Cuando pienso en libertad: muestra de poetas venezolanos, segunda parte

Esta es la segunda entrega de la muestra de poetas venezolanos presentada por Gladys Mendía, en exclusiva para Esteros. Voces que continúan la tarea de construir un país, una identidad y una historia que debe ser pensada y repensada.

por Gladys Mendía

La primera parte se puede leer aquí:
Cuando pienso en libertad: muestra de poetas venezolanos, primera parte.

Néstor Mendoza (Venezuela)


I

Y no tanto la muerte sino la pérdida
de todo temor a morir. Y no tanto
ser aplastado o convertido en quietud
blanca sino el convencimiento de
vivir sin motivaciones reales; sin
miedo iban a buscar motivos para
no morir y justificar la monotonía
de la búsqueda incansable; seguían
viendo el pecho al aire, pequeño,
en lactancia materna, y en esa mínima
boca de niño que chupa el pecho
y los paseantes que miran la succión.
No se logró registrar las maneras de
aniquilar. La onda expansiva duró
tanto y tan sostenida fue su trayectoria
que la muerte llegó y se ajustó a la medida
de todos los zapatos roídos, cansados
de tantos pasos alrededor de la ciudad,
en búsqueda tenaz y bastante agotadora
de esos globos que de la ojiva caían, no se
sabe si bolsas nutricias o vacías pero muy
aptas para la asfixia de todos.
Ninguna escoba
pudo barrer tanto
polvo blanco del suelo.
Del cielo nadie pudo
atajar la caída del fuselaje
y su inestable movimiento.
Al fin cayó la ojiva
y calló a quienes aún
gritaban. Ojalá hubiese
quedado algún
superviviente
para contemplar
este paisaje de cal,
lienzo sin matices,
sólo figuras
blancas, enflaquecidas,
que si se tocan
se desploman
y generan una
nube de fino
polvo,
más bien
ce
ni
zas.

De «Ojiva»

Néstor Mendoza (Mariara, Venezuela, 1985). Licenciado en Educación, en la especialidad de Lengua y Literatura. Ha publicado: «Andamios» (Equinoccio, Caracas, 2012), merecedor del IV Premio Nacional Universitario de Literatura 2011; y «Pasajero» (Dcir Ediciones, Caracas, 2015) y «Ojiva» (Taller Blanco, 2019).




Francisco Catalano (Venezuela)

La rosa
no buscaba la rosa.
Inmóvil por el cielo
buscaba otra cosa


García Lorca

Todo es un Uno
y no existe un Dos

no existen copias           logaritmos
o ciclos                   o sombras
nada busca al dos que nada busca

Todo grupo es un jardín de unos

pero ser uno no basta
ser uno es demasiado

así, un uno busca a otro uno

pero no para mentir
sumándose o restándose
en las ausencias espaciales
de ecuaciones planas

un uno busca a otro uno

para bailar

para hacer operaciones imposibles
en el espacio potencial de un signo
con una regla circular imaginaria

para infinitar la página
donde están escritos ambos unos
y quizá también todas las cosas

aunque ya no haya cosas
o páginas
o unos

porque uno más uno no es dos
porque uno más uno no es uno

porque uno más uno
es cero

De «Libro 3»


Francisco Catalano (Caracas, Venezuela 1986). Publicó «1» (2010) título de su primer libro y de toda su obra poética; «Libro 2» (2016), Ganador del XXI Premio de poesía Fernando Paz Castillo en 2016 con su «Libro 3» (2017). Posee una propuesta de Revital poético multimedia llamada REVITAL. Vive en Buenos Aires.





Cristina Gálvez Martos (Venezuela)

Carmela

Carmela me contaba de los lobos.
Se comieron a una mujer, solo
dejaron
la ropa y los zapatos
en la entrada de la casa.
Al amanecer, a través de la ventana
empañada de frío
había un lobo mirándola.
En las montañas de Córdoba los
lobos tenían hambre.
Nosotras también, no lo hemos
dicho, abuela, pero siempre
hemos estado hambrientas.

