamuerte

IX

mancha venenosa lengua viperina
que se parte en dos y nos destierra
al ártico y al hambre
de justicia
que no das
que niegas
vestida como vas de juez o de puta

X

labios de muerto
cucharones vacíos
pollerones
y
palabras
que cuelgan del ropero

polillas comiéndose las lenguas familiares

XI

no tus ojos picotazos
ni siquiera besos de araña en los roperos del corazón
déjales
marmuerte de los santos
lengua devorada
que naveguen por ella los desterrados
gallo ciego duramadre aguaviva
tu garganta poema

2. enigmas inscriptos en lugares de culto

[…]

máscara o lámpara
para romper tu jubón de mirada aguamarina
címbalo o títere de seda veneciana
pájaro o ácaro
para prenderme de tus oscuros florilegios
pero no
no nunca
barco en tu lengua
para hundirme en tu marmuerte

en la bahía de Spezia.

[…]

no cortarás la cinta atada al roble
canario triste telón
serán blues café-au-lait después del manotazo

lenguas de perro
borrarán tu vómito de señorito confundido

en la Gare de Saint Lazare

[…]

podrás levantarte
y ser el lomo de un caballo moro
andarás galope fusta
y olisquearás el pasto
lavanda pisoteada
y quedarás muerto al final de una línea de Kavafis

en Santa Rosa del Toay

[…]

se abrirá un monedero y un olor a lluvia vendrá a decirte
dónde vas vara de azucenas mustia
señorita que se cruza de brazos
y de piernas
para que el rayo no te sepa las penas

en San Fernando del Valle

[…]

viajarás alrededor del beso
a buscar las uñas del verano
sobre un lecho moreno
donde jadearán los estambres

y no te preguntarás
dónde te sostienes
a la hora en que las piedras
enardezcan el agua y cambie para siempre
el viento de tu sexo

en los Altos de Ancasti

de Huaco
Edición Premio Municipal San Fernando del Valle de Catamarca, 1999

Jesuita

Hay demencia en vasija:
aceite insidioso de obispo
ya instilado en el oído de un rey sordo

Son demasiados Tienen secretos Copulan con herejes

La selva se retuerce
en los augurios:
yaguareté devora niño mataco
palometas llevan dedos de lavandera
rayo fulmina anaconda
vieja pare mellizos ciegos

En la grande orilla
un anillo besa los lacres
y la locura se derrama libre
para cruzar las aguas

Besando la impudicia de una piedra redonda
cae el primer mártir
fulminado por real cédula
de un sordo
que no quiere oír

Mina de plata

arsénico y azufre para morir
o salir de la pobreza
sobre tanta lejanía
tanto cocinarse la sangre
reventar mulas alforjas cinchas
y picar o colar
esperando que el río de fuego
vomite
más pesado que cobre
más liviano que plomo
ese barro de nube
que no marea como el sol el oro
el perú de los césares

volver al pueblo con las manos llenas

Del agua en el tiempo oscuro

José Cubas, caudillo catamarqueño

1.

un siglo y medio clava la pica
fue preciso cercenar el buche
para abrirlo en la garganta de las reinamoras

sus ojos perdidos encienden un caudal de jinetes serenos
rozando llagas radiantes
su solo nombre achicharra bocas de gendarme

arde sobre sus labios una hoja de laurel

2.

noviembre del degollado
al final del miedo mismo se pregunta
para tener el aire del insecto que cae

3.

si los hijos preguntan responder que el salitre come mármol

4.

noviembre del degollado
cuarto día de mil ochocientos cuarentaiuno
vuelve al fulgor un algarrobo

árbol que fue despierta su pajarería
al agua pura de la memoria
él
tan sin cabeza
como entra al florecimiento de sus raíces

5.

en su muerte están las señales
para hallar el fondo basto de la pena
afinarla hasta la transparencia de un ala de cigarra
invocar un estallido de mediodías
una acequia brillante
que
cada noviembre
cada día
cada reinamora cantando
nos anuncie el comienzo del diluvio

