Khalid Raissouni, Poeta, docente, crítico y traductor.
Selección de Libro de los secretos, Premio Internacional de Literatura Árabe, ‘Ibn Arabi’ 2017, Grupo Editorial Pigmalión.

Secretos de las palabras del alma
a Domingo Failde,
poeta siempre vivo en el alma
La luna del llanto alcanza tu amor y tu palabra
y los susurros de la brisa ahogan los secretos de tu alma.
Se extingue el clamor de la muerte,
se petrifica este universo insomne
que se baña en su perpetua ebriedad,
y el poeta con palabras levanta los cielos de la metáfora,
el poeta anda en la vía láctea libre de este mundo
libre de una cita con un paraíso
a veces lejano e imposible muchas veces.
gemidos que sacuden el inmenso silencio de las ruinas
borrando un incesante anhelo de nuestra soledad
sin ti.
Y mientras el aire ilumina las miradas abisales
que agitan el temblor eterno de tu sueño calcinado.
Tu lejanía nos arrastrará hacia las estrellas de la memoria
colgando otro cielo sin límite y un deseo que se hunde en el color,
y tan solo entre nuestras manos un esplendor musical
se derramará,
tus palabras, nuestras palabras, con alma y rostro infinitos
que contemplan el alba circular,
distraídos por las golondrinas que vuelven con este otoño
y desnudan la penumbra de la muerte y de su rencor,
una lluvia de luces palpitantes, negros y deslumbrantes
que se disfumarán para siempre
como una estrella fugaz en los barrancos de la oscuridad,
y se deslizarán con el llanto de nuestras melodías
cuyos ecos se estrellarán en el espejo de nuestra alma
malherida.
Secretos del infierno
Las letras son lanzas
y la blancura, cima de la ceguera.
He aquí los días que exaltan los secretos del infierno
usan las metáforas como máscaras
para entretener al desconocido
y yo contemplo el alfabeto
y sólo veo al que se conoce,
multitudes de cuerpos desgarrados
cuerpos que el olvido no engaña
cuyas sollozantes voces se desvanecen
en los tormentos de esta noche eterna
voces nómadas hacia el ocaso
que abandonan lo más oculto de la luz en mi lengua
Y negocian por los saldos en los bancos.
Veo mi alma volando las ruinas
y veo mis sueños reprimidos que me abandonan
vestidos de negro
y veo colas mártires descender al infierno
Veo mendigos
en los portales de los gobernantes pidiendo el indulto
y poco de ingesta
Veo mi tiempo indefenso amontonándose como ceniza
Oigo la llamada del cuerpo que sorprende la oscuridad de lo imposible
Siento mis pasos
me reprimen las tristezas, las palabras y los deseos
y mis pies no encuentran ningún sendero que los condujera
hacia su fin
No hay sombra donde puedo refugiarme del poderío de engaño
y de la oscuridad de una patria que ejerce el papel del misericordioso asesino
cuando nos despoja de nuestra austera sabiduría.
Me dijo ídolo: Tu edad es un espejismo y tus rencores no tienen fin
Dije: Ven conmigo, edad florecida
para que conversemos con la crueldad de este silencio
Tal vez el silencio recupere el destello después del crepúsculo
y devuelva el firmamento de las estrellas errantes.
Secretos de la piedra
a Antonio Gamoneda
Un derrotado movimiento,
una lanza que no alcanza el círculo.
Círculo de silencio,
museo de profetas
que transitaban este otoño
con números perdedores,
perfumadas palabras
y letras que caen sobre mi mano
resbalando en el vacío deseado,
hemorragia de noches y rostros
perecederos en el grito de los colores,
como pudieras recoger aquellas confusas huellas
en tu último destierro a través de los desiertos del anhelo.
Acecha el reino azul de los laberintos,
y tú, como yo, sin rumbo,
cautivo en la encrucijada de las palabras.
Entre el murmullo de los lagos
y los rayos de un día mudo
ahí, se duerme tu libro bajo un sol remoto
salmodiando versículos de la invisible herida,
me hunde en los rayos del olvido,
en las oscuridades del agua,
y en el ardiente relincho de la derrota
te acerca a los límites de la muerte.
En los manantiales del tiempo,
¿quién era un derrotado jinete
que buscaba un oasis, una sombra
o un árbol que llora
en las páginas de aquel libro antiguo?
***
Empieza el camino por los barrancos
de una blancura rota,
blancura que dibujaba
la transparencia de la nada,
era la manumisión de líneas relucientes,
caligrafía que huye del asalto de la tribu.
La sedición con la nada era un trono
y la luz un vacío absoluto,
una abolición de los nombres,
y mi mano sumergiéndose en el tatuaje.