Inédito


Cristina Gálvez Martos (Caracas, Venezuela 1987). Licenciada en Letras por la UCV y profesora de inglés. Ha publicado los poemarios: «Psicopompa» (Monte Ávila Editores, 2015), «Bicorne» (Casa de las Letras Andrés Bello, 2016), «Fauna de cal» (Casa de los Escritores del Uruguay, 2020) y «Animal más oscuro» (Plaquette antológica, Fundarte, 2022).





Miguel Antonio Guevara (Venezuela)

Dios me dice
que llega a través de los números,
de la “D” mayúscula con que lo escribo.
Me dice que con él
no puedo pagar cuentas
pero sí dudas dudas y más dudas.
Me dice
que la conciencia
es una cajita.

Yo le digo que sí,
que tengo,
que debo
tomar en cuenta el todo
y sonar la caja.

Puede ser una más grande
en donde entren
mis cuentas,
los prejuicios
y su “D” mayúscula.

De Tres postales distópicas incluido en Mudable, antología transitoria 2009-2019.


Miguel Antonio Guevara (Barinas, Venezuela, 1986). Sociólogo. Magíster en filosofía. Premio Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas y Premio Nacional de Literatura Alfredo Armas Alfonzo. «It´s a selfie world» (2021) y «Los pájaros prisioneros solo comen alpiste» (2020) son sus libros más recientes.



José Manuel López (Venezuela)

Azucena

Culmina la mañana
con el último aliento
del niño dormido,
sudor enarbola luz tenue,
resguarda el manto lacerado.

Construyo un resquicio
aparte donde la oscuridad se dilata
muestra los rasguños del ágora.

Allí, mis manos pueriles
tiemblan al compás del deseo
con edad de siempre
persiste el dolor.
Azucena, tu devuelves
la flor al centro del jardín
y es así
como se destruye el tejido.

En el silencio busco la vocal
al descifrar tu sudor,
tú te desnudas y yo me siento huérfano,
como la lluvia al dejar de caer.
Los truenos anuncian la llegada
de nuestros cuerpos abandonados.
:
verte es un dardo
al punzar mi corazón
estallido del árbol
susurrando miedo.
Tú, me revelas
el anhelo de los agonizantes
por conservar
su desdicha
o su amor.
Azucena:
Eres el sable que devora
mi morada inventada,
un dibujo apenas conocido
que ama
sin suspirar.

De Relicario


José Manuel López (Caracas, Venezuela, 1990). Escritor y músico. Licenciado en Letras. Magister y Doctor en Filosofía. Publicó la plaquette «RéquiemÇ (LP5 Editora, 2014). Ha publicado los libros «El Jardín de los Desventurados» (La Poeteca de Caracas, 2018) y «Relicario» (LP5 Editora, 2020).





Enza García Arreza (Venezuela)

Estado

1
El loro de mi hermana se le monta en la barriga y le habla en su parloteo multicolor. Iba a compartir la foto, pero me desafío a ser la portadora de la imagen con una frase casi certera: el loro de mi hermana se le monta en la barriga y le habla en su parloteo multicolor.
Cuando la llamo por teléfono, a veces, puedo oír la lluvia. Sé que hace calor, sé que no tenemos tiempo, sé que nos hemos conocido de toda la vida, sé que el loro se la queda viendo hasta que le ofrece la patica.

2
Envidio a esas personas que hablan como si estuvieran citando alguna fuente, a menudo ellas mismas.
Cuando yo hablo quiero estar en otra parte. No he superado, supongo, el terror que infundía mamá cuando me interrogaba a propósito de algún adorno roto que se había caído solo. Vivo interpelada, pues, con el bombillo en la cara y ningún policía bueno.
Cuando yo hablo repito las bofetadas de la loca madre, nave nodriza que transportaba brujas eficientes que borraban las palabras de mi cabeza.
Ayer, por ejemplo, necesitaba recordar la expresión «decadencia de la democracia» pero primero aparecía algo así como «democracy is a sad bitch these days». También olvidé el nombre de una de mis novelas favoritas y fue un borrón en combo porque no lo recordaba ni en el original ni en la traducción.
Me pregunto entonces si cuando hablo y olvido y tengo que detenerme como para agitarme por los hombros, lo que hago es intentar abrir un túnel de escape.
Si mamá es una nave nodriza, ¿qué soy yo? ¿Jeff Goldblum en Independence Day, el ex marido fracasado que al final entendía todo?
Si alguna vez tengo una hija la llamaré Van Helsing, por si acaso.

