Enrique Solinas (Argentina)

El corazón se resignifica en la poesía de Solinas: se expande, se agranda hasta convertirse en una habitación en la que nos recostamos a descansar, a repasar lo vivido y a recordar con temible paz a aquellos «que se van sin despedirse». El dolor, las cosas que perdimos y la muerte retornan en estos versos atravesados por «la desolación del instante».

Por Carolina Zamudio

El adiós

«Pueden pasar
a despedirse», dijo,
y las palabras
que provenían del túnel
de la esperanza,
se conectaban
con su boca abierta
la cabeza levemente
inclinada hacia atrás
y los ojos,
que miraban sin mirar
el escenario quieto
del cielo,
observaban
esta historia
recién amanecida
y claro,
allí estaba yo,
testigo oscuro,
un detalle del paisaje, apenas
un sueño imposible que soñaba
con poemas y canciones de amor.

Porque todas las personas que amo
han nacido para desaparecer;

porque todo se vuelve inalcanzable
para los que se van sin despedirse.


Corazón, corazón

Situado en el centro
de mi pecho,
domina el sentimiento
la razón. Piadoso
y sin piedad existe,
su espíritu es tan fiel
como esos galgos buenos
que siempre me acompañan.

A veces en su latido
hay dolor,
probablemente sean las flechas
que alguien lanzó al azar y se resiste
a morir con razón,
a dejar de existir,
a vestirse de olvido
en esta tarde amarga.

He aquí la belleza,
he aquí el terror:
abrazar contra el pecho la certeza
que todo ha de morir,
que el mundo es efímero y fugaz;
que amar y ser amado es una condición
de un instante, de un día, de una hora,
un momento cualquiera
en algún recóndito lugar
del universo.

Ay, corazón, corazón,
no hay nada más triste
que saber

que todo ha de morir,

que todo ha de morir
y que es inevitable.


Tres muertes

a Mascha kaléko

La primera vez que morí fue
cuando murió mi madre.
El hospital era negro como el cielo
y su respiración cesó
como cuando el viento calla.

La segunda vez que morí fue
cuando murió mi padre.
El hospital era claro como el sol
y todos teníamos la certeza
de lo que iba a suceder.

Pero la tercera vez que morí,
aún sigue sucediendo.
Todo fue de repente
y el amor no alcanzó
para que te quedaras.
Enterré tu memoria
en mi corazón
y allí existe intacta.

Ahora sé que no sé
—y esto es seguro—
si estaré muerto
y no me he dado cuenta
o si morí tantas veces,
pero tantas veces,
que ya no muero más.


El cuerpo de la desaparición

Donde hubo un cuerpo ahora
está su ausencia
y dibujo con mis manos
el contorno de lo que fue,
y espero a que el azar
devuelva con su magia
lo desaparecido.
Siempre hemos de esperar
lo que no va a suceder.
Siempre esperamos
el milagro de la vida
en la desolación del instante.
Créeme: Cuando tu cuerpo desapareció
para mí fue demasiado
y golpeé todas las puertas
de la tierra y el cielo,
para poder acompañarte
y traerte de nuevo.
Créeme: aún espero en casa
tu regreso.

Sé que algún día vendrás,
sin que te espere,
a buscarme para ir
a la morada última
del tiempo.

Sé que vendrás,
lo sé.

Pleno de luz,
como una barca silenciosa
para así navegar
las aguas
de este corazón perdido.


El olvido

a Esther Cross

A veces,
cuando todo es noche,
no podemos
encontrar el camino.

Olvidamos que
las palabras son barcos
que navegan
el tiempo
de la infancia.

Olvidamos
que las palabras
son barcos
que navegan
el cuerpo
de la luz.

Olvidamos, olvidamos

olvidamos
para no recordar,

olvidamos
para poder seguir.

Olvidamos que

la vida es siempre
hacia adelante

y la luz hacia arriba.


Domingo de ceniza

a Diana Bellessi

Es domingo y siente que no está
en el lugar donde la noche crece
como una luz que guía
en la penumbra
los pasos hacia el porvenir.

Desorientado existe y siempre espera
la mano que lo lleve hacia arriba,
hacia Dios, hacia su cuna,
hacia la otra orilla,
donde la vida de verdad lo espera
y es comienzo y no fin,
de su propia historia.

Tiene miedo y sabe que está bien,
que el temor nos recuerda
nuestra parte humana,
que no podemos todo,
que a veces debemos
permitir una ayuda,
que es bueno dejarse sostener.

Entonces es domingo
y no hay nada que decir,
nada que esperar.
Sólo saber
que este dolor que siente
no lo entiende,
que el dolor en sí
es gratuidad.

Llega la noche y crece,
pero en otro sitio.
Llega la noche y crece
hasta abarcar el mundo.

Entonces es hora de pensar
en lo que realmente importa:

¿Qué hará el muchacho,
ahora,
que lo ha perdido todo?

¿Qué va a hacer el muchacho,
ahora,
con tanto dolor?


Temer

Noche oscura del corazón,
tengo miedo de las palabras.
Ellas hablan sobre lo que vendrá
y me dicen
que más allá
no hay nada.

He aquí lo que soy
he aquí lo que sueño.

Este es

mi cuerpo

y tengo miedo.


Enrique Solinas (Buenos Aires, Argentina, 1969). Es escritor, docente, traductor e investigador. Desde 1989 colabora con publicaciones de Argentina y del exterior. Investiga poesía mística y poesía latinoamericana. Entre sus más recientes libros se encuentran «Corazón Sagrado» (Buenos Aires, 2014), «Barcas sobre la zarza ardiente» (2016), «El Libro de las Plegarias» (2019), «El pozo y la cima» (2022); «The way time goes and others poems / La manera en que el tiempo se va» (USA, Antología poética inglés-español, 2017), 时光就这样流逝 (traducción al chino de la antología poética «The way time goes – La manera en que el tiempo se va», Shanghai, 2017), Ha publicado ensayo, narrativa. Obtuvo varios premios, entre ellos, el 1er. Premio Nacional Iniciación Bienio 1992/1993, de la Secretaría de Cultura de la Nación Argentina; el 1er. Premio Dirección General de Bibliotecas Municipales de Buenos Aires 1993. Ha obtenido la Beca de Residencia Shanghai Writing Program 2014.


Carolina Zamudio. Periodista, poeta y ensayista. Master en Comunicación Institucional y Asuntos Públicos. Entre sus libros destacan, «La oscuridad de lo que brilla», edición bilingüe español/inglés, (Estados Unidos); «Rituales del azar», edición bilingüe español/francés, (Francia); «La timidez de los árboles», (Colombia); «Vértice», edición bilingüe español/italiano (Italia) y «Las certezas son del sol», (España). Premio Universitarios Siglo XXI del Diario La Nación y Corona al Poeta (Argentina). Creó y dirige la Fundación Esteros y la revista del mismo nombre, además de llevar adelante el Encuentro Esteros.

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