Bukowski: 30 años de su muerte

En esta nota —que reúne una entrevista realizada a Bukowski, una carta y un poema— nos acercamos a una de las voces norteamericanas más influyentes de la literatura. La presencia innegable de Charles Bukowski en el imaginario colectivo de las letras nos exige repensar su obra, su polémica palabra y su vida rendida a los misteriosos juegos de la escritura.

Por Mariano Rolando Andrade

1. «Charles Bukowski habla»: primera entrevista.

Por Arnold L. Kaye, corresponsal en Los Ángeles del Chicago Literary Times.
Marzo de 1963.


Para el entrevistador, Charles Bukowski es lo que el yeti para el explorador del Himalaya. Es difícil de encontrar y, cuando lo has encontrado, la vida se vuelve excesivamente peligrosa. Algunos han dicho que no hay un Charles Bukowski. Durante muchos años un persistente rumor afirmaba que esos borrascosos poemas firmados con su nombre eran en realidad escritos por alguna desagradable anciana con axilas peludas. Pero sí, hay un Charles Bukowski, viviendo de manera solitaria en un apartamento de un cuarto, cama plegable (sí, agua fría), en el corazón de Hollywood, oculto de un lado por la Oficina de Asistencia Pública, la Oficina de Seguridad de la Tercera Edad, y del otro lado por el Hospital Kaiser Foundation. El pobre Charles Bukowski, con su aspecto de un yonqui jubilado, parece pertenecer a este lugar.
Cuando abrió la puerta sus ojos tristes, su fatigada voz y su salto de cama de seda me dijeron que aquí estaba, en muchos sentidos, un hombre cansado. Nos sentamos y hablamos, tomamos cerveza y scotch, y finalmente Charles, como una virgen que entrega, sucumbió a su primera entrevista. Desde la ventana, si asomás la cabeza lo suficientemente lejos, podés ver las luces de la casa de Aldous Huxley en lo alto de la colina, donde viven los exitosos.

Kaye: ¿Le molesta que Huxley esté en un lugar desde el que puede escupirlo?

Bukowski: Ah, esa es una buena pregunta. (Se metió en el hueco detrás de la cama plegable y salió con un par de fotos de él)

Kaye: ¿Quién las tomó?

Bukowski: Mi novia. Murió el año pasado. ¿Cuál era la pregunta?

Kaye: ¿Le molesta que Huxley esté en un lugar desde el que puede escupirlo?

Bukowski: No he ni siquiera pensado en Huxley, pero ahora que lo menciona, no me molesta.

Kaye: ¿Cuándo empezó a escribir?

Bukowski: Cuando tenía 35. Considerando que el poeta promedio empieza a los 16, tengo 23.

Kaye: Varios críticos han observado que su trabajo es francamente autobiográfico. ¿Le importaría hablar sobre eso?

Bukowski: Casi todo. Noventa por ciento de cien, si he escrito cien. Lo otro es inventado. Nunca estuve en el Congo belga.

Kaye: Me gustaría hacer referencia a un poema en particular en su libro más reciente, «Run with the Hunted». ¿Por casualidad tendría el nombre y la dirección de la chica que menciona en «A Minor Impulse to Complain»?

Bukowski: No. No hay una chica en particular. Esta es una amalgama de chica, hermosa, con piernas con medias de nylon, no-lo-bastante-puta, criatura de una noche medio borracho. Pero existe realmente, aunque no con un solo nombre.

Kaye: ¿No es eso gramaticalmente incorrecto? Parece haber una tendencia a clasificarlo como el personaje ilustre de los poetas solitarios.

Bukowski: No puedo pensar en ningún poeta solitario más allá de uno muerto, (Robinson) Jeffers. El resto quieren babearse unos a otros y abrazarse unos a otros. A mí me parece que soy el último de los poetas solitarios.

Kaye: ¿Por qué no le gusta la gente?

Bukowski: ¿A quién le gusta la gente? Muéstreme al que le gusta y le mostraré por qué no me gusta la gente. Punto aparte. Mientras tanto, voy a tener que tomar otra cerveza (Se fue malhumorado a la pequeña cocina y le grité mi siguiente pregunta).

Kaye: Esta es una pregunta trillada. ¿Quién es el poeta vivo más grande?

Bukowski: No es trillada. Es dura. Bueno, tenemos a Ezra… Pound, y tenemos a T.S. (Eliot), pero ambos han dejado de escribir. De los poetas que producen, diría… Oh, Larry Eigner.

Kaye: ¿En serio?

Bukowski: Sí. Sé que nunca nadie ha dicho esto. Es todo lo que se me ocurre.

Kaye: ¿Qué piensa de los poetas homosexuales?

Bukowski: Los homosexuales son delicados y la mala poesía es delicada, y Ginsberg ha dado vuelta las cosas al hacer de la poesía homosexual una poesía fuerte, casi poesía varonil. Pero a largo plazo, el homosexual seguirá siendo el homosexual y no el poeta.

