El poeta César Bisso explora el libro «Inventario», de Constanza Pérez, para ofrecernos un recorrido por su palabra, el génesis poético capaz de «inventar el aleteo de una mariposa».
Por César Bisso
«Inventario» es el nombre del cuarto libro de Constanza Pérez Ruiz, poeta oriunda de la ciudad de Corrientes. Leerlo es desentrañar un texto procedente de una región íntima, guarnecida de belleza y memoria, que habla de amor, dolor, reparación. La autora sabe que la poesía no deja espacio para el placer. Tampoco nos regala tiempo para disfrutarla. Es el instante, el aquí y ahora. Por eso, Constanza está alerta, porque una fugitiva brevedad de emoción sirve para creer que la diosa blanca nos reconforta, nos ilumina. Hasta que de pronto desaparece. Y solo queda esperar su regreso y abrigarla, para que no quiera escabullirse entre la espesura de una nueva ilusión.
El libro sintetiza la trama de una escritura poética que resignifica sentimientos y situaciones, exaltando la hermosa aventura de vivir, aunque duela y que, en mayor o menor medida, recompensa. Quiero decir, que al dejar a un costado la sensación de creer que conocemos a fondo nuestra fortaleza, es cuando nos desintegramos. Allí es donde Constanza se aferra al acto creativo que la acerca, por atajos alegóricos, a la compensación de la pérdida, al reconocimiento del otro, al compromiso del abrazo, a la desnudez del alma frente al espejo de la memoria, a la evocación de nuestra efímera existencia.
Hay momentos trascendentes en su poemario, porque la poeta no procura olvidar; por el contrario, se aferra a lo esencial de su pasado, refiriéndose a las pasiones más puras, acuñadas en la infancia y curtidas con el paso de los años. El diáfano lenguaje que utiliza percibe y discurre por las escenas que empatizan con luces y sombras, sorpresas y enigmas, compañías y soledades. Sus poemas se vuelven creíbles, porque manifiestan el compromiso de hablar desde el hechizo de la revelación, donde Pérez Ruiz ha batallado entre la nostalgia de lo que fue y el arrobamiento de lo que vendrá.
Dice Constanza, en el poema titulado «Inquietud»: Dónde quedarán / tus temblores / tu inútil voluntad / contra la lluvia… / quién recogerá / las migas de tus manos / cuando tu voz / se apague… Y luego, en otro, alude al tormento que ha provocado la muerte de su padre: … estás en los espacios / que dedico al silencio… / ayer / en una conversación… / a veces la música / me trae tu recuerdo…. Y culmina, suplicando: no me mires / con los ojos vacíos… / aún no sé / en qué lugar / quiero tenerte…
«Inventario» es una sucesión de hondas emociones. Rescata el lugar apacible de los hermanos, el perdurable recuerdo de una casa que ya no es de nadie, el esplendor de un jardín eternamente florecido en su corazón, donde reina la magia de la palabra y alguna hormiga / que todavía / no tiene ganas de dormir. Son historias personales que se desenvuelven con enigmática destreza y apacible musicalidad, mientras hilvanan cada escena de la vida, entrelazadas sutilmente por una postura redentora. Los textos armonizan en un ajustado espacio donde reinan los símbolos familiares.
Y al dar vuelta cada página observamos que prosigue el vuelo imaginario por el misterio de lo insondable, en busca del bálsamo que permita hablar lo que necesitamos sacar del adentro, aunque nunca sepamos cuándo y cómo logramos confesarlo. Quizás por eso su voz no enmudece. El poema «Orillas del cielo» lo confirma: nos sentábamos / en un catre / y el cielo estaba / a nuestros pies / abierto… / podíamos atravesar / la oscuridad / sin nada más / que la poesía… / dónde quedó el ensueño / de los árboles / dónde el deseo de seguir / hacia ningún lugar…
En «Inventario», la poesía navega como una pasajera intemporal para aventar los recuerdos, para señalar cada huella del alma, para que no olvidemos que somos mortales. Si cada verso impreso es una daga clavada en la carne, cada imagen flota en las mansas aguas de la ternura. Así lo ha deseado Constanza, tan serenamente. Intuye, como todo verdadero creador, que solo la poesía es capaz de inventar el aleteo de una mariposa y al otro lado del mundo transformarlo en un huracán.
Así, bailando con la vida, noche tras noche, en la espera y en la entrega, Pérez Ruiz pergeña una cosmovisión poética consagrada al amor, al sosiego, a la esperanza. Su escritura no claudica ante el inevitable discurrir de un lenguaje que otorga la posibilidad de ingresar a un espacio poblado de otras voces que no han callado y nunca lo harán. Apreciamos que toda luz proviene del diálogo íntimo con los nombres y las cosas que la interpelaron en cada vivencia, en cada instante, en cada hallazgo.
