Hans Christian Andersen, Las claves de Hans

Cuáles son los mensajes y procedimientos literarios que definen el colorido de la obra de Andersen y le otorgan un lugar tan privilegiado en el corazón de sus lectores, la siguiente puede ser una manera de buscar la respuesta.

Por Luis Fernando Macías

Cuando se reúne la obra de un escritor, por muy extensa que sea, conserva sus mensajes esenciales, que se pueden extractar de un texto, de otro o del corpus completo. Habitualmente los lectores son proclives a unos de estos mensajes, en tanto dejan pasar los otros. Para un lector dado, el escritor es más preciado cuanto más afín lo encuentre. Si uno se pregunta por las claves de Hans Christian Andersen, es decir, cuáles son los mensajes y procedimientos literarios que definen el colorido de su obra y le otorgan un lugar tan privilegiado en el corazón de sus lectores, la siguiente puede ser una manera de buscar la respuesta:

Primero, era esencialmente un poeta

El poeta es un ser que logra encarnar el espíritu de la poesía y hace que este se manifieste en la totalidad de sus obras y de sus actos. No es una profesión que se elige, sino una condición natural que se posee gracias a la actitud que se asume ante el mundo y la existencia, mezcla de inocencia y visión profunda. Por la poesía nos es posible vislumbrar el corazón sensible de los hechos y de las cosas, al mismo tiempo que comprendemos o nos inclinamos a comprender el sentido de la existencia, pues se nos representa su origen o su definición. Las facultades que hacen de Andersen un auténtico poeta son: la inteligencia, la inocencia, el amor, la visión y la capacidad de penetrar el espíritu de lo sensible. La primera la heredó del padre, la segunda de la madre, la tercera de ambos y de su abuela paterna, y las restantes le llegaron de suyo, favor de los hados:

En el año de 1805 vivía aquí, en un pobre cuartito, una pareja de jóvenes recién casados, que se amaban muchísimo: Él, zapatero, tenía apenas 22 años de edad, un hombre muy inteligente, una naturaleza auténticamente poética. La mujer tenía algunos años más, no sabía nada del mundo y de la vida, pero su corazón estaba lleno de amor. El joven se había construido él mismo su taller y su lecho nupcial, y para este último había utilizado el armazón de madera que poco antes había sostenido el ataúd del difunto conde Trampe, cuando estaba de cuerpo presente. Los negros restos de tela de las tablas aún lo recordaban. En lugar del cuerpo del conde, rodeado de flores y candelabros, yacía aquí el 2 de abril de 1805 un niño vivo que lloraba: era yo, Hans Christian Andersen. Mi padre se pasó los primeros días sentado en la cama leyendo en voz alta a Holberg mientras yo lloraba; “duérmete o escucha en silencio”, dijo en broma. Pero yo seguía llorando, y el cura, que era hombre de mal genio, dijo: “Este niño chillo como un gato”, palabras que mi madre no pudo olvidar nunca. Un viejo emigrante, Gomat, que servía de padrino, la consoló diciéndole que cuanto más fuerte llorara de niño mejor cantaría cuando creciera.

Cada uno de sus textos refleja la totalidad de su condición, y en ellos prima ya una característica, ya otra. Por ejemplo, en El traje nuevo del emperador el emperador es vanidoso y ciego por causa de su vanidad (por supuesto, en el cuento la condición es llevada hasta el extremo del mismo modo que una caricatura exagera un rasgo para hacerlo más visible); el niño es inocente y sincero; los tejedores son pícaros y el pueblo, confiado. Asimismo, el cuento en su totalidad constituye una visión profunda de la condición humana y reúne la malicia y la inocencia, es decir, las dos miradas del hombre, dos manifestaciones opuestas del espíritu del bien y del espíritu del mal, la mirada de los dos ojos.

Un cuento, que no es muy conocido, titulado El niño malo, narra el encuentro de un anciano poeta y el dios Cupido, que se le presenta bajo la forma de un niño con arco y flechas, bajo una terrible tormenta. El anciano salva al niño de la tormenta y éste le paga clavándole una flecha en el corazón, razón por la cual el poeta concluye que Amor es un niño muy malo y decide advertir en vano a todos los niños del mundo para que no los engañe como a él. Una lectura profunda de este cuento nos comprueba porqué Andersen era esencialmente poeta.

