Celebramos a una de las poetas más importantes del siglo XX, tanto por la maestría que impregnan sus versos como por la vigencia de su pensamiento y el testimonio de una ardua vida dedicada a la creación.

Anna Andréievna Gorenko nació el 23 de junio de 1889 en un pueblo cercano a Odessa, hija de una noble familia de origen tártaro, Ajmat, de la cual tomó el apellido por el que la conocemos. Estudió latín, historia y literatura en Kiev y en San Petersburgo. Allí se casó con Nikolái Gumiliov en 1910, promotor del acmeísmo, corriente poética que se sumaba al renacimiento intelectual de Rusia a principios del siglo XX. Los acmeístas rompían con el simbolismo, de carácter metafórico, y restablecían el valor semántico de las palabras.
En esta línea Anna publica en 1912 su primer libro de poemas titulado La tarde. En ese mismo año nace su único hijo, Levy conoce a Modigliani, que influiría en su perspectiva artística.
Estos primeros escritos parecen intuir la gran soledad en la que se verá sumergida años más tarde, tras las trágicas consecuencias de la revolución rusa de 1917. En 1921 su marido fue acusado de conspiración y fusilado. Más tarde, su hijo será también arrestado y deportado a Siberia. Y, por último, su amigo e historiador de arte, Nikolái Punin, moriría de agotamiento en un campo de concentración en 1938.
Los poemas de Anna se prohibieron, fue acusada de traición y deportada. Por temor a que fusilaran a su hijo quemó todos sus papeles personales. En 1944 pudo regresar a Leningrado con su hijo, ciudad devastada tras el asedio nazi. En 1945 el joven intelectual británico Isaiah Berlin quiso visitarla antes de regresar a Londres. Ese encuentro se prolongó durante veinte horas donde Anna le leyó sus poemas y se sinceró con él, pero esto tuvo trágicas consecuencias ya que su hijo volvió a ser encarcelado durante diez años. Esta vez la escritora se negó a silenciar su voz y siguió adelante con su poemario más importante, Réquiem, ahí explica que en aquella Unión Soviética los únicos que estaban en paz eran los difuntos y que los vivos pasaban su vida yendo de un campo de concentración a otro.
El libro fue publicado sin su consentimiento en Múnich, en 1963.
Al año siguiente viaja a Taormina (Italia), donde recibe el Premio Internacional de Poesía y en 1965 es nombrada doctor honoris causa por la Universidad de Oxford. Viaja a Gran Bretaña con escala en París y se publica en Moscú El correr del tiempo (1909-1965), un balance incompleto (y censurado) de su obra.
En 1966 Anna muere de un infarto en un sanatorio de las afueras de Moscú y es enterrada en Komarovo. Su obra, traducida a un sinnúmero de lenguas, solo aparecerá íntegra en Rusia en 1990.
Epílogo
I
He entendido cómo los rostros se vuelven huesos,
cómo acecha el terror debajo de los párpados,
cómo el sufrimiento inscribe sobre las mejillas
las duras líneas de sus textos cuneiformes,
cómo los lucientes rizos negros o los rubios cenizos
se vuelven plata deslustrada de la noche a la mañana,
cómo las sonrisas se esfuman de los labios sumisos,
y el miedo tiembla con una risita entre dientes.
Y no sólo ruego por mí,
sino por todos los que permanecieron afuera de la prisión
conmigo en el amargo frío o en el ardiente verano
debajo de este insensato muro rojo.
II
Con el año nuevo regresa la hora del recuerdo.
Te veo, te oigo, te escucho dibujando cerca:
a aquél que tratamos de auxiliar en la caseta del centinela
y que ya no camina sobre esta preciosa tierra,
y aquélla que agitaría su bella melena
y exclamaría: es como volver al hogar.
Quiero enunciar los nombres de aquella muchedumbre,
pero se llevaron la lista y ahora está perdida.
Les he tejido una vestimenta hecha
de palabras pobres, las que alcancé a oír,
y me asiré con firmeza a cada palabra y a cada mirada
todos los días de mi vida, incluso en mi nueva desgracia,
y si una mordaza cegara mi boca torturada,
por la que gritan cien millones de gentes,
entonces déjenlos rezar por mí, como yo rezo
por ellos en esta víspera del día de mis recuerdos.