Inédito


Enza García Arreza (Caracas, Venezuela, 1987). Es autora de varios libros de cuentos y de los poemarios «El animal intacto» (2015) y «Cosmonauta» (2020). En 2017 fue residente del International Writing Program de la Universidad de Iowa.





Daniel Oliveros (Venezuela)

DEL SOL

Cayendo en mis pupilas dilatadas,
por tanto tiempo a la sombra
dentro de mis propios pensamientos,
baja la luz que busco.

Más allá celebran el júbilo del sol
con las ceremonias referidas
en los libros de historia y el teatro griego.

Bajo los árboles hay puntos luminosos entre las hojas.

Recibiré la luz de los candelabros.

Recibiré la luz de los letreros nauseabundos.

Recibiré la luz con las cortinas abiertas;

cerraré los ojos
y los abriré de nuevo.

De Warlike


Daniel Oliveros (Caracas, Venezuela, 1991). Poeta, traductor, editor y licenciado en Educación Mención Inglés por la Universidad de Carabobo, Venezuela. Director Editorial del sello Kavrial. Es Corresponsal en España de la revista POESIA. En 2021 publicó «Warlike» (LP5 Editora).





Víctor Manuel Pinto (Venezuela)

Juana de Castilla / 1539
El espanto

La demente se baña con petróleo,
selva podrida, cachicamo muerto
escurriendo negror venezolano;
llevado en barco, cargado en burro;
gas del pantano, óleo de la piedra.
Quita el reuma, dice, el petróleo es brujo.
Y el pelo se le enrolla como un rabo
que escurre retorcidas aguas negras.

Mi hijo, mi hijo, ¿dónde está mi hijo?

Se mete la mano y no lo encuentra;
se saca pedazos de orquídeas viejas,
cintas y claveles de un entierro.

La demente se echa en la brea;
se pellizca el centro de la areola,
se fuma la colilla del pezón
y las latas del rancho se enrojecen.

Hay sombras que pelean en el rojo.
Hay cuchillos y dientes triangulares:
una mujer que mata a otra mujer
mientras suena el repique del tambor
y el petróleo salpica las paredes.

He metido el trapo en la botella.
He quemado la mecha, humedecida.

De Welserland


Víctor Manuel Pinto (Valencia, Venezuela, 1982). Editor y profesor universitario. Ha publicado siete libros de poesía. Jefe del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo, donde dirige la revista POESIA, e imparte talleres de teoría y creación poética.





Yanuva León (Venezuela)

Estado de excepción

¿Aún soy tu perra?
de este lado no hay aviones ni oficinas
brotan alimañas
del salón presidencial
          sabandijas
          lárvicas
          babélicas
la historia es un pitido
agudo
monocorde
algo enfermo que deambula
algo muerto que renace
¿aún soy tu perra?
púdreme de fe nuevamente
hasta después de cien lustros
no habrá repúblicas
habrá causas
insurrecciones
amor de blacamanes
en destinos bananeros
habrá un centauro
desollado en el alféizar
banqueros comiendo oro
esnifando luegos y porvenires
golpéame por dentro
cloquea contra mí
clac
clac
clac
sueno a carnes
ladro
¿aún soy tu perra?
un clan de niños ronda
un clan de niños cuida el botón
su jugo           su polen
la belleza vaginal
siempre habrá flor
enarbólame
empúñame
lastimo cóncava y convexa
muerdo
huelo a bronces
huelo a metal de matar.