Segundo, era un ser del mundo de la luz

Aunque en la existencia nada se da de modo unilateral y las características esenciales que nos constituyen no se presentan puras, es posible definir de qué lado está un hombre, si de la luz o de la sombra. Aunque estas nociones son muy complejas y se requiere de los máximos estudios psicológicos para llegar a tener una relativa claridad sobre ellas, desde los más remotos tiempos, y atendiendo a la intuición más que a la razón, hemos reconocido características particulares de los individuos que nos permiten suponer de qué lado están. Son del lado de la luz los amantes del bien, los defensores del amor, los que guardan el temor de Dios y saben que el destino está más allá de la voluntad personal.

Un día fuimos a un lugar cuyo administrador era un hombre de malísimo genio. Le vimos llegar con un látigo tan grande que daba miedo; mi madre y todos los demás echamos a correr; yo llevaba puestos unos zuecos sobre los pies descalzos, los perdí, los rastrojos me pinchaban, no pude correr y me quedé rezagado. En seguida levantó el látigo… Le miré a los ojos y grité sin darme cuenta: “¡Cómo te atreves a pegarme cuando Dios puede verte!” Y aquel hombre riguroso me miró con dulzura, me dio un suave cachetito en la mejilla y me preguntó el nombre y me dio dinero. Cuando se lo enseñé a mi madre, ella dijo a los demás: “Es un chico extraordinario este Hans Christian mío; todo el mundo es bueno con él, hasta ese mal hombre le ha dado dinero. 

Si hacemos un recuento de los personajes fundamentales de los cuentos, podemos llegar a la conclusión de que todos ellos libran una lucha entre el bien y el mal, en la que siempre el bien sale vencedor, gracias al respeto por la leyes divinas: El soldado de El encendedor de yesca se opone a una bruja que quiere el instrumento mágico para perpetuar su maldad; el joven de El compañero de viaje es un muchacho bueno que gasta todos sus bienes en pagarle a unos ladrones para que no profanen el cuerpo muerto de un hombre abandonado en su ataúd y después sostiene una doble batalla contra el troll y la princesa embrujada con quien finalmente se casa; frente a la tontería del emperador se impone la verdad de la inocencia del niño; la fuerza del bien de la hermana de Los cisnes salvajes les permite, finalmente, recuperar su condición de hombres…

Tercero, era un hombre colmado de buena fe

Aunque su cuna fue una humilde zapatería en Odense y su padre murió joven con la tristeza de no haber podido educarlo, Andersen era un muchacho optimista en procura de asumir su propio destino, sin escatimar en lo que fuera necesario sufrir para lograrlo. Fue así como a los catorce años abandonó el pueblo natal rumbo a Copenhague, con la esperanza de hacerse actor de teatro y con la confianza irreductible de que su talento, que todavía le era desconocido, lo salvaría. Casi todos sus cuentos, incluyendo el de su vida, poseen esta estructura, El patito feo, La reina de las nieves, El baúl volador, La sirenita… Aunque nos muestra que la adversidad siempre está presente en cada paso del camino de la vida, nos deja claro que la lucha denodada y leal contra ella nos permite finalmente vencerla contra todas las apariencias y que es justamente esta lucha la que le da mayor sentido a la existencia:

Mi vida es un bello cuento, rico y feliz. Si cuando era niño y me dirigía pobre y solo al ancho mundo me hubiera encontrado una poderosa hada que me dijera: “Elige tu vida y tu meta y yo te protegeré y te guiaré de acuerdo con lo que mejor pueda ser para el desarrollo de tu alma y para la razón”, mi destino no habría podido ser más feliz, más discreto y mejor guiado. La historia de mi vida le dirá al mundo lo que me dice a mí: Existe un Dios de amor que conduce todo hacia lo mejor. 