Hojas de álbum

1. alta mar, agosto de 1872

una bitácora
se cierra sobre el lomo cansado de Teresa Pannunzio
la vocinglería y el olor a podrido crecen juntos
vuelve a su huerto de Agnone para cortar hojitas de albahaca
y metérsela entre los pechos

ya están del otro lado
los llama
los mira como si fuese a retratarlos
le vienen vigas a la memoria
la agonía de su Alfonso
pasa la piedra del molino y mezcla olivas aplastadas
el olor a podrido
un aceite su desgracia mana espesa pesada turbia
un pañuelo negro su cabeza bamboleándose
y los llama
Saverioantófelicealfóalessandro

el mar se agita
tiene miedo
tanto

2. Manresa, 1922

ella no llora se alude en la nevisca
lejano esperpento quemado en los sanjuanes
no tengo miedo
piensa mi madre que para entonces no es mi madre
quiero a mi madre dice seca
(acaba de perderla entre pústulas y fiebres
hospitales abarrotados
desfile de cajones ya sin nombre)

jorobas de hojarasca son monjas que se la llevan
pierda usted cuidado
musitan al padre de la infanta
se la pondremos piadosa y obediente

allí sobre la nieve sucia
acaso una estampa de Teresa de Ávila
y el reverso repitiendo
no tengo miedo no tengo miedo

3. Altos de Ancasti, 1964

asistida por corazones de yeso
baja esa vieja de caderas macizas
regulando
la verdad o consecuencia
de su antigua liviandad

tiene un párpado
más abierto que el otro
para espiar el más allá

ha visto morir plantas y gatos
ha oído al amante cortarse entre ronquidos
ya sabe
que la amistad
se vuelve de humo y obituario

la ayudan a bajar esa vereda

en el pelo le pesa una flor
coqueta
se la quita y la deshoja

de Peso Muerto / Dead Weight
Ediciones del Mono Armado, Buenos Aires, 2008

del caminante que larga vía toma

no hay sueño posible
que habite estos despojos

digo
y aprieto el paso jadeando
contenido en los zapatos

ya no soy yo ni ese verso desgraciado
qué puntual paradoja
esa grieta
una hendija
y la gata una pariente
que me tumba
me deja
sus crías ciegas

levísimas
rasguñan el centro de mi pecho

arriba muy arriba las estrellas

en el campo todo yermo las espinas

el otoño huele

el animal sentado dice
que tiene agua en las rodillas pies de viga
que las palometas le han comido la alegría
que se quedó sin ganas de caminar sobre las aguas

el animal sentado deja correr ojos y hojas
para poner la mirada color herrumbre
en la frase del obispo
a nadie se niega ni lecho ni tumba

el otoño huele a viejo en sus umbrales polvorientos
como se pasa la vida tan callando

awareness

la vida es una cielorraso desbandado

lancetazos
el cielo sobre la mirada
como diluvio sobre un pueblo viejo

solamente entonces puede nombrarse a los otros
verlos exactos
retratados en su pajarería
ventanales de felicidad reída
ignorando todo destierro

hay que preguntar qué fue de los que amamos
aludiendo a la niebla
las polvaredas de partida
los miedos de niño arrastrando un pie por la vereda

todo vuelve con el techo desplomado

están allí ocultos
partes ocultas de la trama

y al final sólo al final
todos se pertenecen

salar del hombre muerto

cuando la seca es veneno
moscardón zumbando
y el rancherío escarba muelas de su nada
pasan abultados los vientres
de su niños de su changas de sus guaguas

se angulan las comadres
a revolver maíces duros
y los compadres amansan
la chicha larga

entonces el bumbún de las beatas
desagalla la espera
en rosarios y cruces blancas