Inédito


Yanuva León (Caracas, Venezuela, 1983). Escritora, editora y correctora literaria. Autora de los poemarios «Como decir cántaro» (2014) y «Desviada para siempre» (2019).





Jairo Rojas Rojas (Venezuela)


…se abría el cielo y ahí se abrían todos los cielos

a las casas en la única colina:
de una brotaba los colores que teñían el pueblo solo
en otra se podía escuchar las estrellas bañándose en el mar
la otra más allá se confundía con el árbol que le daba sombra

sin miedo vimos como el cielo se disolvía
en la casa más chica / en la mano /
con gusto
nos movimos con la casa que remedaba el girasol

arriba del mar con emoción
mi nombre se quebró en incontables fragmentos:
me vi en todas partes sin miedo
en los gusanos hechos de tiempo
en las células de los nimbos que atravesaban mis ojos
en las moléculas del Samán más viejo de esta tierra
que era otra
en la luz que miran los muertos, en el agua del maíz
que me alimenta
mi voz estaba en las dunas que escriben para mí
que soy otro

                                        yo arrastré mi nombre por la arena
                                        hasta volverse océano;
nosotros cruzamos el cielo
encima de nuestra espera
era el cielo de Mérida
los mismos ríos de nube en nube

                                        nuestra nación nació en un río de estos

los mismos caminos que culminaban
en un desierto lleno de estrellas recién nacidas
llenas de lenguaje

                                        Lika llevaba una estrella en su mano diestra
                                        Piter llevaba un rayo de sol ceñido a su pecho
                                        Bernar llevaba un puñado de semillas en su frente
                                        yo llevaba el mar en una mano

nosotros conocimos el nombre de este cielo
cuando nacimos
pero el nombre, por momentos, no se veía
por la pila de asesinados que manchaba todo
                                    arrechos

esta lengua recordará ese primer nombre
nos los recordará

Fragmento de Pasear lunático


Jairo Rojas Rojas (Mérida, Venezuela, 1980). Librero y terapeuta Shiatsu. Ha publicado los libros de poesía: «El cuerpo constelado» (2021), «Parte del relámpago» (2021), «Geometría de la grieta» (2020), «Pasear lunático» (2018), «Los plegamientos del agua» (2014) y «La O azul» (2014).





Carlos Katán (Venezuela)

V

A Igor Barreto

¿Y ahora qué haremos?
preguntó la madre mientras
el cuerpo de investigaciones científicas
penales y criminalísticas levantaba
la tierra puesta por su puño
sobre los restos de un hijo
hace ya mucho tiempo sepultado
¿Ahora qué haremos
una vez que han crecido
los cabellos, y las uñas
son ahora tan largas
que se hunden en la tierra?
¿Qué haremos?
preguntaba el hermano
al ver la trayectoria
de un balazo que agrietaba
la caja toráxica, y que un día
destruyo el mundo entero en
un instante
¿Qué hacemos cuando ya
no queda nada,
y la carne se ha disuelto
en un mar de brea
que tiende hacia el olvido?
El protocolo continuó
habitualmente,
se hicieron las mismas
preguntas, el perito recorrió
una vez más la tierra,
se identificó el cadáver
fue como si todo hubiese
vuelto a suceder

El tiempo reafirmado su elipse,
cayendo siempre bajo el mismo punto
agónico
De pronto miramos sorprendidos
como se llevaban los restos
en una patrulla, escoltados,
como si sólo así
se pudiese regresar
de la muerte.

De Diario de un exhumador (inédito)


Carlos Katán (Caracas, Venezuela, 1992). Licenciado en Filosofía por la Universidad Central de Venzuela. Poeta y editor. Ganador del III concurso de poesía Lugar Común – Embajada de Italia (Venezuela – 2018). Autor de los libros: «Formas de la Aridez» (Alliteration – 2020) y «El Libro de las Máquinas» (Ultramarina – 2021).