Cuarto, poseía una imaginación que le permitía crear un cuento a partir del acontecimiento aparentemente más insignificante

Madre saúco narra la historia de un niño que está resfriado porque, al regreso del colegio, se ha puesto a jugar en el arroyo hasta empaparse los calcetines. La madre, con la intención de calentarlo le prepara una bebida de saúco. En ese momento llega un anciano del vecindario y le narra el cuento que nace del humo de la tetera donde la madre calienta el agua para la bebida de saúco. El cuento de Andersen está estructurado por las dos historias en los dos planos; el cuento del anciano, que es el cuento dentro del cuento, narra la historia de las bodas de oro de un viejo matrimonio. Ambas historias son bastante sencillas, pero están tocadas por la magia de la poesía y de la imaginación que permite el juego de los mundos. Cuando el lector menos lo piensa, se sorprende en la región de la fantasía, donde la realidad ha desaparecido y, en su lugar, habitamos el reino leve de la felicidad y la inocencia.

Las historias de las ancianas, las figuras dementes que veía a mi alrededor en el hospital, llegaron a influir sobre mí de tal modo que cuando oscurecía apenas me atrevía a salir de casa. Además, solían autorizarme a que los domingos me tumbara en la cama de mis padres, con largas cortinas floreadas, para que la tarima donde yo dormía no ocupara sitio en la habitación. En la cama paterna soñaba despierto, como si el mundo real no tuviera nada que ver conmigo.

Quinto, conocía los sentimientos humanos desde la raíz misma del dolor

El amor, la felicidad, el anhelo de vivir, la compasión, la bondad, la esperanza, la fe, la confianza, la solidaridad, la gracia divina, la lealtad… El odio, la tristeza, la impotencia, el orgullo, la maldad, la desesperanza, la negación, la desconfianza, la indiferencia, la angustia, la traición… Cada uno de sus cuentos resume un combate entre sentimientos opuestos, tocado siempre por la gracia de la poesía y resuelto por el don de la sabiduría. Si hay algo que resulte nuevo en Andersen en relación con lo que hasta su época se consideraba literatura infantil, es la presencia de los sentimientos humanos, reflejados de la manera más verosímil y, al mismo tiempo, conmovedora. El amor de El firme soldado de plomo, es el amor de todo ser humano que pone sus ojos en el objeto más alto y sabe que no puede alcanzarlo, pero que tampoco puede abandonarlo; la tristeza de La vendedora de fósforos es la tristeza de todos los desesperanzados que sólo pueden recurrir al sueño del olvido en el recuerdo de los instantes felices; la vanidad de la aguja de zurcir, del trompo dorado, de la pelota de tafilete, del pobre emperador y del hermoso cisne que creció como patito feo, resume la condición de las dos vanidades del hombre: la de la arrogancia, que lo condena y la de la egoencia, que lo salva a pesar de la adversidad.

Estos cinco mensajes o características no son más que un número arbitrario para darle orden a una exposición no muy larga; son el principio de análisis de la obra de Andersen y la búsqueda de su significado; constituyen una mirada más o menos rápida de su vida y de su obra. Asimismo, podemos destacar tres procedimientos o técnicas literarias que le permiten darle forma convincente a sus mensajes. Tres es también un número arbitrario.

Uno, la personificación

En los diccionarios y manuales de literatura se nos define la personificación como la figura literaria por medio de la cual se le asignan características humanas a los animales o a los objetos. Cuando se trata de objetos simplemente, algunos críticos le dan el nombre de animación. Esta figura, como procedimiento literario, es muy común en los cuentos infantiles, en las fábulas y en los cuentos populares tradicionales. Tal vez su razón de ser esté en el hecho de que facilita al escritor tomar distancia sobre la realidad o sobre los personajes reales de su entorno para poderlos describir objetivamente, para objetivarlos y así convertirlos en prototipos o tipos universales. En el caso de Andersen, la personificación es un recurso indispensable y más que personas universaliza sentimientos. Quizá hasta su obra, en ninguna otra parte había asumido características tan variadas y significativas. La obra de Andersen enriquece en gran medida la personificación como procedimiento y les permite a los autores posteriores un recurso renovado y múltiple, válido para el desarrollo de la imaginación y de la comprensión de la existencia humana. Tres cuentos nos sirven como ejemplo de sus múltiples maneras de usarla: El firme soldado de plomo, donde los personajes centrales son los juguetes sin que aparezca la presencia de los seres humanos más que circunstancialmente; Los novios, donde los personajes son un trompo y una pelota de tafilete, que se ven obligados a pagar el precio de la vanidad y del orgullo, bajo la forma de la ausencia de amor, convirtiéndose en ejemplo modelador del comportamiento; y el último ejemplo son Las flores de la pequeña Ida, donde las flores danzan a la media noche como en las antiguas cortes ante la pequeña Ida como testigo.