Asombrado, contemplo mis dedos en el infierno
de las palabras, y anulo mi partida:
La luz asfixiante era mi resurrección
¡Oh, luz de las profundidades,
perdónale al miedo sus infinitas elegías,
retira tus almas espías de mis umbrales,
y escribe tu definición fuera del engaño!
Corriendo entre almas implícitas
y confusas definiciones,
busco un refugio para mis huellas y mi perplejidad
llevará el estupor fuera del túnel
hacia un calvario,
una voz dibuja mi caída
en los hilos de una sonrisa.
Cárcel o puñal de locura,
elegías y descenso vertiginoso hacia las esferas
de la escritura y la muerte,
cerco y suicidio de palabras escindidas
en la garganta de los profetas.
Y el poeta extiende el encuentro de la mariposa
con el resplandor de la aurora.
Los colores eran un reino que se asoma
al crepúsculo levantando espadas
de los laberintos y del olvido.
Secretos del balcón del grito
a Rafael Alberti en su eterno mar
Por aquí bajan las olas
hacia sus citas habituales,
se despliegan los soñadores enamorados
derrotados en los patios de la noche ebria.
Extraños sorben silenciosos
la amargura de la muerte,
de sus miradas la calidez
atestigua que nunca fueron ladrones
de estrellas y aguas,
son ladrones de luz y del amor imposible.
Por aquí bajan las olas
cual puñal que resplandece en las tinieblas
y el viento aúlle cerca de mi lecho,
se extiende hacia el techo
de una memoria que agoniza,
provocando la hemorragia de mi infancia pálida.
Desde aquel balcón que asoma al mar,
cuantas veces coqueteaba absorto y solo
la blancura del alma,
el mar era gloria de mi remota infancia,
luna de canciones de nuestra mágica desnudez,
bajo mi abrigo dormía
siempre que las tempestades lo abatían
impacientándose por el despertar de las primeras
horas del amor
para reconquistar su azul
de las garras de la noche,
nuestra conversación iba
de corazón a corazón
un rayo invisible
atraviesa el silencio y las oscuridades
reflejándose en los espejos del alma.
En presencia del mar liberé mis diminutos sueños,
vestí los sueños de unos seres
que gemían en mudos barrancos
perseguidos por malditas y ciegas lanzas.
Desde mi balcón vi las manos del mar
plegando el azul del firmamento,
robando sueños que trepaban por los peldaños de la tentación
vi las olas capturar el relinche de las almas,
y en la tierra escupir los ecos de oscuros gritos
y los pecios de repugnantes tiempos de luto.
El mar me despojó de las luces de un amor
que enciende la llama del corazón,
me despojó del candelabro de mi último cielo
de mis cítaras de enamorado poseído por el canto.
Por aquí bajan las olas
hacia sus citas habituales
se despliegan los soñadores enamorados
derrotados en los patios de la noche ebria,
sorben silenciosos la amargura de la muerte,
nunca fueron ladrones de estrellas y del agua,
son ladrones de luz y del amor imposible,
y cual puñal que resplandece en las tinieblas
bajan las olas,
y el viento aún aúlle cerca de mi lecho,
se extiende hasta el lecho de una memoria que agoniza.
Me preguntará el viento: ¿Quién cavará sus tumbas?
¿Quién los nombrará?
¿Quién llorará sus ausencias?
¡O mar! Cementerio del tiempo
alto muro que oculta las auroras de mi felicidad
balcón del grito de los muertos
¿Cómo fue posible que me enamorara tanto de ti?
¿Cómo me engañó tu falsa inocencia?
Secretos de la ausencia
De tanta ausencia
se ilumina el vacío
Me quemo en el asombro de la ausencia,
veo una mujer que se despide de mis secretos,
acaricia la intimidad de mi tristeza,
me coge de mi enigmática desobediencia,
y cada vez me promete
una residencia en las escalas de la pasión
o una interpretación de las señales que me guiarán
hacia mí mismo
como si me saliera de repente del laberinto de la orfandad
en cuya oscuridad no me atrevo a empapar mi alma.
Y me acecha,
para cautivar las iluminaciones de mi cielo
cuando mis secretos al desierto desvelo.
Y en las llamas de mi locura se hunde
entretejiéndome de las conspiraciones
lo que no aguantan ni los perpetuados en el amor.
Y vuelvo al hechizo de su querer
buscando una sobredosis que me proteja de mí mismo.
Entonces por todos los nombres me llama,
dispersa la confusión del olvido en mis balcones,
y desnuda la inocencia de mi angustia,
abraza mi insomnio en los jardines de su firmeza,
vigilando mis sueños
para que no los profane ninguna mano pecadora.

Khalid Raissouni: Casablanca, Marruecos, 1965. Poeta, docente, crítico y traductor. Especialista y referente del Hispanismo magrebí. Reconocido por sus traducciones de Antonio Machado, Rafael Alberti, Juan Gelman y Antonio Gamoneda, entre otros poetas hispanoamericanos.