Ricardo Montiel (Venezuela)

LAS BOTAS DEL TÍO CHARLY

… Y, pese a todo, había el rumor de una música.
Venía desde el cuarto más apartado,
desunido del umbilical pasillo, pero no de la casa infinita.
Dicen que ese cuarto te conectaba con el aeropuerto,
por medio de un impecable Monte Carlo dorado
al que subías impulsado por unas botas puntiagudas de cuero.
Yo fantaseaba con usar esas botas,
                y que estas me llevaran lejos,
me llevaran de gira por tarimas y países insospechados,
desinhibieran mi timidez y convirtieran la rabia
en una rebelión de solos en la guitarra eléctrica.
Pero no las tuve ni siquiera parecidas.
Tuve que conformarme con la no incisiva
curva de los pares más clásicos,
vulnerables al barro, la nieve o la lluvia,
diseñados para el clima y el terreno estables.
Zapatos para ir por la ciudad,
musicalizando la rutina con vistosos audífonos,
dando pasos de goma y sin sonoro tacón,
para no perturbar a los jefes de oficina.
Zapatos –en suma– para las diligencias del día,
para subir impulsado por la multitud al transporte público.
Hasta hoy, así como se hereda un gesto inadvertidamente,
mis zapatos han sido los mismos.
Eso explica que mi gira se halle detenida en el primer país,
que mi rebelión sea muda y secreta,
que sólo hable por escrito y sin público.

De Una casa infinita (inédito)


Ricardo Montiel (Maracaibo, Venezuela, 1982). Escritor, músico y arquitecto. Ha publicado los libros de poesía «Ciudad blanca sobre fondo blanco» (2015), «Agonía de los días terrestres» (2018), «El rezo de los chatarreros», S, M, L (2021), y el libro de relatos «Los regalos y las despedidas» (2022).





Juan Lebrún (Venezuela)

Improvisación 23

Camino con bota por mi esguince de tobillo,
con el jarrón del sol conteniendo mi energía,
y las hojas nuevas entregándose al tiempo.
Miro los mangos amarillos que ya vienen
con el amparo de su propio árbol,
las nubes poco a poco moviéndose,
y el silencio lentamente entre las venas delirantes.

El concreto escurriéndose en la mente
del ilusionista de lo sólido.

Los altos vidrios de los labios
bordean consonantes y esgrimen palabras lentas.

Yo camino lado a lado sobre mi suelo rojo.
Con mi cuerpo improvisando, moviéndolo a consciencia,
yo suprimo división entre mi alma y mis huesos.

Aquí con atención, posando el talón y balanceando mis caderas,
mirando hacia el suelo, evadiendo accidentes,

mientras la boca de la nube bordea consonantes.

De El libro de las improvisaciones (inédito)


Juan Lebrún (Caracas, Venezuela, 1997). Obtuvo diversos premios en España, Venezuela y Argentina. Publicó en diversos medios del mundo poético hispano hablante, tanto de trabajos suyos, como traducciones. Sus poemas han sido traducidos al inglés y al italiano.





SILVIT (Venezuela)

caído (resurrección)

Todo ha pasado,
al menos hoy,
ya el Sol está a una hora de aquí
y yo en mi caverna cierro
                               con fuerza
                                        mis ojos
                               (sin lograr soñar)

Ahora, los recuerdos…

La noche ha sido intensa,
muchos rostros y ninguno,
                    je suis étranger
risas agrias / dislocadas
me asfixian / me apuñalo

– Que bien verte,
en este momento    este lugar
pareces un ángel… eres un ángel…

¿Soy un ángel?
          tal vez sí,
                    ángel caído,
                              pero ángel al fin.
Quise aspirar fortaleza
… y coleccioné cansancio
… y noches perdidas en el vacío
                                             de mi alma
vacuas miradas
sórdidas guirnaldas gastadas
por el tiempo                y la costumbre.

x      x      x
Una vez más el fin;
dulce sueño ¿Dónde estás?

reposo a la vera del olvido
a lo lejos,
Carlitos canta que
“veinte años no es nada”…

El viejo árbol comienza a deshojar…

De Oceánica


SILVIT (Caracas, Venezuela). Escritor, fotógrafo, editor y traductor. Publicaciones: «Noches de Arraigo y desarraigo [04:00 a.m.]», (Venezuela, 2002); «Estudio sobre la muerte del poeta», (Alemania 2008); «Bocetos junto al mar», (Portugal, 2017), «Oceánica» (LP5 Chile, 2021).





