V Encuentro Esteros



Programación











Poetas internacionales invitados al V Encuentro Esteros



Rafael Soler (España)

Valencia, España, 1947. Ha publicado siete libros de poesía: Los sitios interiores (1980, accésit del Premio Juan Ramón Jiménez), Maneras de volver (2009), Las cartas que debía (2011), Ácido almíbar (2014, Premio de la Crítica Literaria Valenciana) No eres nadie hasta que te disparan (2016) Las razones del hombre delgado (2021) y Memoria y no (2024), así como la antología personal La vida en un puño (2012), y Leer después de quemar (2018) y Demasiado cristal para esta piedra (2020), ambas al cuidado de Lucía Comba. Vivir es un asunto personal (2021) recoge su obra completa. Autor también de seis novelas y dos libros de relatos. Ha sido invitado a leer sus poemas en más de quince países, y libros suyos han sido publicados en Francia, Hungría, Japón, Italia, Estados Unidos, Ecuador, Paraguay, Bolivia, Honduras y Perú. Vicepresidente de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE) desde 2015. Anfitrión de la tertulia Lunes Literarios de Café Comercial (Madrid) desde 2017.

Se nos apaga el mundo
(Cine puro)

Exterior día
paisaje con manzanas

plano general que muestra casi todo
menos tú

ruido de voces que se acercan
con un eco lejano de cascos de caballo
pájaros también en una rama
que no merece el viento

en el centro de la imagen
dos hombres pelean con espadas por su vida
todavía sin deudas ni títulos de crédito

y en las butacas numeradas siete y nueve
pasillo central y terciopelo

lento zoom con música de piano
mientras abres descarada
el pan de la merienda y de tu falda.
                                                                                                      


Quiero decir volver deshabitado

Cruzarás el umbral apartarás las sombras
y al cabo de tu historia tropezarás contigo
sentado en el borde de los mapas
como un amante antiguo al que ilumina
un rayo triste y nuevo para entender el mundo

en la mano boquiabierta la petaca
y en la boca mal cerrada cinco gotas
que resbalan del mentón a los asuntos

buscarás sin ánimo de lucro
los tenedores sagrados de tu infancia
el honorable altar donde pusiste todo
los pasos que con otros conducían
a los años perdidos de tu vida

para encontrar alzado con quien pasa
un beso al corazón robado
y agosto y su alquitrán en una caña.
                                                                                                    


Para que nadie olvide el tamaño de su miedo

En un sueño caben todas las palabras
que nunca pronunciaste
y el decoro de haberlas olvidado
cuando se hizo la luz

niño crucial
mujer al son de todas
joven almado con estatura suficiente
hombre que nace en su coyunda fértil
dispuestos a vestir la carne que les llama

pues todo empieza ahora

en la axila un trueno
en la boca cien semillas precintadas
en la espalda liviano el peso de su nombre

y abajo
zurcido el pantalón
junto a la pelvis anhelante
alzado en su escote el pregón de las discordias

un fruto escondido
una espina crucial enarbolada
un testimonio accidental definitivo

tú a la espera
atónito de hombros
todavía inguinal superlativo
en el caldo nutricio que te acoge

pues todo empieza ahora

y siempre será el silencio la única respuesta
cuando proclames exigente
que el aire que respiras
las manos con que amas y el cielo que te cubre
son tu manera de estar alzado entre las cosas

que sólo para ti
futuro perdedor de cuanto tienes
fue trazada la dimensión del agua
y el espanto azul de las estrellas

pues todo empieza ahora

aunque lejos resuene indiferente una carcajada
al comprender que apenas fuiste
un liviano envase desechable
burbuja que por brillar estalla

una costura
en la arpillera universal del frío.
                                                                                                   


La falsa pulcritud de los escombros

De espalda a la pared
los locos crónicos son de natural pacífico
y muy conversadores

cargan con difusa dignidad a su difunto
que conocen bien
supervivientes póstumos
del otro que fueron una vez

ilustres académicos de número
bailarinas eméritas
altos magistrados padres de la patria

un loco crónico
alza sus brazos para llamar al sol

y aunque viva perseguido
de invisibles amenazas
enquistado tenaz en su rutina
puede sorprenderte con un don inesperado

multiplicar digamos mil quinientos quince
por tu matrícula de coche
y salir indemne del empeño
aunque lleve en el bolsillo
una pinza de colgar

hay más categorías

tristes paranoicos
esquizofrénicos agudos
que cierran los ojos
para que no les vean
histéricas con un destornillador
entre los dientes

y luego estoy yo
tu bailarina emérita
de mantis religiosa en el altar vestida

y luego estás tú
a la pared pegado
mientras llega
el enlace nupcial de la saliva.
                                                                                             



Hussein Habasch (Kurdistán)

Nació en 1970 en AFRIN. Actualmente vive en Alemania. Recibió el Premio Gran Poeta Kurdo Hamid Badirkhan, otorgado por la Unión General de Escritores y Periodistas Kurdos, así como el premio Internacional de Poesía Bosnian Stećak. Premio de poesía de bronce Aristóteles del festival internacional de poesía de Naoussa en Grecia. Muchos de sus textos han sido traducidos a otras lenguas como el inglés, el alemán, el español, el francés, el chino, el uzbeko, el albanés, el persa, el italiano, el serbio, el macedonio, el búlgaro, el portugués, el húngaro, el esloveno, el turco, el polaco, el lituano, el vietnamita, el nepalí, el hindi, el malayalam, el kannada, el tayiko, el bengalí, el bereber (amazigh), el bosnio, el griego, el mandarín (el idioma de Taiwán), tzotzil (el idioma de los pueblos mayas de México), el ruso y el rumano.

Mañana serás viejo
    Para mí después de un cuarto de siglo o más

Mañana serás viejo
no dejarás nunca de usar las muletas,
caminarás solo
y hablarás contigo mismo como todos los viejos.
Serás insoportable, un poco sordo y de pasos
lentos,
pedirás ayuda cuando lo necesites
y nadie te responderá.
Soñarás mucho con el pasado
y los días alegres,
mientras, tu nieto pensará en el futuro
y los días por venir.
¡Maldecirás mucho esta miserable generación,
y repetirás como un disco rayado
qué maravillosa era nuestra asquerosa generación!
Serás el chiste de la familia,
se burlarán de ti
y de todas tus actitudes que creías correctas.
Llevarás una sonrisa tibia en tus labios,
cada vez que mencionen delante de ti
las palabras de la terquedad, la soberbia y la
confianza en el futuro
y quizás te partirás de risa.
Se debilitarán tus huesos
mientras las enfermedades invaden tu cuerpo
y sin permiso
se apagarán en ti todos los deseos
menos el de morirte.
Sin camarada ni amigo,
la soledad será tu apoyo y el compañero del camino.
Estarás siempre preparado para irte
la tumba te hará compañía
se alejarán y te castigarán todos los ángeles
solamente Serafín se acercará a ti como el único amigo,
pero quizás y antes de marcharte, dirás:
cuando muera, enterradme aquí en el cementerio de los extraños.
Quizás estas palabras serán
tu último testamento.

Traducción de Abdulhadi Sadoun


¿Qué me importa cómo y dónde muera?

Pongo la cabeza sobre la roca del olvido
repitiendo, como la estrofa de una canción triste,
lo siguiente:
Qué importa si muero pobre o más pobre que todos los pobres del mundo
mis niños comen manzana y mastican granos de
granada
Y es lo que importa.
Qué me importa si muriera y luego despertara para andar solo en mi funeral.
Qué importa si nunca despierto.
Mis niños susurran con alegría, como dos amantes.
Y es lo que importa.
Murió Sargon Boulos en un hospital en Berlín, como si fuera un ángel ebrio que le gustaba pasear en el aliento de la muerte,
como si fuera, siempre, solo.
Murió Kamal Sabti en el sofá de su casa en Holanda, como un príncipe olvidado.
Murió Aqil Ali en la acera, como si lo hubieran criado para ser el hidalgo de las calles.
Murió Mahmud Breikan por la cuchillada de un ladrón, como si fuera un faro guiando los piratas al oro y dinero de su bolsillo vacío.
¡Entonces qué importa si muero en un bar
discoteca, club nocturno o
sobre los pechos de una prostituta ignorante
en una taberna!
Mis niños comen papitas fritas con mayonesa.
Y es lo que importa.
Si muero ahogado, quemado, asfixiado, machacado, sacrificado o suicidado como mi hermana Silvia Platt.
Qué importa si muero fusilado en mi cumpleaños como mi hermano Dalshad Miroany, el ángel mágico de Kurdistán.
Qué importa si muero de hambre, encarcelado, o rendido bajo las ruedas de un tren enredado como Attila Yousef, gemelo de mi alma.
Qué importa si muero acribillado a manos de los tiranos como mi hermano Lorca, o ahorcado como mi amigo Hassan Mutlak, «Dabada» en Bagdad.
Lo que importa es que mi hijo está bien,
y yo siga escribiendo para el abandono, poemas
pastoriles,
inspirados por la habilidad de las camareras
y de las siluetas de las «chicas» que pasean
delante del cristal del café.
Mis niños juegan,
mi hija peina el cabello de su muñeca
mi hijo conduce su triciclo
y es lo que importa.
Qué importa si muero de un navajazo o una dosis de veneno como mi tío Sócrates.
Qué importa si fuera en Atenas, Berlín, Beirut, Londres, Madrid,
o la distinguida Washington,
las ciudades son iguales y la muerte es un perro que recorre el horizonte
Mis niños están detrás de un balón parecido a la
tierra,
son estupendos
y es lo que importa.
Qué importa si muero como mendigo, exiliado, herido o ebrio
mordido por los colmillos de los amigos como todos los poetas,
lo que importa es que estoy escuchando a María Callas, mojando mi profundidad
en su ronca voz.
Mis niños duermen inocentemente
y es lo que importa.
Qué importa si muriera mientras voy diciendo barbaridades o remando hacia la locura.
O quizás como Cioran, mi amigo, voy tocando las noches y dejando mi destino
en manos del frío y la majadería.
Mis niños sonríen en la cama y sueñan con aves
y mariposas
Esto es lo que importa.
Si muero o no
es igual
mientras la muerte sea la iluminación del alma
y yo la perdí hace tiempo en los bosques del
olvido.
Qué importa entonces.
Qué importa.