Y si mi patria alguna vez consiente
en fundir un monumento en mi nombre,
estaré orgullosa de que se honre mi memoria,
pero sólo si el monumento no se coloca
cerca del mar donde mis ojos se abrieron por vez primera
—mi último lazo con él hace mucho está disuelto—
tampoco en el jardín del Zar, cerca del tocón sagrado,
donde una sombra adolorida acecha la tibieza de mi cuerpo,
sino aquí, donde soporté trescientas horas
de fila ante las implacables barras de hierro.
Porque aun en la muerte venturosa tengo miedo
de olvidar el clamor de las Marías Negras,
de olvidar el chirrido de esa odiosa puerta
y a la vieja aullando como bestia herida.
Y desde mis inmóviles cuencas de bronce,
la nieve se derretirá como lágrimas, goteando lentamente,
y una paloma arrullará en alguna parte, una y otra vez,
mientras los barcos navegan suavemente sobre el
caudaloso Neva.
(Marzo de 1940)
Leyendo a Hamlet
A la derecha del cementerio hay un sembradío estéril;
detrás, un río de azul centelleante.
Tú dijiste: —Está bien, vete a un convento
o cásate con un necio…
Era la clase de cosas que siempre dicen los príncipes,
pero son palabras que nunca se olvidan.
Deslícense cien siglos en una querella como un manto de armiño bajo sus
hombros.
Kiev, 1909
Una insulsa experiencia…
A V. S. Sreznévskaya
Una insulsa experiencia –en vez de sabiduría–,
una insaciable bebida.
Pues la juventud era cual en domingo una misa
¿Olvidarla ahora yo debería?
¡Cuántos caminos recorrí desiertos
con quien jamás por mí fue amado!
¡Cuántas veces me santigüé en el templo
por quien me amaba tanto…!
Me he vuelto la distraída de las distraídas
y fluyen los años con serenidad.
Pero mi boca sin besos y mis ojos sin risa
ya nadie me los devolverá jamás.
1913
Todos somos aquí borrachos y pecadoras…
Todos somos aquí borrachos y pecadoras.
¡Nada en nuestra compañía es alegre!
En las paredes, plantas y aves,
entre nubes languidecen.
Tú fumas en una pipa negra.
¡Qué raro es el humo sobre ella!
Yo llevo una falda ceñida
para parecer aún más esbelta.
Cegadas para siempre las ventanas:
¿qué habrá allí: escarcha o tormenta?
A los ojos de un gato prudente
tus ojos aquí se asemejan.
¡Cuánto sufre mi corazón!
¿Acaso aguardo la hora de la muerte?
Y esa que ahora baila
irá al infierno evidentemente.
1 de enero de 1913
La soledad
Me han llegado a arrojar tantas piedras,
que ya no tengo miedo a ninguna de ellas;
esta esbelta torre se ha vuelto una trampa,
de entre las altas torres es la más alta.
A sus constructores doy las gracias,
que venzan ya su tristeza y su ansia.
Desde aquí el amanecer antes veo
y aquí triunfa el rayo de sol postrero.
En mi alcoba a menudo por los ventanales
entran los vientos de los nórdicos mares,
y la paloma come de mis manos el trigo…
En cuanto a la página que no he concluido:
de forma divina, tranquila y ligera
la escribirá la Musa con su mano morena.
1914. Slepnevo
Llego a visitar al poeta
Para Alexander Blok
Llego a casa del poeta.
Un domingo. Precisamente a mediodía.
La estancia es grande y tranquila.
Afuera, en el helado paisaje,
cuelga un sol color frambuesa
sobre cuerdas de humo grisazul.
La mirada escrutadora de mi anfitrión
me envuelve silenciosamente.
Sus ojos son tan serenos
que uno podría perderse eternamente en ellos.
Sé que debo cuidarme
de no devolverle la mirada.
Pero la plática es lo que recuerdo
de aquel domingo a mediodía,
en la amplia casa gris del poeta
cerca de las puertas del Nevá.
Enero de 1914
19 de julio de 1914 (1)
Envejecimos cien años
aunque esto sucedió solo en una hora.
Se terminaba ya el corto verano;
humeaban las llanuras labradas.
De repente se abigarró el camino quieto;
voló el llanto como un toque de plata.
Cubriéndome el rostro supliqué a Dios
que me matase antes de la primera batalla.