allí por fin la lluvia se abre

es un gendarme duro
castigando

viejo piropo

este despojo teñido a la carmela
parado a las puertas del yolanda
traje corbata perla florón en ojal
estatua carcomida por el zonda y los calores
el último galán dicen las chicas y sonríen
no lo miran pero aguzan el oído
y él
como siempre
flauta dulce regadera de piropos
requiebros con loción barata
desmiente ese jazmín de tela
y lo deja florecer
y alumbra
a las que oscuras salen del cine
sabiendo que ningún amor las arrebata
ni las lleva
al paraíso que ahora es tecnicolor

habla Eduviges Vidola

y ya le digo señora
la escasez nos llega a todos y dicen que hablo mucho
ni le digo qué copa de leche ni matecocido
ni todo es un rosal que sepa la madredelvalle dónde andan
esas criaturas angelitos les arrimo pan casero y cascarilla
y que lleguen a la escuela con alguito de colores
las veces que me tienen sin dormir estos changuitos
las veces que me sube la tensión vea doña
las veces que me veo corriendo en los pedregales del río
que truena en la creciente sí doña
con las ramas que arrastra terevintos enteros vea
alguna comadreja ahogada
y ahicito paso yo dura muerta picoteada por las musarañas
me sueño me malsueño
y lo único que duele es entonces quién les hace el tasajo
les pica pan y hierve cascarilla para los pobrecitos míos
diosmeampareylavirgen vea para que no les falte

niña cirila

de blanco viene y va niña cirila
pañuelo plegado color cielo
escapularios
soga a su cintura

al alba
su rosario pasa lista
laderas de su cerro
techumbre del vecino
geranios y arvejillas de su patio
perro viejo
vigila

en su promesa
todo vive

habrá que ver los muertos en el diario
llevarles algún par de clavelinas
rezar para que marchen derechito

de la virgen
soy niña consagrada
y voy como queriendo
llegar a los setenta

solo bebo
agua bendita

la rosita del asfalto

chirrido coyuyal
que quema
las ganas de estrenar el sexo

los ojos son rendijas
persiana de mirar la vida
que escupe pepitas de niños y sandía

el macadán es lava
jugo de ardores que corren por la calle

por ese río que lleva las almas en incendio
camina a patacón por cuadra
la santa descalza y aguerrida

vaya a saber desde qué puerto
han zarpado sus pies de milagrera
y pasa
desdeñando la corte secreta que suspira

ay va la rosita
la reina enana que camina el fuego

san fernando del valle
es siesta del infierno

de la tía

hizo su entrada al pueblo
de pamela y guantes blancos
venía con extraña lengua y ojos verdes
para transformar el viento en crema moka
y el té en sinfonía de geranios y canela
eligió su sillón de destronada
y sentenció
soda no agua gasificada
no son zapatos sino tacones
la heladera es kelvineitor
esto es un tailleur
no polvo sino pánkeik
jaqueca nunca dolor de cabeza
mi boca tiene rouge

reinó todo el asombro de la infancia
de la mano del príncipe que silbaba
ella
fabricante de sueños y mujercitas
ella
que en el alvear hotel peinó a josephine baker

la partenaire

nada por aquí nada por allá
salvo su ajada belleza y los afeites
erguida en sus tacones
tocado de plumas
y el hartazgo de saber
que en las galeras no hay conejos
las flores son de tela

las palomas carroñeras
picotean en su encierro

el armario la ahoga
le va quitando el aire

la rutina es sólo eso

todo tiene un doble fondo
un pie que no se ve
un estante oculto
una mentira que aprieta su sonrisa
y duele como muela mala

esos brazos esas manos esos guantes
que apuntan
a la ilusión ajena

nada por aquí nada por allá

la magia es haber sobrevivido

cuerpo del fariñango

chinita barranquera
tranco de tero
hambreada que a falta de tasajo
te llenan las flores de zapallo

pelambre colorada
pechos magros
quién te parió y echó sobre este arroyo
quién te dejó sin nombre de parroquia
quién te abusó
la vez primera

de qué cueva salió tu lengua mota
que no grita que la vida es sólo un tumbo

molino

maría vidal exultante me envía
la estampilla del molino
donde traía olivas para la molienda

le mando una postal
abarrotada de risas
las he venido guardando
desde los tiempos arcanos de la finca
por donde pasaba el agua de la abundancia
y todos éramos enanas biografías

las aspas giran
y ha dejado de llamarme

pero me vuelven frases del libro de lectura
afuera llueve
la familia reunida tomando chocolate