Traducción de Abdulhadi Sadoun


Clava tu cuchillo en mi corazón

Clava tu cuchillo en mi corazón
Dale un nombre a mi sombra
Destruye mis fotos
Y apaga la luz de mi ventana
Manos tristes y uñas largas
Profundo, profundo pueden herir
Y abrir más heridas.
Una barriga insomne
Hambrienta…
¡Genera unos dientes afilados!
Contráeme
Me expando
Estrecha mi tumba
Echaré más ramas
Arranca mi lengua desde la raíz
Seré todo una lengua
Destruye mis sueños
Exilia mis deseos
Ahorca mis esperanzas
Los días envejecen
Las noches penan
La vida se encorva
Pero el ardor en mi corazón jamás descansa ni se
apaga.
Hueles a muerte
Vente y rompe mis vértebras
Pero has de saber,
Son vértebras de serpiente.
Saca tu hacha
Mis raíces son profundas.
Ya son siete días
Y ocho noches
Sin descanso
Vuelo
Vuelo
Ni el cielo se acaba
Ni mi vuelo termina.
Ven
En esta tierra estoy desnudo ante Dios
No tengo miedo
No seré vencido
No enmudeceré
Y…
No levantaré la bandera blanca
Ni envolveré mi cadáver con ella.

Traducción del kurdo: Zinar Ala


Los kurdos y Dios

Los kurdos viven en las montañas
No por algo
Solo quieren estar cerca de Dios.

***

Dios quiere a las llanuras
No por algo
Sino porque no quiere ver el sufrimiento de los
Kurdos

Traducción del kurdo: Zinar Ala




Dafne Malvasi (Italia)

Nápoles, Italia. Escritora, poeta residente en Chile, además autora y locutora de podcast. Con una formación en Lenguas y Literaturas Extranjeras en la Università Orientale di Napoli, con enfoque en Historia de América Latina y un Máster en Gender equality, se ocupa de narraciones de género y de poesía femenina como forma de resistencia cultural. Ha desarrollado programas y actividades para visibilizar mujeres del mundo de la cultura, y no sólo, deconstruyendo estereotipos y promoviendo el conocimiento y comprensión entre género y exclusión de las narrativas mediáticas. Por su obra poética ha recibido el Premio Internacional Trienal: La Donna si racconta XXI edizione Poesia – Premio Città di Pesaro 4 settembre 2021. Además, su Podcast Disordinarie: Storie di Donne ha sido elegido para ser parte del Festival L’Eredità delle Donne 2022 y 2023. Ha publicado Antes del alba, su primer libro de poesía bilingüe castellano e italiano, Ediciones Andesgraund, 2024.

Para no acostumbrarme a la guerra,
pinto una amapola roja
aún no destruida.

Per non abituarmi alla guerra,
dipingo un papavero rosso
non ancora distrutto.


Después de cada muerte
en silencio
me prometí el mar.

Dopo ogni morte
in silenzio
mi sono promessa il mare.


Soy un pez
que reinventa el mar.
Roca donde la ola
permanece intacta.

Sono un pesce
che reinventa il mare.
Scoglio dove l’onda
resta intatta.


En el mercado de la felicidad
compré unos gramos de ocio
y poco más de placer
pagando más de lo debido.
Sin prisa espero el vuelto.

Al mercato della felicità
ho comprato qualche grammo di ozio
e un po’ più di piacere
pagando più del dovuto.
Attendo il resto senza fretta.




Camila Fadda Gacitúa (Chile)

Santiago, 1969. Poeta, gestora cultural, traductora. Su trabajo ha sido reconocido con los premios: Festival de la Voz, Casa de la Juventud, Valparaíso (1997); Alfonsina Storni, Buenos Aires, Argentina (2011); Grito de Mujer, Trujillo Perú (2012), Círculo de Críticos de Arte de Chile, 2019, con el premio a mejor obra poética del año. Ha publicado tres volúmenes de poesía: Cauce (2013); Mover el agua (2019) y Calamidad (2022). Su poesía ha sido publicada en revistas literarias. Su trabajo también está incluido en diversas antologías. Sus poemas han sido traducidos parcialmente al francés y al inglés.

36 2020

Después del impacto aquí quedó todo devastado.
Abrí los ojos al desastre y cada una de mis cosas
figuraba como nunca en su lugar.
Pero sentí el estruendo y el golpe
de la onda oscura y expansiva.

Después del impacto aquí la memoria me ardía
en el lóbulo frontal.
Me busqué el cuerpo, lo encontré intacto
pero ya no lo sentí mío.

Un temblor se me instaló después del impacto aquí.
Intenté decir algo y de mi boca
brotó un disparate incomprensible
una malformación grotesca que no pasaría inadvertida.

La realidad estalló entonces como un parabrisas
quedé desamparada
con mi caleidoscopio roto.


38 2020

Ella tiene ganas de tener ganas pero
la intención es confusa y se desmorona.
Cuando tiene ganas de salir quiere
llegar a su casa estar con su perro
porque salir queda lejos y la agota.
Cuando tiene ganas de no ir a trabajar quiere
llegar a su casa estar con su perro
porque en su mente ya salió a trabajar
ya estuvo con demasiada gente
y demasiada gente la agota.
Cuando tiene ganas de estar en algún lugar
se imagina riendo en ese lugar pero
el mejor lugar es en su casa junto al perro
donde no necesita ser adecuada.
Cuando tiene que salir de viaje quiere
llegar a su casa estar con su perro
porque antes de hacer la maleta estuvo
sentada en un avión ansiosa
lejos de su casa sintiéndose ajena
perteneciendo a un vacío.
Sentada en su cama tiene
el espasmo de la arcada en la boca
y ganas de haber vuelto
de cualquier lugar.


42 2020

Anoche no dormí
por la angustia de no dormir antenoche
asumí el alba mucho antes que los pájaros
que a su hora fueron crujidero en mi cabeza.
Saber que es demasiado tarde para la noche
es otorgarle a la conciencia tantas horas.

Antes de partir al día hago
una pausa larga que dura un punto
despejo las dudas de lo que aleja
a la rutina de la rutina
corrijo el error vuelvo a la línea
A B C A
y es una tristeza tan tranquila.


43 2020

Es jueves y vuelvo a casa
algo en la luz de la tarde me confunde
y podría perfectamente ser miércoles
suena un tema en la radio
se oye alegre como a viernes
apago la luz no lo recuerdo
por eso me vuelvo y corroboro
estoy cansada y pienso
menos mal que no es domingo
miro a mi perro que me mira
y juraría que es sábado
él me espera inquieto
para el paseo de los martes
mañana es sin duda
el día que queda más lejos
en el eco atroz de la memoria
y lo más probable es que es lunes
y que estoy equivocada.




Margarita Laso (Ecuador)

Nació en Quito. Poeta y cantante de música popular, se dedica a la producción artística. Ha trabajado como editora y ha sido articulista para algunas publicaciones. Ha publicado los siguientes títulos de poesía: Erosonera (1991), Queden en la lengua mis deseos (1994), El trazo de las cobras (1997) Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade, Los lobos desarmados (2004), La fiera consecuente (2012), El camal de los leones (2018). Desde los años noventa los textos de esta autora aparecen en antologías y traducciones, así como en páginas virtuales de poesía. Algunos de sus poemas han sido musicalizados y tiene también letras de canciones.

Asalto del toro
aguafuerte

el documento tiene nombre de instantánea

ahí están pues el toro y ella que lo detiene
bajo la papacara
—agujitas de hielo arenitas de agua—
ella ha perdido una bota de caucho
ella que creyó arrear los pájaros
                                    con el lazo en el desamparo
quiso posarse sobre el toro como pájara mismo
quitarle algún pulgón
                 alguna perla con antenas
                 alguna bolita de rocío
ella
carga los paños empapados
los pelos estilando en la penumbra

¿sabrá el toro que el cabestro es piel de otro toro?

retengo su cabeza
con estas sogas     los dedos que he traído
retengo el costillar
con estos hierros     piernas que he puesto al fuego

el toro es una fiera de pólvora
azadón tinieblas sombra
y sus patas en combate son el laberinto que asalto

antes de mi funeral
mi arrastre
antes de mi funeral
mi arrastre




Regalo

una jirafa de gamuza
musculosa     pequeña
te he traído

-ten
te digo

-pero cómo
no podemos tenerla en este jardín – dices
crecería
su expansivo cuerpo de cartógrafa
su piel cubierta de islas
¿adónde nos llevaría su lomo craquelado?