Desaparecieron las sombras de goces y pasiones
de la memoria, como una carga inútil.
Y una vez vacía, el Señor le ordenó
convertirse en un libro de noticias terribles.
Todo me ha sido arrebatado
Todo me ha sido arrebatado: el amor y la fuerza.
Mi cuerpo, precipitado dentro de una ciudad que detesto,
no se alegra ni con el sol. Siento que mi sangre
congelada está.
Burlada estoy por el ánimo de la Musa
que me observa y nada dice,
descansando su cabeza de oscuros rizos,
exhausta, sobre mi pecho.
Solo la Conciencia, más terrible cada día,
enfurecida, exige cuantioso tributo.
Y para responder, me cubro el rostro con las manos,
porque he agotado mis lágrimas y mis excusas.
1916
Ahora ya nadie querrá escuchar canciones
Ahora ya nadie querrá escuchar canciones.
Los amargos días profetizados llegan desde la colina.
Te lo digo, canción, el mundo ya no tiene maravillas;
no destroces mi corazón, aprende a estarte quieta.
No hace mucho, libre como cualquier golondrina,
luchabas; felizmente contra las mañanas, desafiando sus peligros.
Ahora vagarás como un mendigo hambriento,
llamando desesperada a la puerta de los extraños.
1917
No sabemos cómo decirnos adiós
No sabemos cómo decirnos adiós:
erramos por ahí, hombro con hombro.
Ya el sol está bajando,
vas taciturno, soy tu sombra.
Entremos en una iglesia a ver
bautizos, matrimonios, misas de difuntos.
¿Por qué somos diferentes del resto?
Afuera otra vez, cada quien vuelve la cabeza.
O sentémonos en el cementerio,
sobre la nieve pisoteada, suspirando el uno por el otro.
Esa vara en tu mano está dibujando mansiones
donde estaremos siempre juntos.
1917

No soy de esos que abandonaron la tierra
No estoy con aquellos que abandonaron su tierra
Para que el enemigo la desgarrara.
No entiendo sus burdas lisonjas,
Mis canciones no serán para ellos.
Pero me da lástima el proscrito,
Como un prisionero o un enfermo.
Oscuro es tu camino, peregrino,
Huele a ajenjo el pan ajeno.
Y aquí, en el acre olor del fuego,
El resto de juventud perdido,
Nosotros de ningún golpe
Nos hemos protegido.
Y sabemos que en apreciación tardía
Cada hora será justificada…
Pero en el mundo no hay gente sin lágrimas
Más altiva que nosotros ni más llana.
1922
La mujer de Lot
Pero la mujer de Lot miró
hacia atrás y se convirtió en una
columna de sal.
Génesis
Y el hombre justo acompañó al luminoso agente de Dios
por una montaña negra, siguiendo su huella,
mientras una voz incansable acosaba a la mujer:
—No es demasiado tarde, aun puedes mirar hacia atrás.
Hacia las torres rojas de tu Sodoma nativa,
al patio donde una vez cantaste, al pabellón para hilar,
a las ventanas de la enorme casa
donde la descendencia santificó tu lecho conyugal.
Una sola mirada: súbita punzada de dolor
en sus ojos, antes de poder emitir cualquier sonido.
Su cuerpo se derritió en sal transparente
y sus ligeras piernas claváronse en la tierra.
¿Quién penará por esta mujer? ¿No le resulta
de sobra insignificante a nuestra incumbencia?
Incluso así, nunca la negaré en mi corazón,
ella que murió porque eligió volverse.
1922-24
Aquí Pushkin inició su destierro…
Aquí Pushkin inició su destierro
y aquí Lérmontov finalizó su destierro.
Aquí, donde el aroma a hierbas de montaña es ligero,
solo en una ocasión ver aquí he logrado,
junto al lago, bajo la sombra de un oriental plátano,
en aquella hora anterior al crepúsculo amarga,
el resplandor de los ojos ávidos
del inmortal amante de Tamara.
Kislovodsk, 1927
El último brindis
Bebo por la casa derruida,
Por la soledad, juntos,
Por esta maldita vida mía
Y por ti, bebo.
Por la mentira de la boca que me traicionó,
Por el frío de muerte en la mirada,
Porque es cruel y torpe el mundo,
Por aquello que Dios no salvara.
1934
Por qué envenenaron el agua
¿Por qué envenenaron el agua
y enlodaron mi pan?
