Carolina Cárdenas Jiménez (Colombia)

Estos poemas, íntimos e irredentos, quizá como toda la verdad que se ha dicho alguna vez, nos hacen pensar qué somos y cómo lo somos, con selección y curaduría de Pedro Larrea.


Todo luna negra

No comprendo la luna negra, ni ese cielo incandescente,
ni su bosque hecho de sombras al espantar los pájaros,
y la ausencia de lluvia purificando los días.
No me queda sino la tierra de origen
y el horror de ser devorada por ese territorio muerto.

Solo quiero ser raíz sembrada en un suelo desértico
algo que tenga algún tipo de rumor, de mudez,
pero no soy sino un brote a la orilla de la vida.

Como huérfana busco dónde respirar,
un origen inventado, un mundo que pueda nombrar como principio.


Soy algo que apenas respira

Contemplo en mi costado una procesión de ocasos que golpean mi barca,
pasan inagotables en mis arenas. Temblores que marcan mis cordilleras
se convierten en cenizas. Vuelan sobre mí.  Se alejan presurosos
los pájaros rojos y queda un nudo en la garganta.

Soy silencio con mueca de grito.

No hay tiempo para derrumbarme, ni sentido de entregar mis huesos y ríos
a esa peregrinación de ocasos.

Todo lo observo desde una lejanía de raíz, de piedra. Queda ser eterna roca
anclada a un poniente, algo que respira pero apenas ve y jamás podrá
pronunciar su nombre, sus muertes y eso que nos revela.

Queda ser un espectador que se llora para adentro, uno que apenas
es mueca de grito queriendo arrancarse un lamento.


Soy una palpitación

Se expanden las palpitaciones en la punta de la lengua, en los oídos, como ecos que vienen volando del centro de la caverna. Un sonido abre grietas en el sueño y despierta la sensación de que entre los árboles, y la oscuridad, un animal herido vigila detrás de la ventana. La imagen de un puñal que alcanza mi cuello agita mi espíritu. Espectros salen de un agujero que se clava en mi cráneo, en mi espina dorsal, en mis memorias, en el pasaje donde me oculto de los fantasmas y de los mortales.


En un alba rota

Esta lejanía me hace ser olvido, una presencia que se consume, un fantasma que vaga por una tierra de polvo bajo un sol ardiente.

Espejismos y luz calcinando los hombros es todo lo que me sostiene. Aferrada a ese desierto el sol me ciega, la piel cae a pedazos, las palabras destinadas a morir en la garganta pasan como arena revuelta con sangre.

Soy una aparición en un territorio de la nada. Intento salvarme, siendo solo despojos en un alba rota, en tierras sembradas de raíces negras. Pájaro herido que pronuncia un graznido al que huyen todos.


Imposible escapar

La mayoría: perros sarnosos que vomitan su nombre y escupen su realidad en un mundo imposible de pronunciar. Perros que nadie desea ver. Perros que se aferran con sus colmillos a un mundo que los despedaza. El universo atmósfera de espinas y flores falsas que amenazan con cortarlos; el sol brilla como mil bombillos sobre los perros sarnosos con la única intención de dejarlos ciegos y secarlos. Ellos son parte de una noche muerta de la que es improbable escapar.


I

Devorados fueron los tejidos de lo onírico 

En ese mundo oscuro que se irguió, los sueños eran un precipicio que desaparecía en el tejido de las pesadillas. Los mortales las ahuyentaban con los brazos una y otra vez, por ser graznido y letanías no esperadas en el puerto del descanso.

Ya nada sostuvo el rumor de secretos, ese aliento que los hacía vuelo y pendular. 

Solo una secuencia de imágenes negras abarcaba las noches de los humanos, la espesura de un universo deslizándose les habitaba más allá de las cosas, del sonido y la materia.

El cosmos era un animal que carcomía las vísceras.  

(Poema inédito del libro Después de la nada)


X

El campo, un ahogo de tribulación

Y hubo agitación de ramas y desprendimiento de raíces de lo perceptible. Ramaje de tinieblas se dispersó silenciando cualquier movilidad. No hubo ninguna voz. De las ramas de los árboles caían algunas aves como frutos podridos. Sus cantos, no eran canto sino grito.

Los pájaros quebrados intentaban huir a ese estado de ojos cerrados o a la agonía que se desmoronaba sobre el mundo como una letanía de sombra.

La oscuridad fue para la existencia una epidemia de gritos.  

(Poema inédito del libro Después de la nada



Carolina Cárdenas Jiménez Poeta, escritora y editora colombiana. Docente y tallerista de Creación Literaria. Fundó la revista literaria Gavia de la Universidad Distrital (2005), la cual dirigió y editó. Finalista del Concurso de poesía Nueve editores (2021) con la obra Después de la nada. Premio Internacional de Poesía, Rostros para autores con un rostro. Accésit, con las obras Ninguna tierra me habita Y sin embargo soy (2018). Ganó el concurso de cuento Estímulos a la Creación Artística (Kennedy, 2006) con el libro Parajes inesperados. Ganó el segundo puesto en el II Concurso Nacional de cuento El Túnel (2011) con el texto A la deriva. Finalistas en el Concurso Nacional de Cuento La Cueva con el texto Mañana será otro día (2012). Publicó Somos náufragos (2013). Su obra ha sido becada, premiada y publicada en revistas, libros en el Salvador, Colombia, Argentina y Cuba.  Columnista en el Periódico El Mañana en México y Tres mil suplemento Cultural del Salvador. Actualmente, columnista de un blog en El Tiempo, periódico de Colombia y Directora editorial del Portal Cultural Quira medios.




Pedro Larrea.
 Autor de tres libros de poemas: La orilla libre (Ártese, 2013; Nueva York Poetry Press, 2019); La tribu y la llama (Amargord, 2015); y Manuscrito del hechicero (Valparaíso, 2016; Valparaíso USA, 2017). Su poesía ha aparecido en la prestigiosa Revista de Occidente. Ha leído en lugares como la Biblioteca del Congreso de Washington D.C., la Biblioteca Pública de Nueva York, New York University, Emory University, University of Kentucky, Walt Whitman Birthplace State Historic Site, el Festival de Poesía de Granada (España), el Americas Poetry Festival of New York, el Festival de Poesía Los Confines (Honduras), el Festival de Poesía Las Líneas de su Mano (Bogotá, Colombia) y la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia). Es autor del estudio Federico García Lorca en Buenos Aires (Renacimiento, 2015). Como traductor, ha publicado la edición española de Book of Hours de Kevin Young (Libro de horas, Valparaíso, 2018). Es delegado de la Modern Language Association of America, vicepresidente del capítulo occidental de la Poetry Society of Virginia, y profesor en la Universidad de Lynchburg.