-no es para cabalgar sobre ella
ni navegar entre sus grietas
es el cuello
¿ves?
la cabeza

su lengua flexible alcanza los luceros

ella los desprende de las ramas nocturnas
rutilan en sus labios con dulces movimientos
eso besa eso come

es como tú

y así sus antenas
            huesitos que felices remueven las fogatas
            en antares dubhe orión
llenan el cielo de chispas astrales

oh criatura comestrellas
esta jirafa es para ti




Rueda moscovita

súbete aquí a mi lado
he ganado para ti esta cabina que se mece

la rueda moscovita artesanal
apenas nos elevará unos metros
            pero una partida nos espera
en sus espinas giratorias

súbete aquí
verás que es solo una inmensa instalación temporal
pronto levantará sus kioscos enclenques

felices aullidos tocarán las cubiertas de zinc
y la vista y la memoria vértigo serán

el oído podría confundir el collar del carrusel
los caballos engarzados de oro y madera
las risueñas perlas infantiles que galopan

súbete aquí
entre estos foquitos de racimo
y las manzanas teñidas de cereza
deja que giren los taciturnos
ojos que has traído

esto he ganado para ti
unos minutos de amorosas espinas
y el beso del sol
muriendo en mi espalda
otra vez    otra vez
otra vez




El camal de los leones

has llegado al camal de los leones

la chuma de estas moscardas talla 14
el olor de vino con que sirven los últimos bocados
las migas que arrojan a las larvas

¿adviertes la curtiembre?
retazos de todo tipo
como corresponde a las
            cadenas de depredadores
lagarto alce cebra
la mano ilegible de alguna gitana
piezas óseas para tallar

has llegado
alguna ramita de gacela queda por aquí
no la pises

el sol mostaza se evapora en la tierra
no hay ronquidos ni maullidos
es una cama de leones
apenas ronronean
los otros hocicos untados de sangre
duermen cerca del agua
cambian del fulgor al pardo
en su camal como camaleones los leones
tendidos bajo las moscas
            esas cobijas de la bruma caliente
            esa música inoxidable

los hay ocres     los hay color de ron
y sé que en el matadero hay carnívoros satisfechos

ha sido mi comarca esta
este mi espejismo
       mi rodaje
y la noche está cayendo sobre los felinos

aras de la hierba huraña ruge bajito tu leona
lame el recuerdo de la pata delantera
aún conserva -puedes ver- el juego de cuchillos
                                      y almohadillas de las zarpas

mas ya no saldrá a tu encuentro

ha dejado un ojo destazando al búfalo
sus vértebras fueron la rueca de la tarde
los belfos que mordió
la última certeza de un manjar vencido
y vencedor






Daniel Ayoroa Taborga (Bolivia)

Nació en la ciudad de La Paz, e 1976. Estudió Derecho en la Universidad Católica Boliviana San Pablo de La Paz. Cursó el Diplomado en Escritura Creativa de la Universidad Privada de Santa Cruz. Realizó cursos de escritura creativa en el El Ateneo de la ciudad de Barcelona y diferentes talleres de escritura creativa en Bolivia y España. Forma parte del taller de poesía Llamarada Verde, dirigido por Gabriel Chávez Casazola. Desde el año 2023 es coordinador del Festival: Semana Internacional de la Poesía de Bolivia. Su libro De la Transformación en Pájaros, Publicado por la editorial Llamarada Verde el año 2017, fue finalista del concurso Noveles escritores de la Cámara del Libro de Santa Cruz del mismo año. En julio del año 2023, la Editorial Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, la Editorial Efímera y el Festival de Los Confines publicaron el libro Breve Odisea Nocturna en la Colección Los Confines. En octubre de 2023 publicó El reverso de la noche, con la editorial El Ángel editor de Ecuador.

Soledad de las fieras

Desde mi soledad el mundo es evanescente
como las sombras de los tigres detrás de los barrotes
como los rugidos roncos de los tigres por las noches
debajo del cielo infinito, a un lado del parque.

Desde mi soledad el mundo está carcomido
como las almas de los tigres sin fuego
como los ojos de los tigres en cautiverio
alimentados con vacas que comen más vacas.

Desde mi soledad el mundo se queja sibilante
como los tigres que se lamentan en las noches
tigres fantasmagóricos tras las rejas
cautivos en el zoológico de la ciudad.

Desde mi soledad el mundo es inefable
como los tristes tigres que no entienden nada
los tigres que no duermen de noche ni de día
prisioneros a pocos metros del océano.

A miles de kilómetros de sus propios sueños.


Cóndores

Entre la quietud de las montañas
cuelgan del viento gélido
y luego descansan sus cuerpos
enormes, dispersos sobre la nieve,
incólumes ante los aires agrestes.

Sus inmensas alas se extienden
los elevan, buscando la soledad
en su planear taciturno
de gigantes ascetas.

Bajo sus deformes sombras
se desliza la geografía de nevados
silentes, que un día despertarán
ígneos y jubilosos,
reclamando su territorio,
como si nunca hubiesen dormido.

Así transcurre la vida de los cóndores
detenida en el tiempo de las montañas,
en permanente y secreta espera
bajo los designios del silencio.


Monólogo

Cambiar las flores marchitas por flores frescas
lavar los floreros
arrastrar los días y borrar las líneas sobre la arena
seguir caminando en un espacio desconocido
echar agua sobre el mármol y secarlo con un trapo

pensar tanto es perderse
¿Pero qué más se puede hacer?
sino desdoblar el tiempo
viajar a un pueblo olvidado
solo a buscar respuestas

se va y se regresa de los lugares
donde uno va a cambiar las flores
y a dejarles agua a los muertos


Insomnio

no soy yo el que observa la sombra
soy la sombra
soy la cueva
no soy yo el guerrero que regresa a casa
soy la guerra
soy la casa
no soy yo la biblioteca que arde
soy el fuego
soy la ceniza
no soy yo el caballero que lucha contra molinos
soy el molino
soy el escudero
no soy yo el que busca bajar a los infiernos
soy todos ellos
soy mi padre
soy el reverso de una noche
el intento de un instante
la llama que asoma a mi puerta
la sombra que la toca
y la puerta




Bibiana Bernal (Colombia)

Nació en 1985. Escritora, editora, promotora de lectura, gestora cultural y licenciada en literatura y lengua castellana. Parte de su poesía ha sido traducida al griego, italiano, inglés, francés, portugués, chino y rumano. Creadora y directora de la Fundación Pundarika y la editorial Cuadernos Negros, fundada hace 18 años. Autora de dos libros de poesía y de varias antologías de cuento y minificción. Premio de poesía Comfenalco, 2003; Premio de poesía Gobernación del Quindío, 2016; finalista Premio Nacional de poesía Ministerio de Cultura de Colombia, 2017; reconocimiento Escritora del año, Encuentro nacional de escritores Luis Vidales, 2019. Ha obtenido varios reconocimientos nacionales e internaciones por su trabajo como editora y gestora cultural.

Salaje

Algo de pies desnudos
tiene el oleaje.
Sobre los médanos,
los rastros se ven más presurosos.
Algo de huida
tiene alejarse del mar,
cuando las huellas se desvanecen.
Con ritmo de ola,
vamos y venimos sobre nosotros mismos
para que surja un salar de nuestros pasos.


Ningún nombre

Como si de vuelo supiéramos,
intentamos aprisionar su sombra
en la jaula de las manos.

Sin saber que detrás de los huesos
quedamos en su cautiverio.

Entonces
proferirlo
indagarlo
respirarlo
en las afueras de la carne,
en el cuerpo, en la sangre,
es nuestro último intento
de hacernos uno con él.

Pero rozarlo tampoco logra
detener su aleteo inasible.
No hay palabra verdadera
que retenga su huida.

Y siempre, después
de todos sus crepúsculos
volvemos a pronunciarlo.

Aunque la lengua
se nos vuelva ceniza,
si decimos
Amor.


Silencio

Ni escribir sobre los pájaros
ni fotografiarlos.
Solo asistir a su vuelo.
Abandonar la intención
de eternizarlos en la palabra y la imagen.
Perpetuarse en la fugacidad
de su travesía por la mirada.
Callar, con las manos y con los ojos.
Callar, no para fingir el silencio
que dejan a su paso
sino para serlo.


Pájaro de piedra

Ser de piedra y creerse pájaro
porque el viento propaga el polvo de las manos.

Verse ave en el reflejo,
aunque inmóvil sobre el asfalto,
abrasado por la luz de las cinco de la tarde.

Saberse nido
en un recodo del día que agoniza,
sin poder roer el aire.

Ser de carne y creerse hoja o pluma
y al final de la jornada ser quien cae.

Ser uno y creerse otro y otro y otro,
hasta anochecer sobre sí mismo
y volver al origen,
donde la arcilla no tenía rostro
y las alas no pesaban tanto.




Luis Fernando Macías (Colombia)

Narrador, poeta y escritor de obras para niños. Además, se desempeña como profesor de la Universidad de Antioquia, donde dirige el taller de creación literaria. Fue editor de la colección Palabras rodantes de Comfama y El Metro de Medellín. director de la Revista Universidad de Antioquia y de la editorial de la misma institución, codirector de la revista Poesía y fundador de la Editorial El Propio Bolsillo, la Corporación Ideas y Palabras, y Arlequín Editores. Actualmente codirige la revista virtual Esteros. Ha publicado los siguientes libros de poemas: Del barrio, las vecinas (1987); Una leve mirada sobre el valle (1994); La línea del tiempo (1997); Del barrio las vecinas (1998 – Houston, 2018); Los cantos de Isabel (2000); Memoria del pez (La Habana, 2002); Cantar del retorno (2003); El jardín del origen (2009); Callado canto (2010); El libro de las paradojas (2015) y Todas las palabras reunidas consiguen el silencio (Suma selecta) en edición bilingüe (Nueva York, 2017). Podríamos destacar además La expresión poética (2022), un ensayo sobre el aprendizaje, la enseñanza y la creación de la poesía. También ha publicado libros infantiles, ensayos y textos para la enseñanza de la literatura.

Muerte

Del otro lado de la vida
me llamará a lo lejos
                        tu recuerdo
Y la muerte se habrá marchado
hasta nunca

En una roca sin colores
            un anciano de blancas barbas
                                      ciego de vida
esperará sentado del otro lado
                                      de la muerte

El joven
             de azules barbas
será un recuerdo blanco
como el largo vello de su cara
pensando que la vida
                          es un maravedí
entre el vientre de una madre
y una tumba de la tierra.


María

Déjame leer el libro que tus manos abren.
En dónde, en tu cuerpo,
en ti se gesta el nuevo espíritu.
Déjame volar en el cielo ilímite de tus ojos.
Hazme un lugar para ser limpio como tu alma.
Cuál es el lugar,
tu cuerpo es el único lugar,
en ti nace nuestra alegría,
tu ausencia es el dolor.
Abrigo y sosiego,
puerta del camino,
te llamamos.
Ábreme a la comprensión del libro:
allí se lee mi verdad,
allí está escrita mi única verdad.


Para el canto

Para el canto al mundo venimos
para la danza fugaz.
Conocemos la sangre
que alimenta en las flores
                                 su color
y a responder por un nombre nos enseñan.

En el amor somos
en el dolor nos construimos
en el sentido del ser nos elevamos
e iluminado el espíritu se hermana
se hace bueno
se alegra el mundo
con nuestra estancia pasajera.

Se van
el rostro y el nombre
y volvemos al silencio
al olvido.