¿Por qué la última libertad
la han convertido en madriguera?
¿Acaso porque no me burlé
de la amarga muerte de mis amigos?
¿O porque fui siempre fiel a mi triste patria?
Que así sea.
Sin verdugo y sin cadalso
no se es poeta en esta tierra.
Son para nosotros las camisas de penitente.
El caminar con velas y el aullar.
1935
Boris Pasternak
Él, que se comparó a sí mismo con el ojo de un caballo
mira de reojo, mira, ve y reconoce,
y he aquí que fundido el diamante
resplandece en los charcos, ya la nieve desvanece.
Traspatios en la quietud de la bruma lila,
andenes, maderos, hojas, nubes.
El silbo del tren, la cáscara que cruje de la sandía,
en el guante perfumado la mano tímida.
Resuena, retumba, rechina el estallido de la resaca
y de pronto se apacigua: esto significa que él
por las agujas de pino se abre paso con cautela,
para no turbar la duermevela del espacio.
Y esto significa que él cuenta los granos
en las espigas desiertas, esto significa que él
de algún funeral otra vez ha llegado
a la maldita y negra lápida del Darial.
Y arde nuevamente la languidez moscovita,
a lo lejos repica el cascabel de la muerte…
¿Quién se ha perdido a dos pasos de la casa,
donde la nieve llega a la cintura y todo termina?
Para él, que comparó el homo con Laoconte,
y celebró los cardos de cementerio,
para él, que llenó el mundo con el sonido nuevo
de estrofas que en el nuevo espacio reverberan.
Una suerte de eterna infancia fue su recompensa,
de largueza y clara visión,
y la tierra entera fue su herencia,
y él entre todos la partió.
A los londinenses
Hoy el tiempo escribe con mano impasible
la obra negra de Shakespeare, la número cuarenta y cuatro.
¿Qué podremos hacer nosotros aquí, cerca del aletargado río,
los que sabemos del sabor amargo,
sino reinterpretar aquellas trágicas líneas de Hamlet, César o Lear?
O tal vez acompañar como escolta hasta su tumba
a la niña Julieta, pobre paloma, con antorchas y canciones;
o representar al fisgón en las ventanas de Macbeth,
temblando más que el asesino alquilado.
Únicamente esa obra, esa y solo esa,
es la que no tendremos valor de leer.
1940
El sauce
Y el manojo de árboles vetustos
Pushkin
Crecí en medio de un silencio de arabescos,
en la habitación infantil y fría del joven siglo.
No me era grata la voz de los hombres,
solo entendía la del viento.
Yo amaba la ortiga y la bardana,
pero por encima de todo, al sauce plateado.
Agradecido, él vivió siempre junto a mí,
sus ramas sollozantes
cubrían de sueños mi insomnio.
Y, extrañamente, le he sobrevivido.
Afuera el tronco cercenado permanece
mientras otros sauces con voces alienadas
algo dicen bajo nuestro cielo.
Y yo guardo silencio…
como si hubiera muerto un hermano.
1940
Sótano del recuerdo
Es pura tontería que vivo entristecida
y que estoy por el recuerdo torturada.
No soy yo asidua invitada en su guarida
y allí me siento trastornada.
Cuando con el farol al sótano desciendo,
me parece que de nuevo un sordo hundimiento
retumba en la estrecha escalera empinada.
Humea el farol. Regresar no consigo
y sé que voy allí donde está el enemigo.
Y pediré benevolencia… pero allí ahora
todo está oscuro y callado. ¡Mi fiesta se acabó!
Hace treinta años se acompañaba a la señora,
Hace treinta que el pícaro de viejo murió…
He llegado tarde. ¡Qué mala fortuna!
Ya no puedo lucirme en parte alguna,
pero rozo de las paredes las pinturas
y me caliento en la chimenea. ¡Qué maravilla!
A través del moho, la ceniza y la negrura
dos esmeraldas grises brillan
y el gato maúlla. ¡Vamos a casa, criatura!
¿Pero dónde es mi casa y dónde mi cordura?