Isla de Menorca, 2005

la mesa

cada vez el espacio es más de hiedra

el jardín es una canción abierta
a la corona solar bajo la nube

un pasaje conduce hasta la mesa a la que todos se sientan

en una hora de aire incierto
las manos se han fundido por las palmas
para sentir que no pueden separarse

alguien ha puesto un plato
con un membrillo abierto en dos mitades

¿quién quiere el corazón del dulce?
¿quién quiere el corazón?

una voz asevera que estarán siempre juntos
las cabezas se inclinan

leves criaturas han tejido risas que se alejan

el jarro

la línea azul del jarro blanco
ese borde abierto
para que vuelvas a beber
lo temprano
y el gusto de la vida cada día

hay una gota
que escapa

apenas la mirada derramándose en el limonero

la viña

ese techo de racimos y abejorros
donde el sol era apenas resquicio

la sembró la madre cuando el hijo nacía
a pesar de la advertencia no crece de semilla

creció
para enroscar en sí misma
y despacharse en uvas agrias

muda oidora
daba sombra pero quitaba el aire

alguien la segó
con un soplido de desprecio

da poco y lo poco amargo

hoy
es sólo un hueco
que habitan los muertos de la casa

bellamuriente

selladamente bella
has perdido los ojos y el aire

                            la reinamora de tu patio

                            cante una endecha

te fuiste
sin laurel ni esparto
sepultada de avemarías
nombrándonos el agua

                             y tengamos la sed para acudirte

esa misma
con que nos echaste a la vida

bellamuriente
amiga feliz de fuentes y de cántaros

                                                       i.m. Teresa Caminal, mi madre

de mi padre

del hombre apacible sólo hay un retrato
sentado grave sereno
de medio cuerpo apuntando hacia una luz de estudio
su rostro robado de una fotografía
mira
sin expresión alguna
a quienes pasan por esa galería de banco de provincia
y todos ignoran
detrás del corbatón de seda
que el alfiler le pincha el corazón

sólo algún portero que le conoció de cerca
sabe cuánto odiaba los cuellos almidonados
la desidia de algunas culonas y la falta de imaginación

alguna vez he ido
expresamente a verlo
a tratar de hallar en la pintura
la risa que inundaba su visión de la vida

no he podido encontrarla
y con tanto peso muerto
dejé de preguntarme
si sus ojos son iguales a los míos
capaces de asesinar con inocencia
esas miradas indiferentes que pasan y pasan
sin verlo

segunda carta

…que mi pie vaya ligero…
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío…

de Liturgia de las Horas, martes,
oración del atardecer.

hermana
escribo desde cabo lejanía
hasta el cielo poblado de tu mesa

te he visto levantar el báculo de madre
vestir tus reinas y muñecos de trapo
y dejarlos más allá del hambre y la tristeza

has vencido tu espalda de tempestades
quebrado tus hombros de vidrio
descosido tus propias palabras
tu aliento
para reunirlos
en un caldero de amor
que todos ríen y mastican

hoy se ponen al candil
en el santo oficio de la memoria
caminan ya sin el miedo filoso
ni la encía cortante
esos los hijos que pariste
herederos de los cuatro vientos
y el corazón caliente

quiero abrazarte bajo las uvas dulces
y voy
con pie ligero
sobre la niebla del cabo lejanía

selfportrait

fin y cabo de mi propia historia
tanto desvestir mis santos
mi infancia demorada adolecer violeta
tanto elegir tanta catástrofe
esta prisa
para quemar las naves bajo el puente
y esperar que una lluvia lave
la sucia perra soledad de lo que acaso
importe sólo a medias

lavanderas y marquesas bestias ciegas
sin otra carga que sus costras
eso
son mis palabras
fatigadas de hábitos y monjes

no quedar en ojos que saben que nos vamos

vestirme de nerón para fotografías
morir en flash es vivir siempre.