Y de tanto andar entre la luz y la sombra, se renace, entonces la vida puede ser otra. En el último poema del libro la poeta se siente convencida de ello: ya llegarán las aguas / lavando los balcones / frescura necesaria / para limpiar tanta espera / para ahogarnos / en el origen / y ser otros / nuevos / nacidos de aguas claras / y volver a empezar / después de tanta oscuridad …
Es indudable que cada poeta cree en la infinitud de su poesía. Todo lo demás es restringido, como las inesperadas vivencias que sensibilizaron a Pérez Ruiz. Su libro autentifica que ella no renunció a su particular manera de mirar, de sentir, de creer. Habla para sí, elevándose a lo más sagrado del sueño que nunca dejará de buscar, pero, frente a la necesidad de comunicarse con el otro desde el silencio, la escritura se nutre de deseos y angustias, fulguras y sigilos; trasciende más allá de la propia realidad de su creadora. Ciertamente, la une a esa otra mujer que se refleja en el espejo, que le advierte el devenir y que la extrae del abismo de la incertidumbre.
Muchos críticos argumentan que los poetas del litoral procedemos de un ancestro telúrico, que nos abasteció de una cultura milenaria, de ríos fabulosos, criaturas infalibles, leyendas fantásticas. Desde la resistencia cultural, Francisco Madariaga alertaba que la poesía no podía ser sustituida por voces impostoras, que debía permanecer de frente a la naturaleza, salvaje y sublime bajo las estrellas, a la espera de una epifanía suprema. Creo que este libro se alza por la naturaleza misma del ser humano. Un encuentro con las aguas circulares que hacen abrir los ojos en cada amanecer, para que la vida pueda mirarse espléndida, al borde del tiempo. «Inventario» es la genuina expresión de una poesía lacónica, subjetiva, enternecedora que, a pesar de tantos pesares, invita a ilusionarnos con la existencia de otro cielo.
Coronda, abril de 2024
Inquietud
dónde quedarán
tus temblores
tu inútil voluntad
contra la lluvia
quién recogerá
las migas de tus manos
cuando tu voz
se apague
La sombra atrás
apareciste
en una conversación
aunque nunca te fuiste
estás en los espacios
que dedico al silencio
ayer
en una conversación
a veces la música
me trae tu recuerdo
no me mires
con los ojos vacíos
aún no sé
en qué lugar
quiero tenerte
Jardín
hoy te encontré
en tu libro
tan bello
como las manos de tu madre
como el jardín
que con amor cuidaba
«todo jardín exige a su dueño
verlo morir»
citabas
pienso en mi jardín
descuidado
en mis flores que crecen
sin que las riegue
me recuerdan la vida
pienso en mis muertos
como una constelación
de estrellas
donde estás vos
iluminando el jardín
que de noche
se vuelve mágico
entre el rocío
las luces de la calle
y alguna hormiga
que todavía
no tiene ganas
de dormir
A orillas del cielo
nos sentábamos
en un catre
y el cielo estaba
a nuestros pies
abierto
podíamos atravesar
la oscuridad
sin nada más
que la poesía
dónde quedó el ensueño
de los árboles
dónde el deseo de seguir
hacia ningún lugar
Renacer
ya llegarán las aguas
lavando los balcones
frescura necesaria
para limpiar tanta espera
para ahogarnos
en el origen
y ser otros
nuevos
nacidos de aguas claras
y volver a empezar
después
de tanta oscuridad
Constanza Pérez (Corrientes, Argentina). Es licenciada en Comunicación Social. De larga trayectoria en la televisión correntina y prensa escrita. Realizó la producción y conducción del Noticiero Acontecer (Cablevisión, de 1995 a 2008), los programas «Escrito en el cuerpo», «Para cuidarte mejor» y el ciclo «En el patio», entre otros. Publicó los poemarios «Tiene voz» y «Cartón». Obtuvo el Primer Premio de Poesía. Creadores de la Universidad del Sol, Unne, 2011, y Tercer Premio de Poesía en el Concurso CCU-Unne, 2014.

César Bisso (Argentina, 1952). Poeta, sociólogo, periodista independiente. Cuenta con 17 libros de poesía y ensayo publicados, entre ellos De abajo mira el cielo, La Jornada, Cabeza de Medusa, Un niño en la orilla y Andares. Ha obtenido diversos premios literarios y participado en encuentros, festivales y ferias de libros del país y del exterior. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, portugués, italiano y griego.