Instante

El instante presente es todo el tiempo,
pero solo es
             el instante presente.

La conciencia del universo
es la conciencia total,
pero solo es
             nuestra conciencia.

Una pequeña sonrisa
             lo es todo para quien la contempla:
es el tiempo, el universo
                                      y la vida.




Enzia Verduchi (México)

Roma, Italia, 1967. Desde los cinco años vive en México. Licenciada en Periodismo y Ciencias de la Comunicación por el Instituto Campechano. Becaria del Centro Mexicano de Escritores en 1992; ese mismo año obtuvo el Premio Nacional de Cuento Efraín Huerta. Becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en 1996 y 2003. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte en 2004-2007 y 2019-2022. Ha colaborado en distintas revistas y suplementos culturales nacionales e internacionales. Ha publicado los libros de crónica 40º a la sombra (Universidad Iberoamericana, 2013) y Los segundos y los días. Breviario sobre el temblor (Ficticia Editorial, 2018). Así como los libros de poesía: Cartas de usurpación (UNAM, 1992), El bosque de la hormiga (Ediciones Sin Nombre, 2002), Groenlandia (Parentalia, 2018) y Nanof (Vaso Roto Ediciones, 2019). Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, italiano, hindi, portugués y polaco.

Postal: Pabellón Ferri, sección 4, 195?

Milena, decapita un gallo en celo y con su sangre
dibuja en el vientre una estrella que palpite por tu ombligo.

Empuña una piedra en el sueño, algo sólido
que recuerde lo eterno y lo etéreo de nosotros.

Y en el doblez del abrigo, zurce mis mensajes,
llévalos contigo en tu paso lento por el frío.


Postal: Pabellón Ferri, sección 4, 195?

Tengo un colmillo entre las manos, anoche se lo arranqué al jabalí.
La fierecilla arremetió por los rincones de la habitación.

Era necesario tajar al cerdo montés, porque al cerrar los ojos,
sus gruñidos espinaban los mantos de mi cerebro.

Con este diente afilado, ennegrecido por la rabia,
tatuaré en la pared todas mis ausencias.


Postal: Pabellón Ferri, sección 4, 196?

He cavado profundo en la tierra
para esconder la última imagen, ese lampo
que cruza fulminante la memoria:

Sonríes, me abrazas. Sonríes,
me abrazas y subes al tren. Sonríes,
me abrazas, subes al tren y lloras
tras la ventanilla… Llueve.

He llegado a la exactitud del silencio,
donde los topos blancos no pueden hurgar.


Postal: Pabellón Ferri, sección 4, 196?

¿Dónde está Dios? ¡No lo he visto!
Yuri Gagarin

Milena, un hombre recorrió la órbita del planeta,
afirma que desde las alturas del cosmos la tierra es hermosa.
Vio las islas y las costas, las montañas y el curso de los ríos;
pero ¿habrá visto a Dios?, ¿el rostro de la verdad?, ¿su locura?

Quizás se vio a sí mismo, una gota de agua flotando en el espacio.




Ernesto González Barnert (Chile)

Temuco, Chile, 1978. Su obra poética ha sido reconocida con el Premio Pablo Neruda de Poesía Joven (2018), Premio Nacional de Poesía Mejor Obra (2014), Premio Nacional de Poesía Eduardo Anguita (2009), Mención Honorífica del Concurso Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press (2020), Premio de Poesía Infantil de las Bibliotecas de Providencia (2023), entre otros premios, becas y concursos de índole poético. Entre sus más de 12 libros publicados, se encuentran: Trabajos de luz sobre el agua, Coto de caza, Playlist o Venado tuerto. Licenciado en Cine Documental de la Universidad Academia Humanismo Cristiano y Diplomado en Estética del Cine de la Escuela de Cine de Chile. Productor Cultural de la Fundación Pablo Neruda.

Déjame abrazarte en el frío,
no decirte nada en este país
donde todo es una revancha criminal.
Un jergón vencido que en cualquier momento
sacamos a la calle y rociamos de parafina.
Déjame mirarte hasta que seamos dos
contra el resto del mundo.
Una mirada cómplice en un pueblo fantasma
donde todos se apuntan con el dedo.
Mientras el último limón amarillo
que llamamos sol, cuelga del limonero,
se balancea silencioso, como nosotros,
entre el caos y el arte.


Guárdame otra noche, Calíope
de las pocas señas de vida inteligente que estoy dando,
del dolor arrancándome de cuajo la cordura
bajo el ala de los pájaros.
Llevo demasiados días sobreponiéndome al sueño
en que corro más lento que mis perseguidores.
Mantenerse de pie en este país es cosa de bestias.
Echarle estos pocos palos que tengo al fuego
y esperar que ardan lento, sostenido, en su dureza.
Calienten otra temporada en que cavo mi oscuridad
con más oscuridad.


Vengo de mujeres de hierro
con vestidos de verano,
que ponen una hoja de laurel
en una olla de agua hirviendo
sabiendo que eran los caballos
y no los jinetes
quienes recibían la corona.
A veces se tienden a mi lado
sin miedo o frío bajo el techo.
No estoy seguro qué es lo que aman
abrazándome
cuando siento su corazón latir con fuerza.
Tampoco lo qué desean
cuando me observan en la oscuridad
con los ojos abiertos.


Nuestros libros son mujeres
que nos empujan por la espalda
de la rama más frágil de la literatura.
Madres que nos observan a los ojos
tras leer cualquiera de nuestras páginas
y no se aguantan de susurrarnos al oído
que tarde o temprano perderemos,
seremos derrotados,
al igual que nuestro padre.




Milenka Torrico (Bolivia)

Cochabamba, 1987. Estudió Ciencias Jurídicas, Literatura y Estudios Editoriales. Escribió Preview (La Paz: Yerba Mala Cartonera, 2009 y México D.F.: Literal, 2015); La piedra y la sal (Santiago de Chile: Desbordes, 2019); y Un beso de niños ciegos (Bogotá: Preciosas ridículas Editoras, 2019). Ganó el concurso de poesía «Blanca Wiethüchter» de la Universidad Simón I. Patiño (2010). Actualmente se desempeña como editora y correctora de textos.

Starry-eyed

Siempre en busca de algo dulce
que marque cero en los nutrition facts.
Siempre en busca de algo rosa
que diga cero en la etiqueta
Siempre en busca de algo suave
que ponga en cero la tensión
                                     de resistirse al siguiente año
                                     de enfrentarse a las arrugas
                                     de oponerse al cansancio
y sonreír
con la explosión del flash, del gloss, del tul y del glitter
que alguna vez fuiste.


Cleaner

La nenita que no quiere
preguntas ni formas anchas
que no sabía lo que era
echar a alguien por el desagüe
mientras jala la cadena, va enterándose.
Porque esas hilachitas sanguinolentas
no reciben flores ni puñados de tierra
no se despiden con lágrimas
reciben agua
se despiden con agua
                                  y un suspirito aliviado del air freshner.


Señorita V.I.P.

Me dices que te hable sobre mi vida.
Yo te propongo un poema sobre la locura.

Martha Kornblith

La niña que a los trece ha enloquecido a la escuela
soy yo
la que entiende de elegancia
la que sabe de andares sociales y artísticos
la que conoce de tendencias y de maquillaje
la que gana las olimpiadas de álgebra
la que sabe de historia
la que corrige la ortografía y la sintaxis del resto
y a quien el resto pregunta el significado de las palabras
la que maneja su dormitorio como área platinium
y su email y su número telefónico son top secret
la que no hace amigas, las elige
la que organiza pijamadas con exclusive pass
la que le dice no al míster verano
la que se queda con el solista en el ballet
y el protagónico en la obra de teatro

la que causó conmoción al marcharse de la ciudad

(y no supo empezar de nuevo)

Pero eso que te hace la angustia
eso que no tiene más anuncio que una imagen distorsionada en un canal local
eso que está en la calzada
eso que califican de pasional
eso que es un desparramo de huesos quebrados y sangre
eso, no soy yo.


After day

Usted, señorita

que no bajará la cabeza

que seguirá fría y rígida
(como una púa)

que pasará cortando el aire
(como un tacón de aguja)

no dirá nunca
(ni para sí misma)

que una noche, una barba de tres días
(entre otras cosas)
le hirió el rostro

que lleva marcas de dientes
en su costado izquierdo

(la dejaron tan rota)
que retiraba sus pedacitos
con el índice y el pulgar
(la dejaron tan deshecha)
que caía desangrándose
en gotitas anónimas.




Thomaz Albornoz (Brasil)

Sant’Ana do Livramento, 1963. Es un poeta cuya trayectoria se ha trazado en los márgenes de la tradición lírica nacional. Su poesía, escrita entre 1981 y 2018, está reunida en el volumen À la espera de uno igual. Son seis libros que pueden leerse como uno solo. En ellos, el surrealismo extemporáneo desemboca en una intensa concisión formal gradualmente desintegrada por la confrontación con el silencio. Firmemente estructurada en el presente, su poesía parte de la realidad para trascenderla. Ya sea por un impulso original o por una búsqueda de plenitud, se trata de una obra abierta a la espiritualidad y que, de acuerdo con el poeta Ivan Junqueira, «aspira a un estado no verbal del lenguaje». Su trabajo como traductor reúne versiones del Tao Te Ching, una antología de poesía china de los siglos I al XVIII y japonesa de los siglos VIII al XX, incluida una antologia de haiku. Publicó ensayos biográficos con traducciones de poemas de Kaváfis, Seféris, Montale, Éluard, Michaux, Char, Tranströmer, Brodsky, Heaney y Ashbery, entre otros. Ha sido traducido al español por Blanca Varela, Rodolfo Alonso, Rafael Courtoisie y Misael Ruiz. Su editorial tan publica, desde 2020, a autores que escriben entre Porto Alegre y Montevideo, en portugués, español y portunhol. Vive en el campo, en la frontera entre Rio Grande do Sul y Uruguay, donde nació.

de Renée (1985)

Es infinito el oscuro del cuarto
y el tiempo su ausencia más pura
Todo está unido, el abrazo al sueño
el sueño al espacio en arco
En mí te hundes, de ti resurjo
y me haces nuevo, el mismo siempre
cada vez más igual a nosotros
El centro de uno dentro del otro