Al morenísimo rostro
–poema inédito–

Agua de cuarzo y achumas,
vertiendo por las quebradas;
cardón en alba brillante.
Pachamama de estos valles.

Vuelve feliz tu mirada y enciéndete por nosotros
en cada cima y lomada, en los jasis, en los yacos,
en vías de pedregullo, en cuestas y en ojos de agua

Laven tus ojos la herida de seres y mezquindades
en puestos y caseríos, en los pueblos y ciudades.

Vela en tu plácido gesto
a los que te piden, a los que no te piden
a los que te ignoran, a los que infelices ríen
a los que en su llanto cantan,
mujer cetrina del valle.

María niña y señora,
sol temprano en los zafreros, brisa en los algodonales,
tinaja de los febriles,
guatana de los perdidos, amancay de los infantes.

María de los que siembran, de los que mingan felices,
de los chorrillos y acequias, aguadas, cañaverales,
de las banderas de lluvia, de los yuchanes al alba.

María de los dolidos
de la muerte sorprendida en las minas y salares,
en el aire que envenena tarcos y alpacas reales.

Madre de las violentadas
de los palos y las ruedas, de las pircas y los japes,
de las tacanas y shinquis,
y de los pies que descalzos suben a ti su mirada

María muestra tu rostro
Amamanta a los baguales que con risas te coronan
en misachicos y andares.

Señora morena y madre,
limón real y tunate,
dulzor en las mandarinas, miel de los alfalfares,
aire feliz de los coros, canción por los olivares.

Escucha
Escucha
Mujer
Morenísimo rostro
en la noche de los pumas, en las mañanas corzuelas
en las siestas coyuyales, en los días solitarios,
en la rutina sin norte y en los trabajos esclavos
con el vuelo de las garzas
libéranos de pesares

Oh Madre de dulce rostro
tersura de las vicuñas, firmeza de algarrobales,
murmullo de las teleras, sabor de los membrillares
destreza de los cesteros, perfume de los nogales
aroma de tusca blanca, clamor de los promesantes
jarilla de las candelas, reliquia de los aromos
rosa del pueblo aterido, muyuna de las orantes
reynamora en los talares

Señora de toda hora
Señora de cada instante
Señora de todo techo,
la de apachetas y altares
y de una fe sin quebrantos
que se perdió con mi infancia

Morenísima nombrada
seas siempre entre nosotros
aguita de los sedientos, limón real y tunate
dulzor en las mandarinas, miel de los alfalfares
Con el vuelo de las garzas libéranos de pesares.
Escucha
Escucha
Pachamama
Señora
Señora morena y madre


[1] Diario La Unión, Catamarca, Domingo 19 de Setiembre de 1993, p. 14.
[2] Calás de Clark, María Rosa, Historia de las Letras en Catamarca, volumen IV; Ediciones Municipales, 2006, p. 427.
[3] Diario Los Andes, “Los que vienen”, Suplemento Estilo, Mendoza, 30/10/2009.
[4] Ara, Guillermo, XV Feria del Libro, Buenos Aires, abril de 1989.
[5] Flores, Mauricio, Milenio/Cultura, México, 16/11/2008.
[6] De Nucci, Sergio, “La tragedia de un pueblo”, Página/12, Suplemento Radar, 28/12/2004.
[7] Bland, Sally, “The Metaphors of vanishing dreams –Ashes of Orchids– O’neill in Buenos Aires”, The Jordan Time, 26/11/2009.


Enrique Solinas. Escritor, docente, traductor, investigador y periodista cultural.