Mi Cuerpo Ajeno
Gisela Galimi
Por Piedad Bonnett
Mi cuerpo ajeno: esas tres palabras encierran la esencia paradójica del libro de Gisela Galimi. El cuerpo que a veces pareciera la residencia firme de un yo, que en su ansia de aprehenderse, de hacerse raíz, apela al mi, a menudo se nos revela también como un puro extrañamiento: no como una totalidad sino una suma de fragmentos. Gisela lo nombra a veces a través de órganos no muy aprestigiados —las rodillas, el hígado, la vejiga— y otras desde los que la tradición ha cargado de sentidos, como el corazón, las manos, los ojos, pero despojándolos de sus habituales connotaciones.
“Cómo irme o quedarme/ de este cuerpo que habito/ y me habita”. Estos versos, levemente reminiscentes de la poesía de Alejandra Pizarnik, nos plantan en ese umbral entre el dentro y el afuera donde se ubica todo cuerpo. Jamás podremos vernos como nos ven los otros. Nuestro cuerpo, pues, es siempre un cuerpo imaginado, y en el caso de Gisela Galimi, más bien reconstruido en la palabra, in—formado de nuevo y desde otra dimensión: el de los afectos, las incertidumbres, la memoria. A veces herido o atravesado por la “cuerda del llanto”, a veces juzgado desde la ironía, el humor, el juego: “las rodillas no comprenden/ mis ansias de danzar”. En el centro de Mi cuerpo ajeno están también la palabra, el silencio, el oído, la boca que nombra y que besa, la escritura. Y el otro. Ese otro que es mirada, inquietud, ausencia. “Aquí estoy/ escribo/ para que me oigas”. Y todos esos elementos, en perpetuo movimiento, no pueden llevar sino a la ambigüedad o al equívoco: “uno dice viento, / el otro escucha ausencia/ amor es una palabra/ demasiado breve”.
Si algo jamás encontraremos en los poemas de este libro es obviedad o pereza. Por el contrario, la palabra de Gisela Galimi está cargada de sentidos ocultos, de semioscuridades, de contrasentidos, de todo lo que en la verdadera poesía emerge como subversión del lenguaje cotidiano y como “duro deseo de durar”. Que no es otra cosa que el duro deseo de decir. La suya es una poesía intensa y verdadera, que habla desde una voz inevitablemente femenina. Algo que Gisela resume en estos bellos versos:
“Somos las mujeres
seres de agua.
Escribo para contener los límites del fuego”.
Piedad Bonnett. Poeta, novelista, dramaturga y crítica literaria colombiana.
Quién anda ahí
Ketty Blanco Zaldivar
Por Michel Mendoza Viel

El libro Quién anda ahí, de la poeta cubana Ketty Blanco Zaldivar, ha sido recién publicado por la colección “Toda la noche se oyeron… Poesía latinoamericana de ahora” de la editorial Polibea en Madrid. Espacio para una voz, o para unas voces que en algunos momentos parecieran emerger de la afinidad de la autora con ciertas poetas norteamericanas del siglo XX; en otros, quizás mis favoritos, la voz se asemeja el anómalo doblaje de un “cuerpo sin nervios”, un hilo chirriante al que tampoco podríamos identificar del todo con los personajes de Artaud o de Beckett. Se trata, pues, en cualquier caso, de un universo poético a menudo cortante, conciso, de cuadros y escenas (algunas inspiradas en la cultura japonesa) a los que a veces de pronto parece envolver una sórdida melancolía (“porque la sangre gotea/ y los deseos se confunden con el polvo”); un universo donde comer dulces puede devenir en episodio de vértigo y de miedo, casi en un preludio de asesinato. Pero en Quién anda ahí, también se ensaya una teatralidad poética y sentimental bastante ecléctica, cuyo trasfondo abarca tanto la ansiedad en torno a la belleza erótica, como el humor profético (y a veces francamente apocalíptico) que emerge de ciertas escenas cotidianas. Porque, aun sabiendo que escribir es interpretar una “historia construida con muchas voces falsas”, con este primer libro suyo Ketty Blanco se atreve a preguntar Quién anda ahí.
Michel Mendoza Viel. Licenciado en Ciencias de las Religiones por el Instituto Superior Ecuménico de Ciencias de la Religión (ISECRE).
Humo
Lizette Espinosa