Más allá de la mirada
las dunas giran al viento
la misma bahía sin fin
Nada cambia o se repite
La sal brilla en la bruma
a cada vuelta del faro
Y del balcón nos parece
que todo parte naciendo
La marea desagua, avanza
inunda la isla donde hay un lago


Un poema sobre el destino
que despierte el futuro en la memoria
Meditado sin palabras largo tiempo
Un poema no escrito
La poesía basta, emana en sí misma
La poesía es una luz sin pensamiento
Un poema en silencio
para migrar juntos por cielos opuestos
Que te siga con presentimientos
e ilumine el valle a destellos
antes que el valle surja en el horizonte


De Sol sin Imagen (1996)

El toro ciego

Por la aguada, el toro ciego
bordea la cerca de piedra

Donde la cerca se derrumba
el valle es estelar, sin cielo

La curva del arroyo rechaza
el velo del rocío cayendo

Y un frescor de agua dulce
sigue las eses del aire

El pasto se aleja en una ola
En espirales los cipreses


de Exílio (2008)

Aire de mar
La playa centellea
turbia de luz

Sol salino
en aérea
fusión mineral

Me veo vendado
en la duna
por el cristal del mirar


Tan quieto hace tanto
delante
del mar sin olas

Solo en soplos pasa
el tiempo
por el instante suspenso

De santo
al sol
el halo de cada junco




Leandro Frígoli (Argentina)

Lobería, provincia de Buenos Aires, Argentina, 1979. Es poeta, apicultor y comunicador social. Es Licenciado en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Sociales Olavarría-UNICEN. Técnico en Producción Apícola en la Facultad de Veterinarias de Tandil- UNICEN. Especialista en Desarrollo Rural de la Universidad de Buenos Aires. Sus poemas han aparecido en varias antologías. Hace cuatro años publicó la primera edición de su primer libro de poesía El Guardián de la Colmena (2020) que ya cuenta con su primera reimpresión y se prepara para este año la segunda edición. Es colaborador de las revistas Marcha Digital, Revista Digital de Sudestada, Abisinia Review y Cubahora. Es columnista del ciclo radial «Sincronizate» y columnistas de «Sonidos Literarios» en el programa «El Arranque Bipolar» por la Radio Ekko FM 92.5 de Azul. Actualmente está radicado en Azul, Buenos Aires, Argentina, y prepara su segundo libro de poesía y una antología de poesía sobre la abeja.

Poeta de la resistencia

a Atilio Perez Da Cuhna «Macunaíma»

Una abeja se posa en mi pulgar
detiene su movimiento
                                     inquieto
y me destroza con su silencio.

Siento la indiferencia de su abdomen.

Ensimismada en una oración
anuncia el viaje final de Macunaíma.

¿En qué ríos los ecos se oyen como poemas?

En los misterios de algún paisaje
Benavides en modo padre
espera por tu abrazo.

Seni Labart con sus lentes gastados
guiña el ojo y escribe en el papel
uno de tus versos
                                     la vida en la mirilla.

Siento una helada devastadora
                                                 en mis manos.

Ante un denso aire
que desprende un polvo
húmedo de certezas.

¿Una abeja es una declaración?

Ellas danzan sin dirección
dibujando el signo en la vigía
de una procesión religiosa.

Macunaíma me enseño
la poesía hay que convertirla
en armonía de pasos y velas

Darnauchans bebe
un vino en tu honor.
En el fondo Levrero cuenta:
El pensamiento es una fuerza
más fuerte que la ley de la gravedad.

Macunaíma es pecho amarillo,
peleador de los que duran
hasta el último round.

Macu, tus palabras
                         encienden una fogata.
                                                  Arden amapolas.


La poética de la abeja

De panal a panal
el hombre le lee poemas a sus abejas.

El relato del hombre
conserva el canto de los laureles y los eucaliptos
en su retiro hacia la calma.

No necesita un perro, un gato, un hijo:
sabe que su trascendencia está en el zumbido.

El mundo será una miel exquisita algún día,
se dice el hombre que lee poemas a sus abejas.

Ante los versos de Hölderlin
la gota se diluye en el riachuelo,
la hoja le grita a la luz de diciembre,

el trébol blanco obsequia su polen.

El hombre que lee poemas a sus abejas
hace una pausa y mira al costado de la colmena:
y ellas danzan su baile épico y cotidiano.

Con el poema vibrando en el aire de las abejas
lo imposible es una opción.

El hombre que lee poemas a sus abejas
escucha los silencios de la colonia
y ve los espacios en blanco entre las palabras.

Una abeja es una pregunta en el paladar.


La bondad de tu veneno

¿Eres capaz de conmoverte
                              ante el dolor de una abeja?

Cuando afila su aguijón
los hombres se erizan como el polvo
                                             y tiritan de miedo.
Crítica es la soledad de la abeja,
las gaviotas no paran de graznar por su duelo
y el rocío es testigo de esta distopía.

Ante el nacimiento de una abeja
                 —el poeta recordó su última charla
con su mentor Ismael Forese—
                             llora su presencia y su olvido.

La ars apícola
                             son las crías que acicalan nuevos decires,
un oficio que amamanta
                                    una generación de bailes y zumbidos.

Hay una marca en mi piel
que escribe la gramática de la abeja,
construye unos sonidos de bienestar.
Hay en mí una moraleja:
No todo veneno nos quiere matar.


Lluvia de abejas

A Juan Carlos Frígoli

Miro en los ojos de mi viejo
                             un niño muerto de pánico
y sin respuesta.

El puestero nos contó del incendio de las colmenas.
Había sido uno de esos suicidas
                                        con cigarro en mano.

Esa tarde en el apiario
mi padre estaba arrodillado frente al humo
—sumergido en una oración—
furioso balbuceaba un
idioma carente de buenas palabras.

Abatido gritó al aire:
«Las abejas son mi familia.
Llévame a mí, fuego maldito».

El pasto iluminado
con pequeños carbones
era el lecho del crepitar
                           de las abejas.

La naturaleza del huerto
arde como Troya
ante la muerte de sus amantes.

¿Observaste, alguna vez, consumirse
                         una abeja bajo la llama?

La sabiduría del fuego
deja una huella de cenizas tibias.




Mariano Rolando Andrade (Argentina)

Buenos Aires, 1973. Escritor, poeta, traductor y periodista. Vive en París y ha publicado la novela Los viajes de Rimbaud (1996), la antología bilingüe Poesía Beat (2017) y el poemario Canciones de los Mares del Sur (2018). Editó Luisa Futoransky: Los años argentinos (2019), primer volumen de la obra completa en verso de la poeta argentina. Fue seleccionado en la antología de poesía Buenos Aires no duerme (1998) y Atlas de la Poesía Argentina (2019) y ganó el Premio Juan Rulfo de Radio Francia Internacional (RFI) a mejor cuento en lengua francesa (2001). Colabora en diferentes revistas literarias de América Latina y sus poemas han sido publicados en Argentina, México, Colombia, Chile, Venezuela, España, Francia y Marruecos, y traducidos al francés, el italiano y el árabe.


Hombre en la ventana

Un día, dentro de muchos años,
vendrás y te pararás en la librería
con rejas verdes de la rue Gay Lussac
y mirarás enfrente,
a las ventanas del tercer piso del 49
y le contarás a alguien,
o te contarás a vos misma
que ahí viviste llegada de Argentina y recién nacida.
«Era un dos ambientes chico, mi cuna estaba
entre las cortinas y la cómoda del cuarto de mis padres».
Con tu índice señalarás las ventanas,
y alguien te preguntará,
o vos misma lo harás,
cómo fue que te trajeron hasta acá
si tan solo dos meses antes
salías de un hospital en Buenos Aires
una mañana de sol de marzo apenas fresca
para entrar en un dos ambientes también,
allá donde se rozan Palermo y Almagro.

No lo vas a ver,
no tendrías por qué hacerlo,
pero desde hace años
—desde hace todos estos años—
el hombre que fue tu padre está con un bebé en brazos
de pie detrás de la ventana del pequeño salón
y los dos miran hacia la librería abajo,
a la chica de pie en la puerta.
Son muchas las horas que te han mirado
mañanas enteras de verano,
y también cuando llegó
la brisa gris que anuncia el otoño boreal.
Con las cortinas blancas plegadas
los dos en silencio, el hombre de pie,
hasta hacerte dormir lentamente
con los ojos rojos aún de ese llanto tuyo.
No lo ves, pero una vez que te dejes ir
y descanses libre de pena en la habitación,
volverá a la ventana.
Volverá a mirar la librería y a esperarte,
                                                  a esperar el futuro.


Janis

Yo conocí a Janis, sí.
Fue en Nueva York, o antes, bastante antes, en París quizás.
No lo sé con certeza; hay cosas que uno no quiere recordar.
Y además, las ciudades se parecen tanto.

Sí estoy seguro de dos cosas: no fue en el Chelsea y no se llamaba Janis.
Estaba sentada en la barra de un bar del Village,
sola de madrugada pidiendo jacks con coca.
Afuera, por la Sexta Avenida,
desfilaban jaurías de taxis vacíos.

No hablaba mucho, Janis.
No le hacía falta.
Tenía penas oscuras que no eran negras
pero brillaban como si lo fuesen.
Eso
y una inquietante sonrisa de media luna.

Yo conocí a Janis, sí.
Fue en Nueva York, o después, un poco después, en Buenos Aires.
Quién sabe; hay cosas que uno no quiere recordar.
Y además, qué importan los lugares.

Caminaba de madrugada por el empedrado de San Telmo
Y de repente se detuvo en una esquina y se quedó ahí.
Buscaba o esperaba algo, vaya uno a saber qué.
Tan intensa y quieta que daba pavor.
Ella, que en un segundo estallaba como una supernova.

No hablaba mucho, Janis.
O hablaba en una lengua indescifrable.
Un idioma de uñas pintadas de negro recorriendo el vidrio.
Una lengua de pies jugando con las patas de la banqueta.
Nunca sabías qué estaba pensando.
«Cosas mías», decía, y callaba.