Yhonaís del Carmen Lemus (Venezuela)

a Bárbara Brändli

de cómo llegué a tu “Sistema nervioso”
y me detuve en tu Caracas para hacerla mía
de cómo te compré con mis ojos el ámbar;
la piedra de la suerte y sigo creyendo
en la Virgen y en el Dr. José Gregorio Hernández
y me aferro a escondidas
a esa estampita del Sagrado Corazón de Jesús

de cómo tu Silencio se parece a mis silencios
y tus ruidos saltan de la incongruencia
del no entender las flechas, las calles y sus discurso
porque
«La ciudad está escondida detrás de signos»

de cómo “yo quiero ser” el camino de la verdad
así me equivoque y
esto sólo sea un ensayo nostálgico        triste

de cómo me duele el pasado
y la ausencia de mi padre
de cómo me duele el blanco y el negro
y toda la escala de los grises

de cómo lloro ahora
mientras escribo este intento y
siento que hay verdad
en la poesía

De Distancia Focal; ensayo poético de la imagen (inédito)


Jhonaís del Carmen Lemus (Caracas, Venezuela, 1988). Poeta, profesora. Ha publicado «La trascendencia de los insectos» (2008); «Hilos Celestes» (2013); «Entre el rostro/rastro de Clarice Lispector» (2018); «Destellos Acuosos» (2019); «Memorias de la piel» (2020). Ha sido merecedora del Primer Premio «Metafórica Revista» (2021) con el libro «Nagapushpa».





Mariela Cordero (Venezuela)

Alguna vez seguiste el curso de las jaurías

Alguna vez seguiste el curso de las jaurías
guiado por aquel olor a surcos
poseído por el mareo que se derramaba
sobre la multitud.

Ciego aprendiste a morder
                                  y desgarrar como los otros.

Tarde bebiste el agua de la revelación.

Mataste a los tuyos en la oscuridad
tú eras parte de lo débil que devorabas
tú, eras la presa.

De El curso de las jaurías (inédito)


Mariela Cordero (Valencia, Venezuela, 1985). Poeta y traductora venezolana. Primer Premio Iberoamericano de Poesía Euler Granda, Segundo Premio de Poesía Tracce per la Meta (Italia) Tercer Premio Internacional de Poesía Alejandra Pizarnik, Primer Premio de Poesía de Poetas Hispanos, entre otros.





Erasmo Sayago Herrera (Venezuela)

La llegada

Dentro de mi oído pasa un arroyo:
mi almohada cruje de infinito.

Atraviesa la noche: el poema necesita subir siete veces de tacto.
Atravesar la noche palindrómica, buscando hacia dónde del oído.

«Futuro» y «humano» casi no caben en la almohada:
van juntos de espaldas, disminuidos.

Mujer de siete vistas y luego
no basta el arroyo de nuestra especie.

Nos desvanecemos en la bruma
crujiendo de infinito.

De Arrival, inédito

Erasmo Sayago Herrera (San Cristóbal, Venezuela, 1988). Poeta. Licenciado en Educación mención Español y Literatura. Ha publicado «Antes de la poesía primero fue el areito» (2021) en LP5 Editora. Ha participado en diversas antologías y publicado en revistas literarias.