Abre su colección con “Funeral”, aparentemente el final de un ciclo pero a la vez un comienzo ontológico de seguir viviendo sin una parte esencial de nuestra identidad.
Esa luz fehaciente de que estamos vivos y que escapa con el alma al llegar a la muerte, instancia que la poeta equipara en su “ars poética” al silencio. Por momentos la voz poética recurre a “la voz del cuerpo”, al barullo de “mil voces” para contrarrestar el silencio, para darse cuenta que es inútil, que después del silencio solo queda humo.
Alex Paul Lima (poeta)
Su poesía es substancialmente espacial, no es el único tema, pero sí uno vital. El orden espacial de los exteriores e interiores son para ella igualmente privados: “Detrás de estas paredes crece el mundo”.
La sencillez de su voz poética se abre a lo íntimo y se reivindica acercándose al lector, sigilosa.
Ena Columbié (Poeta, narradora y ensayista)
Dueña de un severo poder de síntesis, que en sus momentos cumbres puede llegar al laconismo. Se propone, más bien, la mansedumbre del agua que corre subterránea, comedida, porque conoce su fuerza arrasadora.
Manuel Vazquez Portal (poeta y narrador)
El pie derecho de Maradona
Miguel Barreto Henriques
Por Lilia Gutiérrez Riveros

Una tarde lluviosa de abril de 2015, después de un recital de Poesía Sin Fronteras en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el Maestro José Luis Díaz—Granados, me preguntó:
¿De dónde sacaste a este excelente poeta?
De la mejor cava de Portugal. Le respondí.
Miguel Barreto Henriques, extraía de su caja de pandora poemas de distintas dimensiones. Tuve la fortuna de saber de su trabajo literario y se convertiría en invitado primordial de nuestros programas.
Había llegado a Colombia, procedente de su natal Coimbra (Portugal), motivado por su dedicación al análisis del conflicto colombiano, inicialmente en el 2007, cuando hacía su trabajo de campo para su tesis doctoral Laboratorios de Paz en territorios de violencia(s): ¿abriendo caminos para la paz positiva en Colombia?
Para ese momento ya había publicado su libro Vã Guarda: autobiografia não autorizada y sus poemas eran registrados en revistas y periódicos. La poesía de Barreto Henriques tiene el movimiento de las imágenes cinematográficas, el surrealismo y la filigrana tejida entre el sarcasmo, el sentir humano y la palabra renovada. Ahora nos entrega su libro en español El Pie Derecho de Maradona, pleno de imágenes que viajan de la ironía a la incertidumbre, de la preocupación por la problemática social a la reflexión, con un gran sentido del humor y esa forma fresca de establecer comunicación entre el poeta y sus lectores.
Sus poemas son una ráfaga para quien pueda leerlo o escucharlo. No hay anestesia, hay que asimilar el mensaje. Del poema: Comunicado No. ∞ Con la advertencia Desde las montañas de Colombia, extraigo estos versos:
No quiero versos amenos/ Ni rimas sentadas/ Quiero bailes de fuego cruzado/ Metáforas incendiarias, / Sangre, rojo y vísceras. / Uso la pluma como mi arma de guerrero/ No tengo otra/ Escribir/ Es mi forma de cambiar el mundo.
¿Por qué el pie Derecho de Maradona si en realidad solo le “servía para subir al bus”? Se torna en un buen cuestionamiento cargado de sarcasmo que culmina con tres versos que invitan a releerlo: ¿Cuántos pies izquierdos y derechos tenemos?/ ¿Cuántos pies izquierdos y derechos tengo?/ ¿Cuántos pies izquierdos y derechos somos?
Con gran alegría doy la bienvenida a las páginas de este libro, estoy segura que en cada poema se detendrán y cuando terminen su lectura, querrán volver a comenzarlo. Recomendarán este libro y a este autor, cuya producción seguirá sorprendiendo con su gran talento.
Lilia Gutiérrez Riveros. Poeta, ensayista y narradora. Presidenta de Poesía Sin Fronteras.