Kaye: Para ir a cuestiones más serias, ¿qué influencia piensa que ha tenido Mickey Mouse en la imaginación estadounidense?

Bukowski: Dura. Dura, de verdad. Diría que Mickey Mouse ha tenido más influencia en el público estadounidense que Shakespeare, Milton, Dante, Rabelais, Shostakovich, Lenin, y/o Van Gogh. Lo que dice «¿Qué?» sobre el público estadounidense. Disneyland sigue siendo la atracción central del sur de California, pero la tumba sigue siendo nuestra realidad.

Kaye: ¿Qué le parece escribir en Los Ángeles?

Bukowski: No importa dónde escribas en tanto tengas las paredes, máquina de escribir, papel, cerveza. Podés escribir desde la boca de un volcán. Dígame, ¿piensa que podría conseguir 20 poetas que contribuyan con un dólar por semana para mantenerme fuera de la cárcel?

Kaye: ¿Cuántas veces ha sido arrestado?

Bukowski: ¿Cómo saberlo? No muchas. 14,15 quizás. Pensé que yo era más duro que eso pero cada vez que me arrestan me arrancan las tripas, no sé por qué.

Kaye: Bukowski, ¿qué ve para el futuro ahora que todo el mundo quiere publicar a Bukowski?

Bukowski: Solía estar tirado borracho en callejones y probablemente lo vuelva a estar. Bukowski, ¿quién es? Leo sobre Bukowski y no parece tener nada que ver conmigo. ¿Entiende?

Kaye: ¿Qué influencia ha tenido el alcohol en su obra?

Bukowski: Mmm, no creo que haya escrito un poema estando completamente sobrio. Pero he escrito unos pocos buenos o unos pocos malos bajo el martillo de una resaca negra, cuando no sabía qué sería mejor, si otro trago o un cuchillo.

Kaye: Parece sentirse un poco mal hoy.

Bukowski: Me siento un poco mal, sí. Es domingo a la noche. Fue un duro programa de ocho carreras. Estaba 103 arriba al final de la séptima. Derrotado por medio cuerpo por un caballo que pagaba 60-1 y que debería haber sido enlatado como comida para gatos hace años, el perro. Bueno, un día de pocas ganancias o profeta («profit or prophet», en el original en un juego de palabras en inglés) lleva a una noche de borrachera. Despertado por este entrevistador. Y realmente voy a tener que emborracharme cuando se vaya, y hablo en serio.

Kaye: Señor Bukowski, ¿cree que todos vamos a volar por los aires pronto?

Bukowski: Sí, creo que lo haremos. Es una simple cuestión de matemáticas. Usted tiene el potencial, y luego tiene la mente humana. En algún momento en el futuro va a haber un estúpido o un chiflado en el poder que simplemente nos va a volar a todos hasta el infierno. Eso es todo, calculo.

Kaye: ¿Y cuál piensa que es el papel del poeta en este desastre mundial?

Bukowski: No me gusta la forma en que está expresada la pregunta. El papel del poeta es casi ninguno… deprimentemente ninguno. Y cuando se sale de sus zapatos y trata de ser duro como lo fue nuestro querido Ezra, tiene su pequeño culo rosado cacheteado. El poeta, por regla, es un hombre a medias, un maricón, no una persona de verdad, y no está en condiciones para dirigir a hombres de verdad en cuestiones de sangre, o coraje. Sé que estas cosas son contrarias para usted, pero tengo que decirle lo que pienso. Si hace preguntas tiene que tener las respuestas.

Kaye: ¿Tiene?

Bukowski: Bueno, no sé…

Kaye: Me refiero en un sentido más universal. ¿Tiene que tener las respuestas?

Bukowski: No, por supuesto que no. En sentido más universal, solo tenemos una cosa. Sabe… una lápida si tiene suerte. Si no, hierba verde.

Kaye: ¿Entonces abandonamos el barco o la esperanza completamente?

Bukowski: ¿Por qué esos clichés, tópicos? Está bien, bueno, diría no. No abandonamos el barco. Digo, tan trillado como pueda sonar, que a través de la fuerza y espíritu y fuego y osadía y riesgo de unos pocos hombres de unas pocas formas podemos salvar de ahogarse al cadáver de la humanidad. Ninguna luz se apaga hasta que se apaga. Peleemos como hombres, no como ratas. Punto aparte. Nada más que agregar.

Extraído de: Charles Bukowski, «Sunlight Here I Am: Interviews and Encounters 1963-1993», Sun Dog Press, Northville (Michigan), 2003.

Traducción Mariano Rolando Andrade


2. Carta de Henry Miller a Charles Bukowski

22 de Agosto de 1965

Querido amigo.