1940

En lugar de prólogo
En los terribles años de la yezhóvschina (2) , pasé diecisiete meses en las colas de las cárceles de Leningrado. En cierta ocasión, alguien me «identificó». Entonces, una mujer de labios amoratados que estaba tras de mí, y que, desde luego, nunca en su vida había oído mi nombre, despertando de aquel entumecimiento habitual en todas nosotras, me preguntó al oído (allí todo el mundo hablaba en susurros):
– Y esto, ¿puede describirlo?
Y yo dije:
– Puedo.
Entonces algo semejante a una sonrisa asomó por lo que en otros tiempos había sido su rostro.
Leningrado, 1 de abril de 1957.
Dedicatoria
Ante esta angustia se quiebran los montes,
del vasto río las aguas no corren,
fuerte es el cerrojo de las prisiones;
detrás, las madrigueras de los gulags (3)
y una angustia mortal…
Para algunos sopla el viento fresco,
para algunos se solaza el ocaso;
nosotras por doquier ya nada vemos,
solo oímos chirriar la odiosa llave
y los pesados pasos de los soldados.
Como para maitines madrugamos,
la capital salvaje atravesamos,
más muertas que los muertos llegamos,
con más niebla el Nevá y el sol más bajo,
pero a lo lejos aún canta la esperanza…
La sentencia y… caen súbitas las lágrimas.
Ella se va, de todos apartada, como si…
con dolor le arrancaran del corazón la vida,
cual si la voltearan brutalmente bocarriba.
Camina… Se tambalea… Va sola…
¿Dónde estarán mis amigas desdichadas,
las de aquellos dos años infernales?
¿Qué espejismos ven en las ventiscas siberianas?
¿Qué imaginan ellas en los círculos lunares?
A ellas envío este adiós de despedida…
Marzo de 1940
Esta época cruel me ha desviado
Esta época cruel me ha desviado
como a un río fuera de su curso.
Desviada de las riberas familiares,
mi cambiante vida fluyó
a un canal hermano.
Cuántos espectáculos me perdí:
el telón alzándose sin mí
y cayendo también. Cuántos amigos
que nunca tuve oportunidad de conocer.
Aquí, en la única ciudad que puedo llamar mía,
donde caminaría dormida sin perderme,
cuántos cielos extranjeros pude soñar
que no rendirían testimonio a través de mis lágrimas.
¡Y cuántos versos fui incapaz de escribir!
Sus coros secretos me acechan
muy de cerca. Un día, acaso,
me estrangularán.
Sé los comienzos y también los finales.
y la vida-en-la-muerte y alguna otra cosa
que mejor será no recordar ahora.
Cierta mujer
ha usurpado mi sitio
y usa mi verdadero nombre,
dejándome solo un apodo
con el que he procedido lo mejor que he podido.
La tumba a la que vaya no será la mía.
Pero si pudiera salir de mí misma,
y contemplar a la persona que soy,
sabría, por fin, qué es la envidia.
Leningrado, 1944
Ensueño
Tú y yo llevamos el mismo peso
de una larga y negra despedida.
¿Por qué lloras? Dame tu mano,
promete regresar a mis sueños.
Somos como una montaña frente a otra…
No volveré a encontrarme contigo en este mundo.
Solo si me enviaras recuerdos a medianoche
con las estrellas.
1946
En realidad
Y se marcha el tiempo, y se va el espacio,
una noche blanca me lo ha revelado todo:
y el narciso en el cristal sobre tu mesa,
y el humo azul del cigarrillo,
y aquel espejo, donde podrías reflejarte ahora
como en el agua limpia.
Y se marcha el tiempo, y se va el espacio…
pero ni tú puedes ayudarme.
1946
Tú me has inventado
Tú me has inventado. No existe en el mundo
alguien así. No podría existir.
Ni los médicos curan ni los poetas alivian,
la sombra de un fantasma te perturba día y noche.
Nos encontramos en un año monstruoso,
cuando las fuerzas del mundo se habían agotado,
todo estaba marchito y enlutado por la desgracia,
y solo las tumbas eran frescas.
El talud del Nevá, sin faroles, era negro azabache.
La noche sorda se erguía alrededor, como un muro.
¡Entonces mi voz te llamó!
¡Qué hice! Yo misma aún no lo entiendo.
Y tú llegaste a mí como una estrella conocida,
huyendo del trágico otoño,
hacia aquella casa desolada para siempre,
de donde salió una bandada de poemas incinerados.
1956
Soneto de estío
Más que yo vivirá lo que aquí vive,
hasta los nidos de los estorninos,
y este aire migratorio que cruzó,
aire primaveral, la mar en vuelo.