Yo conocí a Janis, sí.
Fue en Nueva York, o en París, o en Buenos Aires.
Pudo haber sido en otra ciudad; hay cosas que uno no quiere recordar.
Además, los lugares se confunden en la memoria.

Manejaba como una condenada por una avenida
que se metía sin esperanza en el sur de una ciudad.
Ahí donde la civilización cede al arrabal y se gesta el suburbio.
Parecía una rockstar cansada de ser leyenda, Janis.
La sonrisa de media luna, las uñas negras firmes en el volante.

Había tomado cinco, seis, siete jacks con coca.
No sé cómo hacía, tan menuda y tan exquisita.
Escuchaba música y miraba de reojo el sol
asomando entre los escombros y los edificios desparejos.
El pelo se le acomodaba sin artificios sobre los hombros.
Los músculos se contraían en las piernas desnudas.

El sur no tiene límites; me hubiese ido lejos con Janis.
Pasamos estaciones de tren vacías y fábricas cerradas,
puentes mutilados, largos paredones con grafitis.
Recorrimos kilómetros ficticios planeando huidas.

El viento de la mañana nos resbalaba por la frente.
Y en un semáforo en rojo, después de mirarme y cerrar los ojos,
ella, la que nunca hablaba o hablaba en otros idiomas,
se puso a recordar en el alba inmaculada del suburbio.

Habló de su primer trabajo, atendiendo en un locutorio de Constitución.
Tenía 19 años, dijo, y acababa de terminar la secundaria.
El negocio era del padre de una amiga, el barrio era filoso
y ella una chica bien de Adrogué, una chica rebelde de Adrogué.

Los chicos nos querían, comentó, y pisó el acelerador.
Al final de cada día, un rato antes de irnos,
poníamos la música alta mientras limpiábamos el lugar.
Los Stones, Janis, los Doors… Otras cosas también.

Mientras la escuchaba, traté de imaginarla a esa edad,
metida en un caos de cumbia y vendedores ambulantes,
putas, vagabundos, laburantes, travestis,
dealers, policías, colectiveros, pibitos solos.

No sin cierta vanidad —porque ella también era vanidosa—,
recordó entonces a un chico en particular,
un chico que se cruzó una vez en el tren a Glew.
«Vos sos Janis, la del locutorio», le dijo él, y se le declaró.

Yo conocí a Janis, sí.
No importa demasiado en qué ciudad ni en qué circunstancias.
Sí estoy seguro de dos cosas: no fue en el Chelsea y no se llamaba Janis.
Pero lo entendí al chico aquel.
Lo entendí perfectamente y lo envidié.


Lautréamont vuelve

Habla sentado a la mesa de cara
a la cuesta de Villiers de L’Isle-Adam.
Lo había encontrado en una esquina lejana,
Corrientes y Rodríguez Peña,
una noche después del Círculo.
Tenía 19, 20 años.
La tapa roja de Pellegrini,
la primera lectura en el 12 hasta Constitución,
y después en el Roca hasta Temperley.
Las noches en la pieza. La novelita.

Ducasse, el endemoniado.
Al poco tiempo lo fue a buscar a París
al Faubourg Montmartre.
Todavía estaba la placa en la cour:
«¿Quién abre la puerta de mi cámara funeraria?
Había dicho que nadie entrase.
Sea quien sea, aléjese».
Letras doradas gastadas con fondo negro.
Después siguió camino a Charleville.
Se creía rimbaldiano.

Pasaron unos años y volvió a estar
meses y meses enfrente de ese número 7.
Tendría que haber reconocido la voz.
Pero se habían perdido de vista.
O él se había perdido. Como su fe.
Tanto tiempo en los caminos polvorientos
del desencanto y el abandono.
Llegó a pensar que Maeterlinck tenía razón
y la belleza indecible de fulgores cegadores
eran ahora ilegible demencia voluntaria.

Se fue de París y regresó. Dos veces.
No sintió ninguna mano en el hombro.
Había vuelto del destierro del polvo, sí,
pero difícilmente diría que había vuelto a creer.
Alguien le entregó un libro de tapas verdes,
la primera Pléiade para un tipo de cincuenta.
Pensó en Maeterlinck; abrió la cámara.
Entonces, ahí, en la cuesta de Villiers,
estaba de pie el endemoniado
esperando bajo los focos pálidos de otro siglo.



El entierro de Stevenson

De pie ante tu tumba blanca,
veo el océano que te trajo
y la jungla que te amparó,
las montañas que quizás
te llevaron a Escocia.

Veo a los jefes samoanos
recibir la noticia
«Ha muerto Tusitala»,
que partió de la casa en Vailima
una noche de diciembre.

De pie ante tu tumba blanca,
comprendo tus dos deseos:
llevar las botas puestas
y ser enterrado
en lo alto del monte Vaea.

Pocos son los papalagi
que han merecido lágrimas
en estas islas y mares
saqueados sin descanso
por las plagas de Occidente.

De pie ante tu tumba blanca,
gran Tusitala del norte,
veo las antorchas y escucho
los brazos de doscientos
surcando la tierra cuesta arriba.

El resto de Samoa se pregunta
«qué desgracia nos ha caído»,
y en la morada de Vailima
alguien prepara tu mortaja
y viste tus pies desnudos.

Llega la temida mañana ya,
tus anfitriones te acompañan
y los más fuertes cargan
el ataúd a lo alto de Vaea,
la cima de la tumba blanca.





Poetas Uruguayos invitados al V Encuentro Esteros



Teresa Korondi (Uruguay)

Poeta, narradora, performer y comunicadora. Ha impartido talleres, charlas y lecturas en festivales e instituciones educativas de diversos países, entre las que figuran la Universidad Federal de Pelotas (Brasil) y la Universidad de Palermo (Argentina). Obtuvo el Fondo Nacional de Música en 2014 para la producción de Bo, disco de poesía-canción. Su poema audiovisual Kokoro fue seleccionado en la III Edición de Slideluck Montevideo, que se exhibió en 2018 en el Espacio de Arte Contemporáneo. Integra la 3era Muestra del Poema Ilustrado Nancy Bacelo Edición 2022, del Programa para el Fortalecimiento de las Artes (Intendencia Municipal de Montevideo). Algunas publicaciones: La enunciación (Yaugurú 2016), Impropios (TextosIntrusos Argentina, 2018), Escandinavia (Del Azahar 2018), Par (Yaugurú 2021), Corre, corre (Colección IberLetras – Argentina/España, 2021), Rodó porque rodaba, Premio Nacional de Poesía Inédita 2021 del Ministerio de Educación y Cultura (Solazul Ediciones 2023) y Otaku (TextosIntrusos Argentina 2023).

Desean permanecer
atados a la tierra
Salvaje
es el monte espaciado
que avanza a cada paso
La cintura cimbra
en hilos de acero gris
Música circular
esa luz de siesta
que acecha en la ruta
agitada tarde
quinientos kilómetros
de veranillo invierno
El cinto de seguridad
se tranca al arranque
Libera el pensamiento
sobre un destino posible
Fatalidad de bruma que
impide el canto de eucalipto
y comprime el pulmón
pluma
detenida en el viento
¿Quién se atreve a desafiar tanta incerteza?
Filamentos en línea
que el tiempo atraviesa
en movimiento
Todo lo que queda entonces
es pensar las horas en el viaje
Traducir del aire
el camino que en el coche
se deshace


un cuerpo oscuro que penetra
en la otra luz
que se va volviendo oscura

José Lezama Lima

Ensayo
sobre la penumbra
Invoco al insomnio
que nace
de los gestos
y en las luces negras
reverbera los ojos
Tremedal de piernas
¿adonde es que nos vamos
cuando hablamos de noche?
El reloj aja el tiempo
cobra el cuerpo de las cosas
rompe el aire
la madera
Fulgura
como albores
inasibles
del poniente


Dios nos había dado pesadas almas de piedra.
Karin Boye

Leer la luz
que fluye de las cornisas
Las plumas quiebran el vuelo
al caer picadas
desde una sola ventana
Entrecejo del cielo
y forcejeo ilusorio
de ese vuelo mortal
Es la silueta de la niña
santa en su desgano de estropajo
que surca el aire
como una bala espesa
Detiene su peso
en mitad del viento
Se vuelve tempestad
auxilio de canto
Una llamarada de agua
ahora cae sobre mis ojos
y despeja


Como si las nubes se vaciaran en mí
no hay días de lluvia
ni de llanto
Torpemente me hago cargo
de las gotas de rocío
de las piedras de granizo
Acomodo la tierra
Un pulverizador riega los brotes
que se desprenden de los nudos
en un tiesto pequeño
Como una experta jardinera
recojo los cantos
Junto el abono de animales domésticos
Cuando muevo las manos la veo
Mariposeica y alada
amándome con los ojos de la espalda
Nace una orquídea
Aprende a volar y morir




Juan Felártigas (Uruguay)

Montevideo, 1986. Poeta y docente. En 2020 publicó La rubia del Waldorf. En 2023 obtuvo el 1° premio en el Concurso Literario de Montevideo Juan Carlos Onetti, en la categoría Poesía, por su libro Ya no seremos tapa de disco (editado en 2024).

El amor

El amor es el cable del tendido eléctrico
que sostiene a dos palomas en mitad de la tormenta.
El amor son los extremos quemados del celuloide
y el disco de rock and roll que dejaste sonando
antes de que nos quedáramos dormidos.

El amor es la conversación
en un bar del centro, entre ruidos de vasos
y gente que fuma afuera mojada por la lluvia.
El amor es el olor de los libros usados
y la firma ilegible que alguien dejó
en la primera página / son todas las manos
por las que pasó antes de nosotros,

igual que nosotros.

El amor es el regreso de la resaca
una mañana de domingo / es el vino
de los amantes y las coordenadas en la niebla.

El amor es el viento que amenaza la vela
y el perro que aúlla en la puerta
hasta las tres de la mañana,

es la orquesta
que sigue tocando en mitad del naufragio
cuando no quedan señales que arrojar al cielo
ni botes salvavidas que echar a las aguas.

