Juany Rojas (Chile)

La voz de Juany Rojas se reafirma en el más fino hilo con el que se ha tejido la mejor de la lírica chilena: en sus palabras –donde más de una vez, felizmente, resuenan Teillier o Gonzalo Rojas– nos aguarda, paciente, una ternura amable y desaladora.

Por Juan Suárez

Lo inútil

Tanto guardar en cajas y cajitas
la esperanza de lo imperecedero
Fotografías⠀⠀ cartas⠀⠀ sonrisas
flores⠀⠀ niñeces
cintas que enlazaron nacimientos
y aniversarios
Tejedurías de familia
líneas y más líneas de una vida
en ramales de estaciones
que van quedando desiertas
como mi salitrera en el delirio de Atacama
Tanto color que ya no pinta
palabra que ya no dice
lazo que ya no anuda
Amor
que ya no ama


Los nombres

Me gusta el ritual
de visitar este cementerio de provincia
lo aprendí de mi padre
Lo amarro firme cada domingo
es la flor que me acerca a mis muertos

Hoy recorro sus silencios
sus gestos antiguos⠀⠀ sus aires modernos
y me detengo en el sutil respeto
que sobrevuela el abandono de ciertos nichos
Maldito huracán el tiempo
todo lo arroja⠀⠀ lo erosiona⠀⠀ lo calcina
hasta secar las raíces de lo vivido
hasta opacar la memoria de nombres
que lanza al vacío de tumbas ruinosas
¿Qué habrá sido de Etelvina
de Custodio⠀⠀ Filidor y Venancio?
¿Dónde yace Baltazar?
¿Y Ascencio⠀⠀ Eduviges⠀⠀ Filomena
Domitila⠀⠀ Eleuterio y Nazaria?
¿Dónde Rufina que falleció en el
milnovecientos a los cuarentayocho?

¿Dónde iré a parar yo
que ya estoy borrando mi nombre
por más que intente mantener húmedos y soleados
mis nomeolvides?

En vano guardarnos en cajas
elegir epitafios⠀⠀ pintar nuestros nombres
En vano las flores
y tan necesario el rito


Soledad

Hoy en la feria⠀⠀ dos ancianos
Él adelante
frente a una caja demasiado grande
para la soledad de las cebollas
ella a su lado
intenta barrer la desgracia
con un plumero


Ordenar la casa

Hay días en que vacío cajones
rompo papeles
sacudo
cambio de lugar la tristeza
saco brillo a los recuerdos
entonces saltan de un lugar a otro
los trozos de mi vida
Un vestido turquesa que ya no existe
camina de la mano de un niño que sí existe
se atropellan las voces de mis compañeras de escuela
mi padre alza una copa
el blanco y negro se fotografía hasta la adolescencia
luego se colorea
o se destiñe
en la trama de los vínculos
Mis pechos amamantan
dalias azules me sonríen
y llueven lágrimas los setenta
y los ochenta

Luego me resguardo en el silencio
abandono el plumero
acomodo muy bien los recuerdos
pinto mis ojos
y sigo


La cama

De fina madera
y distinguido adorno
o común
a la moda
en una hamaca
o improvisada en la calle
la cama
es mujer
Se abre para amar y parir
enmudece en la pérdida
campanea en el gozo

se desgarra en el costado del que sufre

Mi cama
hacerla
para deshacerla

como la vida


Ofidio y tiempo

¿Qué soy en el tiempo imaginario?
¿un vuelo⠀⠀ un impulso de luz lanzado al infinito
desde un arco sin memoria?
¿Y mi cuerpo⠀⠀ qué?
¿un acierto o un error?
vulnerable
incapaz de resarcir sus plumas
desgastadas en un tiempo paralelo⠀⠀ real
¿Dónde mi primera piel?
¿el gozoso serpenteo de mis piernas en la cuerda?
¿la risa universitaria?

¿dónde⠀⠀ nada más ayer⠀⠀ viernes?

Tiempo mío
finito y sin bordes
universo que llevo con asombro
en el alma y en las manos
Carcajada de luz
inevitablemente emplumada
hacia un agujero negro


Espejismos

Húmedo en mi cara el viento salobre
susurra lejanas voces
remotos espejismos en mi oído
No sé qué hace el canto de un gallo
en esta mortandad
en este salitre que carcome
Será que escapó de mi infancia
o que ahora yo anido en páramos irreales

Quizás ambos sólo seamos
sueños sobrepuestos
dibujos
sobre sal


Animita desiertas

Tantas animitas alojadas
en tus párpados violáceos
añejas
en el azul de un tiempo que no transcurre
santificadas

En cada una el alma de un trágico difunto
un homenaje
que intercede ante Dios

Y en cada vela un ruego agazapado
para escapar del viento
y ser un sueño que despierta en otro sueño

A la espera de sus venerantes
subyacen bajo puñales solares
desteñidas
No basta la soledad para alcanzar descanso
hay que llorar
decorarlas
regalarlas con flores
prenderles un rezo
glorificar sus pequeñas casas
sus nombres
relucirlas como fiestas de la patria

Migas de pan
que bendicen y acompañan
en la inmensa nada


Juany Rojas. Nació en la salitrera Pedro de Valdivia, desierto de Atacama, Chile. Actualmente reside en Santiago. Es poeta y terapeuta ocupacional. Integrante del directorio de la Fundación educacional Amanda y socia de la Sociedad de escritores y escritoras de Chile. Ha publicado los libros: «Las magias perdidas», 1994. «Espejismos en la pampa», 2007. «Quehaceres» (con tres ediciones 2006, 2010, 2017 y mención honrosa en el concurso literario nacional Stella Corvalán 2004). «Ofidios», 2013. «Esta pobrecita tierra», 2020 (considerada una obra épica contemporánea por la poeta y académica brasileña Christina Ramalho) y «La caja de las horas» 2022. Poemas suyos han sido incluidos en diversas revistas y antologías nacionales e internacionales.

Juan Suárez Proaño (Quito, 1993). Poeta, editor. Máster en Teoría Literaria por la Universidad de Salamanca. Ha publicado 5 poemarios. Su libro «Las cosas negadas» obtuvo el Premio Nacional de Poesía Paralelo Cero 2021. Es editor en «El Ángel Editor» (Quito) y en la revista «Esteros».