La voz eternidad de allá nos llama,
del más allá con su invencible fuerza,
y por encima del cerezo en flor,
la luz lunar menguando se derrama.
Parece que blanquea sin estorbo,
a través de las verdes espesuras,
la senda que no digo adónde lleva…
Allí hay más claridad entre los troncos
y todo se asemeja a la arboleda
que circunda el estanque en Tsárskoye Seló.
1958

Fragmento
Me pareció que las llamas de tus ojos
volarían conmigo hasta el alba.
No pude entender el color,
de tus ojos extraños.
Todo alrededor palpitaba.
Nunca supe si eras mi enemigo, o mi amigo,
y si ahora era invierno o verano.
21 de junio de 1959 Moscú
Epigrama
¿Hubiera podido Beatriz escribir como Dante,
o Laura glorificar las penas de amor?
Yo instauro el estilo para el verbo de la mujer.
¡Dios me ayude a callarlas de nuevo!
1960
Eco
Hace ya mucho el camino al pasado está cerrado
¿Y para qué necesito yo ahora el pasado?
¿Qué hay allí? Lápidas ensangrentadas
o una puerta emparedada, cegada,
o un eco que no puede ser silenciado,
aunque yo tanto se lo he implorado…
Y con todo lo que en el corazón llevo
ha sucedido lo mismo que con el eco.
1960
No fue en vano que nos empobreciéramos…
No fue en vano que nos empobreciéramos
ni que suspiráramos una vez sin esperanza.
Todos nosotros juramos, opinamos,
y con serenidad emprendimos la marcha.
Ni fue siquiera porque me purificara
cual una vela ante nuestro Señor.
Como vosotros, me arrastré a los pies
del verdugo pelele, cruel y atroz.
No estuve bajo un extraño firmamento,
ni refugiada bajo ajenas alas:
yo estuve entonces con mi pueblo,
allí, donde mi pueblo por desgracia estaba.
1961
Visita nocturna
Todos se fueron y nadie regresó
En la calle cubierta de otoño
no esperarás.
Tú y yo volveremos a encontrarnos
en un adagio de Vivaldi.
Las velas, de nuevo pálidamente amarillas,
serán exorcizadas por el sueño,
mas, el arco del violín no preguntará
cómo entraste en mi casa nocturna.
En mudo y mortal gemido
pasarán las medias horas,
leerás en mi mano
los mismos milagros.
Y entonces, tu angustia
convertida en destino
te llevará de mi umbral
hacia mares glaciares.
Komarovo, 10-13 de septiembre de 1963
Primera advertencia
Qué nos importa al fin y al cabo
que todo se convierta en ceniza,
en cuantos precipicios canté
y en cuantos espejos viví.
Que no sea yo sueño ni consuelo
y mucho menos paraíso.
Pero puede ser que con frecuencia
tengas que recordar
el rumor de las líneas sosegadas
y el ojo que oculta en el fondo
aquella corona de flores, punzante y oxidada,
en su tranquilo silencio.
Moscú, 1963
Voy hacia donde nada es necesario…
Voy hacia donde nada es necesario,
donde el más amable compañero es solo una sombra.
Y allí desde el jardín apartado el viento sopla
y bajo mis pies hay un escalón a la sepultura.
1964
Aunque la tierra no sea entrañable
Aunque la tierra no sea entrañable,
es inolvidable para siempre,
y el agua del mar
tiernamente helada y dulce.
La arena del fondo es más blanca que la cal,
el aire embriaga como el vino,
y el cuerpo rosado de los pinos
se desnuda a la hora del crepúsculo.
Y el mismo crepúsculo en las ondas del espacio
es tal, que no distingo si es
el final del día o el final del mundo,
o acaso el misterio de los misterios en mí nuevamente.
1964

(1) La fecha como título alude al comienzo de la primera guerra mundial.
(2) La yezhóvschina es el término con que se define el periodo de terror de N. Yezhov, jefe de la policía secreta soviética del NKVD (Comisariado del pueblo para asuntos internos, según la sigla en ruso) desde 1936 hasta 1938 y organizador de las violentas purgas iniciadas por Stalin.