El amor es la poesía en la cama
y el tierno gesto de acomodarte
la bombacha mientras vas al baño.
Es la remera que me regalaste
y usaste como pijama por un tiempo
antes de convertirse en el trapo
con el que ahora limpiamos las ventanas.


La poesía es verte salir de la ducha

Los taxis inundan las calles
en esta ciudad olvidada por el mundo
y todo lleva al recuerdo altivo
de tus piernas saliendo de las mantas.
Los extraños abren muy grandes los ojos
en la oscuridad de los bares, la música
acerca las soledades en este cuadrilátero
atestado por el sudor y el tedio,
las pocas ganas de ir a dormir
y el sueño derrotado.

Fumar en la puerta un cigarrillo tras otro
intentando adivinar tu perfume de hembra
o la canción de los Beatles
con que nos despertaríamos
en el lejano y amurallado mediodía
marca la subversión de los cansados:

la poesía es verte salir de la ducha
con una toalla, apenas, en la cabeza.


La tristeza

Llevás los piecitos
a la orilla de la tristeza
y los mojás pero qué fría
está el agua.
Girá tus piecitos
desandá esos pasos
subite a otros zapatitos
que no hay más violines
ni limones en esas tierras.
Dale pistas falsas
a ese arroyito,
que no se te enfríen las manos
en mitad de la niebla
ni se te deshoje
el color de los ojos.
Tomate un taxi
que yo lo pago
cuando llegues.


Montevideo

Quiero verte bailando descalza
entre las ruinas de tus bares
cuando la fiesta acabe
y enciendan las luces
a las cinco y media de la madrugada,
apretando desconocidos
contra la pared, metiendo
tu lengua salitrosa
en la boca de cualquier tipo.

Quiero llevarte a casa
y encender un cigarrillo,
quiero escucharte cantando
una canción del Darno
en la ducha, tus tetas
Made in Ciudad Vieja
balanceándose en la penumbra
o en el puerto, en un altillo

inundado de grappamiel barata
y recuerdos de aquel tiempo
en que fuimos los mejores.

Quiero caminar por el filo
tambaleante de tus edificios,
tomados de las manos,
entrando en la densa noche.
Dame el tiempo, ciudad,
que voy a perder más tarde,
para que podamos acostarnos
a la intemperie
como dos perros lastimados,
rodando por nuestro hueso, ladrando
a los extraños o moviendo, agónica,
una pata al costado de la calle.

Quiero dejarte
como antes lo hicieron
quienes más amé
como lo haré un día
sin decirte nada,
como en las viejas buenas

historias de amor.
Ciudad, mi corazón
es una esquina orinada,
es el graffiti con faltas de ortografía
escondido en la pared
en que prohibieron fijar avisos.




Rafael Courtoisie (Uruguay)

Montevideo, 1958. Poeta, narrador y ensayista. Profesor en el Centro de Formación de Profesores del Uruguay, en la Universidad Católica del Uruguay y en la Escuela de Cine del Uruguay. Ha sido Profesor Invitado y ha dictado seminarios y conferencias en varias universidades extranjeras. Ha recibido, entre otros, el Premio Fundación Loewe de Poesía (España), el Premio Plural (México), el Premio de Poesía del Ministerio de Cultura del Uruguay, el Premio Internacional Jaime Sabines (México) y el Premio Blas de Otero (España). Su obra poética está integrada, entre otras obras, por Palabras de la noche (Caracas, Monte Ávila, 2006). Poesía y caracol (Sevilla, 2008), Partes de todo (Torrequemada, Madrid, 2012), Santa Poesía (Lima, 2012, Montevideo, 2012), Tiranos temblad (Ministerio de Relaciones Exteriores, Montevideo, 2010) libro que obtuvo el Premio Extraordinario de Poesía José Lezama Lima (Cuba, 2013). Ha compilado varias antologías. En narrativa, ha dado a conocer Santo remedio (Madrid, Lengua de Trapo, 2006), Goma de mascar (Madrid, Lengua de Trapo, 2008) y El ombligo del cielo (Santiago de Chile, 2012). Ha traducido a varios poetas.

III

El vuelo llega 

más alto
que el pájaro.

Así: no escrito.


I

Ya es hora de comenzar a destejer
cada línea de la noche, desnudar
las cosas: la palabra «piedra»
oculta la dureza de la piedra
y la palabra «pan» no alimenta a nadie.
Trigo es lo que hace falta
y no palabras. La palabra «trigo»
carece de tallo, su espiga es
pavorosa:
«harina» y «arena» se parecen.
La palabra «pan» rompe los dientes
y cada hogaza es un manjar de piedra
en la mesa tendida del poema.
No se puede llamar a las cosas
por su nombre. Las cosas no tienen nombre
las cosas son las casas donde habitan
los nombres imposibles
de las cosas. Las casas y las cosas
no tienen techo. La tormenta del sentido
arrancó los techos en declive
llueve suave dentro de las casas
y se inundan las cosas. En cambio
la palabra «agua»
nombra en su lengua
la mar embravecida del desierto.
Y en cada desierto brota
un manantial, un venero, un oasis
no importa qué palabra
agujeree la piel de la Tierra
para colmar la sed:
la palabra «sed» es un pozo sin fondo
y en el fondo, al revés, «sed»
significa «des».
Da de una vez.
No digas una palabra.


II

Cada botella vacía
habla
de lo que ya
se bebió.


VI

El sexo de la ciruela

dice cosas

al oído de la boca.




Gerardo Ciancio (Uruguay)

Profesor de Literatura y Máster en Gestión de Educación. Ha publicado los libros de ensayo La crítica literaria integral (Premio Nacional de Ensayo, 1997), La ciudad inventada (Premio de ensayo Academia Nacional de Letras,1998), La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura (2007), Soñar la palabra (Premio Internacional Fundación Benedetti, 2012); y de poesía Arquitrabe (2010), Cieno (Primer Premio Nacional de Poesía, 2011), Haikus de Kiushu (2017), Los ojos críos (2021), Linaje (Premio Onetti de Poesía, 2021), Casa de Salud (Premio Onetti de Poesía, 2023), así como las antologías Nada es igual después de la poesía. 50 poetas uruguayos del medio siglo (2005), El amplio jardín. Poesía joven de Uruguay y Colombia (2006) y Los hijos del fuego. Poesía joven de Uruguay (2013). Ganó una beca del Ministerio de Cultura del Gobierno de la República Popular China para realizar estudios en la Universidad de Beijing (2011), una beca de la Agencia Internacional de Cooperación de Japón para realizar estudios en ese país (2012) y una beca de la Fundación Carolina para realizar estudios en Madrid (2002).

Desde el mar
sentíamos crecer
el espesor de nuestras palabras.
Como en la canción de Dylan,
una nube oscura y fría amagaba
a cernirse sobre nuestras cabezas
a echar sombra sobre lo vivido.
Por eso preferí verte entre el oleaje
para saber que hay un universo posible
en tu mirada acerada
un estado de luz poco usada
que la realidad escamotea
Algo líquido irisado que te rebasa.
Todo esto de acá arriba
es pura poesía. Mala poesía,
gritaste, mientras te alejabas
nadando sin esfuerzo


Malvín

aquí son los laureles: esos de barrio sin   laurearse
aquí la galera va repleta de voces mar    y voces
una playa no pisada       un mar al uso malvín
acá mandan las gaviotas y algunas confundidas palomas
nadie idolatra a nadie acá       acá se piensan para existir
sigue el silencio como si alguien pausara al mundo que ni gira ni se traslada
nada rota      todo extático       fijo en un punto al que no llego
ni las gotas se alinean   ni los astros       ese éxtasis quieto insistente amoroso
si hay algo que rompe la armonía es lo nuevo
se presiente frente al mar   se prefiere el silencio   sí
pero se enfila hacia lo nuevo lo otro aquello que refleja
siempre es preferible el agua su remanso eso que no se encuentra en el lenguaje


La reducción

Es difícil aceptar que estás en una habitación que casi no existe.
La escena es en la sala de mi casa materna:
tres sillones cubiertos con blondas telas
la mesa inmaculada en el centro del espacio
unas sillas tapizadas para mirar lo prohibido con esos deseos ocultos
Atravesar el living de norte a sur
o a la inversa
o bien de este a oeste
o a la inversa (cosa poco probable)
era un safari a lo desconocido
un viaje sin escalas a un mundo congelado bajo los cobertores
¿Qué hace ese niño detenido en el centro de tanta inmovilidad?
Hay recuerdos de la infancia que son como alucinaciones
parece innecesario agregar aquí que se confunden con los sueños
En la sala
todo lo gana un silencio pesado que cae
por entre el polvillo fino imperceptible
que cruza ese rayo de sol junto a la ventana
en medio de esa soledad sin vida
como el cuerpo de mi padre
hecho un brazadita de huesos y esquirlas vanas
cuando lo removieron
una tarde de sol y cementerio
de su noble sepultura




Bajo las hojas aúlla un lobo
Arthur Rimbaud

Ver la muerte regada por el suelo
entre escombros
huesos y cenizas
entre los muros tumbados
del cementerio cerca de esta esquina
Ver los ojos puro cuencos
de esa niñita cerca de Adén
sonriendo su hambruna a la cámara
como si la visitara el mismo Rimbaud
(el loco de Arturo
con su lista desesperada de
pedidos para Lyon
con su pasado enamorado de Paul)
Los huesos apretados del cementerio
hechos polvo insurrecto
sin chance de resucitar
La niña yemení que parece rezar
cuando mira con fijeza a la cámara
(o mira al cronista? o mira al voluntario sudando en el hospital repleto de espanto?
o mira el dedo índice de la Muerte que la convida?)
Ella no tiene idea que hubo allí
en otro tiempo
una república socialista
ni idea ni ideología: imposible
es una niña con hambre
pendula al borde del infierno
mientras observa no sé qué
entre huesitos niñas en evidencia
CNN corta y se pega al catre
de la niña hambre espanto
un desfile de Versace
hombres bien comidos
en la pasarela con ropas
que ni borracho me pondría
Con el silencio aséptico
del control remoto
apago la TV
Pero hay dos cosas que vuelven
a la conciencia
ya con Yemen reunificado y destrozado por las bombas y la fusilería
1. La lista de los insistentes pedidos
del sudado Arturo:
Manual del carpintero de carretas / Guía del armero / Hidráulica urbana y agrícola / Arquitectura naval / un teodolito / una brújula de exploración / un buen sextante / papel de dibujo / un cordel de geometría de cáñamo / etc
Cualquier ítem de la lista pareciera
más atractivo que el insufrible
de Verlaine allá en París
2. Los ojos paradojalmente en paz
de la niña embozada
en su velo / velada
como si los huesitos
de su semblante iluminado
fuesen un sutil corrimiento
hacia la metáfora
o
hacia la ocurrencia de este texto
avergonzado




Cristina B. Piñeyro (Uruguay)

Montevideo, 1983. Psicóloga, poeta, compositora. Publicó ocho poemarios, un disco de música y poesía y sus Cartas para meditar. Entre sus libros destacan: Hacer tiempo (Yaugurú, 2018); El soplo (Edición de autor, 2020); Amarcord (Edición de autor, 2023); Declaración de excedencia (Yaugurú, 2024). Su disco Línea de flotación (Edición de autor, 2021), trabajo discográfico de música y poesía, fue nominado a Premios Graffiti 2022. También en 2023 edita de forma independiente sus primeras Cartas para meditar. Cartas con reflexiones e ilustraciones de la autora.