Dos, la metáfora

La metáfora es el procedimiento por excelencia de la poesía, pero en los cuentos infantiles se vuelve indispensable, ya no como la sustitución de un término por otro, sino como la manifestación de una historia que significa otra. Veámoslo en ejemplos: en Los novios, el diálogo que se presenta entre el trompo y la pelota es el prototipo de un diálogo habitual entre los jóvenes, de modo que la historia se convierte en advertencia de lo que suele suceder cuando se procede de cierta manera; pero en Andersen no se trata de un cuento ejemplarizante con un simple contenido moral, sino que se trata más bien de una revelación de la condición humana. La sirenita, El firme soldado de plomo y El niño malo, no solo revelan las dificultades y posibles manifestaciones del amor, sino también, y en particular, la noción de amor de Andersen.

Tres, la alegoría

La alegoría es el procedimiento preferido de las fábulas, pues gracias a su alusión indirecta se convierte en crítica mordaz de los comportamientos viciosos, pero en Andersen, al igual que la metáfora, se convierte en el instrumento revelador de la condición más profunda de la naturaleza humana. El patito feo, por ejemplo, es una alegoría de la vida de Andersen además de muchas otras cosas; Los chanclos de la felicidad, Pulgarcita, La reina de las nieves… son alegorías de la existencia y El ruiseñor, del arte.

Para finalizar, podemos decir que los cuentos de Andersen poseen la estructura del cuento popular tradicional que, como sabemos, repiten la estructura del viaje de la vida y permiten, por el camino del ensueño y el abandono a la contemplación, comprender los secretos de la existencia y nos enseñan a afrontar los problemas y las dificultades con la actitud más positiva, la confianza más pura y la convicción más firme.

Encuentro Esteros: La enseñanza de la Literatura, conferencia por Luis Fernando Macías:
https://www.youtube.com/watch?v=sNN-XpDbVxc&feature=emb_logo



Hans Christian Andersen fue un escritor y poeta danés, famoso por sus cuentos para niños, entre ellos El patito feo, La sirenita y La reina de las nieves. Hijo de un humilde zapatero, pronto aprendió diversos oficios, pero no finalizó ninguno.

Luis Fernando Macías (Medellín, Colombia, 1957). Profesor de la Universidad de Antioquia. Ha publicado las siguientes novelas: Amada está lavando (1979); Ganzúa (1989); Eugenia en la sombra (2003); Morir juntos (2019) y Las muertes de Jung (2019). Los siguientes libros de poemas: Una leve mirada sobre el valle (1994); La línea del tiempo (1997); Del barrio las vecinas (1987); Los cantos de Isabel (2000); Memoria del pez (La Habana, 2002; Bogotá 2017); Cantar del retorno (2003); El jardín del origen (2009) y El libro de las paradojas (2015); Todas las palabras reunidas consiguen el silencio (2017). Los siguientes libros infantiles: La flor de lilolá (1986); La rana sin dientes (1988); Casa de bifloras (1991) Alejandro y María (2000); Así lo escuché… (2015); Quien no la adivina bien tonto es (2004); Señor, señora, adivine ahora (2015); Valentina y el teléfono mostaza (2018); No es tan gallina porque adivina (2018); Adivine pues (2020) y Cuentos infantiles para libros álbum (2020). Los siguientes libros de ensayo: Diario de lectura I: Manuel Mejía Vallejo (1994); Diario de lectura II: El pensamiento estético en las obras de Fernando González (1997); Busca raíz (1999); Diario de lectura III: León de Greiff, quintaesencia de la poesía (2015); El juego como método para la enseñanza de la literatura a niños y jóvenes (2003); El taller de creación literaria, métodos, ejercicios y lecturas (2007); El cuento es el rey de los maestros (2007). Los siguientes libros de cuentos: Los relatos de La Milagrosa (2000); Los guardianes inocentes (2003) y Los animales del cielo (2019).