La única razón por la cual no te digo que vengas ahora mismo es porque ayer, después de casi dos años de postergar mi propio trabajo para satisfacer a otros, decidí que yo estoy primero. Y entonces volví a trabajar en una medio terminada obra de un acto —¡otra parodia!— y no voy a ver a nadie hasta que no termine con esto.
El amigo que me envió [3] copias más de tu libro (que ahora puedo pasar a amigos) debe ser Bob Fink. Si no ha pagado házmelo saber. Pensaba pagar, como lo hice por los tres primeros, pero dijo por teléfono: “¡Se han ocupado de todo!”. Y si no ha pagado el precio total, quiero agregar el faltante. El libro vale el doble de lo que los editores piden por él. Le dije a Lyle Stuart que se asegure de tenerlo en venta en Pickwick’s y Martindale’s—aparentemente no había pensado en ellos. También le pedí más formularios de pedidos así puedo enviárselos por correo a amigos.
¡Basta de esto! Tan contento de que hayas descubierto a Céline. Su primer libro («Voyage») se publicó casi al mismo tiempo que Cáncer. Vivía justo arriba de su clínica en Clichy pero era demasiado tímido para subir a buscarlo. El 2do libro («Death on the Installment Plan») también es grandioso. No te lo pierdas. Salió en edición de bolsillo, creo (por New Directions).
¡Espero que no estés tomando hasta reventar! Y especialmente no cuando estás escribiendo. Es una forma segura de matar la inspiración. Toma solo cuando estés feliz, si puedes. Nunca para ahogar tus penas. ¡Y nunca tomes solo! Perdóname por decir estas cosas—pero ¿por qué tirar tu vida por la borda! Hay un punto de vista, una actitud hacia la vida más allá de la de Céline, créeme. Terminó como un hombre amargado—sin embargo, resulta que sé que era un alma angelical verdaderamente.
¿Has intentado alguna vez prosa? Uno de mis poetas en prosa favoritos es Jean Giono. ¿Alguna vez has leído su «Blue Boy»? Creo que significará algo para ti. Te doy mi palabra.
Tengo que detenerme ahora. Todo lo mejor para ti. Si puedo ser de ayuda, házmelo saber.
Salut!

Henry Miller

PD: Olvidé agradecerte por los dibujos. Aún estoy pintando sin saber cómo dibujar. Siempre me echaron de la clase de arte en la escuela. Es todo tanta feliz pendejada, ¿no?

Extraído de: Henry Miller, «Dear Friend: A Letter from Henry Miller to Charles Bukowski», August 22, 1965, Table-Talk Press, University of California, Santa Barbara, 1987.

Traducción Mariano Rolando Andrade


3. Un homenaje a Hemingway, por Bukowski

El luchador

Hemingway lo siente desde la tumba
cada vez que los toros corren

por las calles de
Pamplona
otra vez

se incorpora
el esqueleto resuena

la calavera quiere un trago

las cavidades de los ojos quieren la luz del sol.

los jóvenes toros son bellos,
Ernest

y tú lo eras
también

no importa
lo que digan

ahora.

The fighter

Hemingway feels it from the grave
every time the bulls run through

the streets of
Pampelune
again

he sits up
the skeleton rattles

the skull wants a drink

the eyeholes want sunlight action.

the young bulls are beautiful,
Ernest

and you were
too

no matter
what they say

now.

Extraído de: Charles Bukowski, «People Poems 1982-1991», Woormwood Books & Magazines, Stockton (California), 1991.

Traducción Mariano Rolando Andrade


Charles Bukowski: (Andernach, 1920 — San Pedro, California, 1994). Alineado con el anticonformismo californiano de la generación beat, se caracterizó por utilizar un lenguaje agresivo y una temática marginal, a menudo obscena o violenta. Entre sus 27 libros destacan: «El cartero» (1971), «Escritos de un viejo indecente» (1969), «Ordinaria locura» (1976, que inspiró una película de Marco Ferreri) y «Música de cañerías» (1983). Escribió, además, novelas y prosas varias, consideradas, en su mayoría, de corte autobiográfico.


Mariano Rolando Andrade Buenos Aires, 1973. Escritor, poeta, traductor y periodista. Vive en París y ha publicado la novela Los viajes de Rimbaud (1996), la antología bilingüe Poesía Beat (2017) y el poemario Canciones de los Mares del Sur (2018). Editó Luisa Futoransky: Los años argentinos (2019), primer volumen de la obra completa en verso de la poeta argentina. Fue seleccionado en la antología de poesía Buenos Aires no duerme (1998) y Atlas de la Poesía Argentina (2019) y ganó el Premio Juan Rulfo de Radio Francia Internacional (RFI) a mejor cuento en lengua francesa (2001). Colabora en diferentes revistas literarias de América Latina y sus poemas han sido publicados en Argentina, México, Colombia, Chile, Venezuela, España, Francia y Marruecos, y traducidos al francés, el italiano y el árabe.

Deja un comentario