(3) El Gulag o GULAG (en ruso Главное управление исправительно-трудовых лагерей и колоний, ГУЛАГ; Glávnoye Upravléniye ispravítelno-trudovyj Lageréy i kolóniy, Acerca de este sonido escuchar (?·i), Dirección General de Campos de Trabajo Correccional y Colonias) era la rama del NKVD que dirigía el sistema penal de campos de trabajos forzados y otras muchas funciones de policía en la Unión Soviética. Aunque los campos de trabajos forzados operaron en Rusia antes de esa fecha y del establecimiento de la Unión Soviética, el Gulag fue oficialmente creado el 25 de abril de 1930 y disuelto el 13 de enero de 1960. (Tomado de Wilkipedia).
Bibliografía
- Anna Ajmatova. Ajmatova. Mondadori (IT) (September 2000. ISBN 8439702930, ISBN 978-8439702931.
- Anna Ajmatova. Poemas Escogidos. Grupo Editorial Norma (April 1999).ISBN 9580435480,ISBN 978-9580435488.
- Anna Ajmatova. Otros Poemas Junto Al Mar. 56 pag. Vigía (June 30, 2004). ISBN 959240089X, ISBN 978-9592400894.
- Anna Ajmátova. Réquiem y Otros Escritos. Galaxia Gutenberg (May 2001). ISBN 8481092886, ISBN 978-8481092882.
- María Fernanda Palacios: Prólogo a Ana Ajmátova. Poemas, Caracas, 2002.
- Anna Ajmátova. Soy vuestra voz. ANTOLOGÍA. Selección, prólogo y traducción del ruso: [[Belén Ojeda]]. Hiperión poesía. 2005. ISBN 84-7517-826-X
- Réquiem; Poema sin héroe / Anna Ajmátova; edición bilingüe de Jesús García Gabaldón; traducción de [[Jesús García Gabaldón]]. – Madrid: Cátedra, 1994. – 248 p.: il.; 18 cm. – (Letras universales; 208)
- Réquiem y otros poemas / Ana Ajmátova; introducción y traducción [[José Luis Reina Palazón]]. – Sevilla: Alfar, 1993. – 251 p.: il.; 22 cm. – (El rapto de Europa; 1)
- Blok, Sologub, Gumiliov, Ajmátova, Mandelstam, Cinco poetas rusos, Colombia, Editorial Norma, 1995.
- Anderson, Nancy K.; Anna Andreevna Akhmatova (2004). The word that causes death’s defeat. [[Yale University Press]].
- Harrison E. Salisbury, «Soviet» section of «Literature» article, page 502, Britannica Book of the Year 1965 (covering events of 1964), published by The Encyclopaedia Britannica, 1965

Luis Fernando Macías (Medellín, Colombia, 1957). Profesor de la Universidad de Antioquia. Ha publicado las siguientes novelas: Amada está lavando (1979); Ganzúa (1989); Eugenia en la sombra (2003); Morir juntos (2019) y Las muertes de Jung (2019). Los siguientes libros de poemas: Una leve mirada sobre el valle (1994); La línea del tiempo (1997); Del barrio las vecinas (1987); Los cantos de Isabel (2000); Memoria del pez (La Habana, 2002; Bogotá 2017); Cantar del retorno (2003); El jardín del origen (2009) y El libro de las paradojas (2015); Todas las palabras reunidas consiguen el silencio (2017). Los siguientes libros infantiles: La flor de lilolá (1986); La rana sin dientes (1988); Casa de bifloras (1991) Alejandro y María (2000); Así lo escuché… (2015); Quien no la adivina bien tonto es (2004); Señor, señora, adivine ahora (2015); Valentina y el teléfono mostaza (2018); No es tan gallina porque adivina (2018); Adivine pues (2020) y Cuentos infantiles para libros álbum (2020). Los siguientes libros de ensayo: Diario de lectura I: Manuel Mejía Vallejo (1994); Diario de lectura II: El pensamiento estético en las obras de Fernando González (1997); Busca raíz (1999); Diario de lectura III: León de Greiff, quintaesencia de la poesía (2015); El juego como método para la enseñanza de la literatura a niños y jóvenes (2003); El taller de creación literaria, métodos, ejercicios y lecturas (2007); El cuento es el rey de los maestros (2007). Los siguientes libros de cuentos: Los relatos de La Milagrosa (2000); Los guardianes inocentes (2003) y Los animales del cielo (2019).