Luis José Gold (Venezuela)

A T y a los otros

Quizá los años pasen y vivas la misma historia.
Quizá te sientes en una banca de otra plaza prometiendo otras o quizá las mismas cosas.
Quizá le hables de la cultura árabe. Del oro. De la sauna. De los cuartos oscuros. Recuerdes a Caracas hundida en riquezas. Confieses sobre el agua y la soledad mientras tu vista se revienta de luz vacía.
Quizá camines otra vez San Cristóbal con otro cuerpo de visiones ecuánimes. La plaza Murachi. El viaducto. Y te encuentres allí, cumpliendo la promesa que le hiciste a otro. Reflejada en esa sombra que no controlas.
Quizá te canses de su pecho de puñales. De que te observe. Y te escriba. Y te inyecte películas de Almodóvar sin comprender que también eres otro.
Quizá no sea el único y borres sus ojos de tus arañas vasculares. El poema de tu brazo. Las noventa escaleras.
Quizá cruces la frontera y te ahogues en el mismo territorio sin saber que el mar es vagabundo.
Quizá te cortes la lengua y sea él quién lo confiese. Que se atreva a escupirte la sangre porqué el V.I.H. siempre termina siendo un tema.
Quizá abras la misma aplicación y encuentres a otro.
Quizá desaparezcas como el humo de aquellos cigarros que les quemaron la garganta. Y te quedes sin voz. Y no puedas explicarle sobre tu aislamiento. Y él te odie. Y tú lo entiendas.
Quizá no lo entiendas. Quizá le mientas y te mientas diciendo que lo quieres.
Quizá no lo quieras. Quizá todo se trató de otra caminata nocturna que sirvió para evadir la enfermedad y los apagones. Lo recordarás en la penumbra. Echando el mismo cuento que escuchaste de otra boca. Aunque quizá lo olvides. Y luego pierdas la locura y caigas en cuenta que todos nos llamamos como el otro. Que no nos parecemos. Que quizá somos el mismo.

Inédito


Luis José Gold (San Cristóbal, Venezuela, 1994). Escritor y realizador audiovisual. Ha publicado los libros «Sobre El ojo azul» (LP5, 2020) y «Fábula Tropical» (Buscadores de libros, 2020). Su trabajo ha sido reconocido en diversos concursos y es parte de varias antologías a nivel nacional e internacional.





Stephani Rodríguez (Venezuela)

creímos que podríamos encontrar tus pies moviéndose en lo alto del agua, moviéndose como gobios en el reflejo turbado de algún amanecer, de algo que apenas empieza a vislumbrarse. Creímos y dejamos todo debajo de tu lengua. Nos inclinamos por lo vasto, por lo angosto, sin haber encontrado tus dedos, sin sentirnos cubiertos, sellados por la iridiscencia de tu copa. Creímos y nos dejamos arrastrar, como restos de corteza de nuestro árbol carcomido. Bajo el sol, hasta hacernos arder por todas las abras, para alcanzar tu forma desnuda, primera, creciente. Pero todo es una luz inaccesible, todo sombra y nudo. Todo es tan estrecho, oculto, tumbado a la arena. Y cada tanto, la ola crece sola, se pierde en su fondo, soltando un movimiento más alto o más corto pero empinada para romperse. Creímos hasta convertirnos en un estallido pleno de aire: diminuto, breve, abundante. Terminar en una vida que brilla y rompe, solo para morir.

De Puedo templar la luz (inédito)


Stephani Rodríguez (San Cristóbal, Venezuela, 1995). Poeta, traductora y Licenciada en Idiomas Modernos de la Universidad de Los Andes. Autora de «El relieve del tiempo» (El Taller Blanco Ediciones, 2021). Actualmente cursa la maestría en Estudios Literarios de la Universidad Federal de Uberlândia.





Daniela Nazareth (Venezuela)

*

Una ola y decías mírala, y repetías esos pájaros son. Y desde abajo, flotando el atlántico: hasta aquí no alcanzan. Y desde el centro, sumergidas hasta la nariz en el pacífico: lloramos al cormorán muerto que se aleja temblando; y a quién contarle las desgracias de aquellos que, como anclas, yacen en la arena.

*

Recolectamos piedras sin saber que eran las últimas. Apenas atinaste a uno y esperamos la convulsión en la arena. Su cabeza roída ya por zamuros, fétida y grisácea, respira como un pichón y nos mira. Presentimos su muerte como quien anhela el retorno. Así recibimos la noche, llenas de mudez y certeza.

*

No pude ver los cuellonegro, apenas el deslizarse opaco del agua; pero aquellos pájaros ¿cómo se nombran aquellos pájaros? Aunque gire mi cabeza, de un lado a otro, aunque espere ese nado, ese desprendimiento, y ese cartílago en las patas preparado para expandirse en vacío: solo esta ceguera, esclerosis en los ojos, cúmulos ocultos, montañas.

*

¿Despertaste, abuelo, con los ojos blancos? Dancé en círculos y solo el estruendo te contó dónde estaba. ¿Y esa música, hija? Cántame de nuevo, cántame tú, letanía y hallazgo. ¿Despertaste acaso silbando sobre una catarata volcánica? Yo que sé de cegueras y de muertes, que presiento el salto y aquel pájaro que lo traspasa. Entonces ¿qué cauce guarda esa noche, y esa misma ola que emerge, y ese mismo río, y ese mismo nombre, y la derrota de mirarte? Aquí este vértice trémulo. Aquí la torcedura de huesos. Aquí el canto intacto. Aquí mis manos lampiñas, peces lazarillas todas tuyas.

*

Cómo mutar el gen que me rompe. Nadie se acercará a un cuerpo que ya no sabe palparse a sí mismo. Otro diafragma, otro manto, otro hallazgo-círculo, infinito sol negro: la soledad para siempre de los cormoranes.

De La soledad para siempre de los cormoranes


Daniela Nazareth (Coro, Venezuela, 1993). Profesora de lengua y literatura. Estudiante de la Maestría en Literaturas en Lenguas Extranjeras y Literaturas Comparadas en la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado en Chile: «La soledad para siempre de los cormoranes» (poemas) y «La primera nevada» (cuento).





Carlos Iván Padilla (Venezuela)

Esta ciénaga

Sobrevuela un buitre la grieta del cielo
planea sobre los residuos de un beso
sobre cada indulto
cada ceniza llana
brizna del tiempo
descansa carmín rocío en el pasto

Vaho del suplicio
vaivén del aire entre sus hebras
mortificado el campo ha quedado
huellas sin andantes
llanto sin penitente
lento derrame de la cólera

Tan solo un arroyo vive
zanja degradada enferma
cuneta moribunda
estatuas de piedra alzan sus manos al caudal
domadores de miasmas
ídolos de fe perdida

Estático enfisema del verbo
su nombre es el sonido de la muerte
sus lanzas han desgarrado la carne de la historia
tan solo pena
tan solo angustia
ciclópea plaga goza en nuestro llanto

Sobrevuela un buitre la grieta del cielo
llovizna incauta rompe
limpiar el efluvio espera
moscas flotan en la ciénaga
en este valle inclemente
nada pasa.

De Santa estirpe (inédito)


Carlos Iván Padilla (Caracas, Venezuela, 1993). Autor de «Canto de chicharra» (Dcir Ediciones, 2019), «EX NIHILO» (Editorial Proteo, 2019) y «Avatares» (Monte Ávila Editores, 2016). Primer lugar en el III Concurso de Poesía Joven «Rafael Cadenas» 2018 y ganador del XIII Edición del Concurso para Autores Inéditos 2015 en la mención Poesía.


Gladys Mendía (Venezuela, 1975). Escritora y editora. Sus libros: El tiempo es la herida que gotea (2009); El alcohol de los estados intermedios (2009, 2010, 2020); La silenciosa desesperación del sueño (2010, 2020); La grita (2011, 2020); Inquietantes dislocaciones del pulso (2012, 2014, 2018, 2020); El cantar de los manglares (2018), al inglés The singing of the mangroves (2020) y su versión al francés Le chant des mangroves (2020); L´air (2020) y su versión al italiano: Aria (2020); Souvenirsd’arbres (2020); Telemática (2021); Desde la ventana del sótano (2021); Diario de viaje a Camerún (2021). Ha editado doce colecciones de poesía. Es editora fundadora de la Revista de Literatura y Artes LP5.




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