Ombligo y lágrimas

¿Con qué pedazo de corazón sentís?
Si es que sentís con el corazón,
si es que amás a pedazos
¿Qué palabras te habitan en la noche?
¿Limpiás cada día tu máquina de rencor y de orgullo?
¿Te procurás amnesia reboleando los ojos?
¿Te quiebra la garganta la amargura?
¿Te guardás el amor en un pliegue de la oreja?
Pensás al despertarte en los cigarros y el exilio
Recordás sólo con la lengua de tu madre
Tus pasos intentan ahuyentar el abandono
Un tapabocas te deja en carne viva
Herida y con ombligo y lágrimas, te vas.


VIII

Había mundos que ya estaban girando
y había otros mundos que querían subirse
a los mundos que ya estaban girando.
Había mundos que miraban hacia los mundos
que querían subirse a los mundos que ya estaban girando.
Y había un mundo que contenía a todos los mundos
Mudando de piel.


XI

Hay una mosca volando tras el orador oficial
Tan esquiva, molesta, pequeñita
Un insignificante punto móvil
Un punto negro que no sirve para nada y sin embargo,
vuela,
casi silente
Cosquillea su zumbido y nos absorbe
Nos hace saltar la vista
de aquí para allá
Parece que flota y se empecina en posarse
en los lugares más insólitos
Nos hace pensar qué hará
después y después

Y la voz: ¿qué estaba diciendo?


XXII

Hay una pequeña salud en el silencio
en la insistencia y también
en el hartazgo.
Una modesta salud
en las palabras que quedaron escritas, molestando
como irritantes moscas sobre el blanco.
Existe una salud pequeñita
en el recuerdo y en el olvido
En la evocación, en la memoria y en los inventos.
Una salud que trasciende la muerte
que nos excede
pero que no nos alcanza
para ser inmortales.




Javier Etchevarren (Uruguay)

Montevideo. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación Publicó cinco libros de poesía: Desidia, Fábula de un hombre desconsolado (segundo lugar en los Premios Nacionales de Literatura 2016), Ruidosa Luz (mención en los Premios Nacionales de Literatura 2018), Cuerpo roto en cuatro puntos cardinales (mención en los Premios Nacionales de Literatura 2020) y Un viento sosegado. Algunos de sus textos han sido publicados en diversas revistas nacionales e internacionales. Fue incluido en varias antologías En Perú, publicó la plaquette: Ruidosa luz y la antología: Palabras y más nada (a través del programa Lima Lee) ; en Estados Unidos, traducido por Jesse Lee Kercheval, el libro Fable of an Inconsolable Man.

Pegamento

En la misma esquina de siempre,
Pablo descansa sobre su bolsa de nylon.

Espalda vencida,
ojos prestados,
manos irreconocibles,
piernas sujetas,
Pablo se derrumba sobre su bolsa de nylon.

Mientras sus vecinos inculpan a la costumbre,
mientras su madre enciende velas por él,
Pablo se pierde en su bolsa de nylon.

Píldora contra el hambre
(después de almorzar mate).
Confusión contra el tedio
(no hay futuro que entusiasme al presente).
Tragicomedia introspectiva,
violento unipersonal,
de risa alucinada y desdicha profunda,
que cada vez lo tiene más adherido
a la bolsa de nylon.


Mi madre

Mi madre tiene seis brazos.
Así logró salvar a sus tres hijos de aquel incendio.
Corrió hacia el futuro,
dándole la espalda al derrumbe, al fuego,
hasta que fueron cenizas.
Recién entonces nos permitió mirar hacia atrás.

Mi madre saltó desde un balcón
aquella vez que los perros me atacaron.
Se lanzó al río y salvó de su feroz corriente
a mi hermano Adrián.
Desvió -con un golpe certero- un veloz automóvil
para evitar que mi hermano César fuera atropellado.

Mi madre nos salvó a los tres del hambre,
ese vacío voraz
que ataca a los niños en pleno día.

Ni el tiempo puede con mi madre.
Se han muerto mi padre, mis abuelos, mis tíos.
Mi madre ha decidido no morirse antes que sus hijos.
Tan poderosa es.


Imposibilidad de Ximena

Atravesé los hemisferios del tiempo
tras la hazaña de recrear
con poemas tu elipsis.

Pero soy impreciso
y sólo es grava semántica tu fibra:
un misterio convertido en delirio,
una fábula opaca,
un galope de versos sin vigor.

Se fatiga tu rastro
pero hay un conflicto
de bruma y minerales
cuando presiento
tu regreso.

¡Entonces escucho
-justo detrás de mí-
unos pasos que se acercan!
¡Entonces escucho
-justo detrás de mí-
una llave girar!
Entonces me vuelvo
-veloz y sonriente-.
Entonces me vuelvo,
en vano,
porque ninguna puerta se abre.


Instrucciones para escribir un soneto

Primero, nazca en plena dictadura.
Segundo, crezca con la democracia.
Tercero, deserte de su envoltura.
Cuarto, madure con ineficacia.

Quinto, acéptese enfermo y sin cura.
Sexto, alégrese de su desgracia.
Séptimo, evite siempre la impostura.
Octavo, no le tema a la acrobacia.

Noveno, no complete el crucigrama.
Décimo, progrese con el alfabeto.
Undécimo, desdramatice el drama.

Duodécimo, apártese del libreto.
Decimotercero, grite que la ama.
Finalmente, escriba este soneto.




Graciela Estévez (Uruguay)

Montevideo,1965. Poeta y narradora. Egresada de UDELAR. Actualmente cursa Licenciatura en Letras. En 2011 y 2013 obtuvo el primer premio en el concurso «Cuentos del taller», otorgado por la Fundación Lolita Rubial; y el Segundo premio de poesía en el Concurso Ignacio Nacho Suárez. En 2020 obtuvo el segundo premio en el Concurso «Palabras para Idea Vilariño y Mario Benedetti». En 2022 publica Cavar-refundaciones de la duda, que obtiene una Mención en Ópera Prima en Poesía, MEC 2023. En 2024 publica Acuareza (Yaugurú ediciones).

VI

un cansancio esdrújulo
se apoya en la tarde
las calles deambulan/ embotellan
las horas ciegas derraman el agua
horadan la espera

antes de ti
todo es sed


VIII

resplandor/ despertar del agua
tus ojos
galopan/ en mi cabello
el cielo se suelta
profana catedrales
relumbra

te miro
escribo sobre el altar
en la lluvia
desnuda


Aún no

en profundo el bosque
cúrcuma mariposa la tarde
caen soles
haz y envés
Ingrávidos vestidos breves

Imposible detener las voces del nogal
la voracidad de las uvas

me ofrendo en hojarasca
crecen violines entre ramas
trigo trémulo el viento
tergiversa la turgencia

ya no el estío
la luz de las naranjas en los ojos
la boca en gasa malva

me voy en mieles
crepita púrpura la tierra
aún no la escarcha

aún no



Sacrificio

Alquimia abierta. Entre tanto no digas nada.
Hay un declive, un momento, algo insurrecto, abierto el silencio no persigue la luz. Al límite corre. Arcana la sangre, rojo el corazón y sin cavidades altas. Tambor nativo, tambora y lobos sigilosos que tientan y rondan la noche entera.
Beberán de mi sangre.
Hay una rima involuntaria que me mira y sonríe lasciva, invisible entre los árboles, antes de guardar los ojos adentro del agua para siempre.
Nadie habita, nadie escucha. Deviene de otro sitio. Tiene el pelaje intenso y viene desde lejos. En cascada corre, no se detiene, no puede. No es su destino.
No hay sosiego en el aire puntiagudo. Un soplo tibio en el verde que se esparce ante mí, alerta. Ahora mismo el frío eriza el cuello del viento. Otro horizonte más allá de la fiera, aquella rotunda y arrasadora ceguera como el fuego blanco.
El filo de un ala me abre el pecho.
Todo engendra.





Isabel De la Fuente (Uruguay)

Poeta, actriz, y gestora cultural. Egresó de la Escuela de Acción Teatral Alambique y estudió Licenciatura en Letras en la FHCE. Trabaja en teatro, espectáculos multidisciplinarios y performances. Es docente de taller literario, de teatro y creadora del Seminario Cuerpo de Letra (Escritura en Movimiento y Performance). Obras suyas se incluyen en diversas publicaciones y antologías, y ha publicado El silencio que nadie (Ed. de la autora, 2002), Mal puñal (Artefato, 2003), Antología de Poesía Portuguesa Contemporánea, compilación y traducción suyas (Estuario, 2009), entre otros. Ha realizado diversas muestras de poesía visual y de poesía y plástica. Desde 1996 coordina el Ciclo Literario CaRAMELOS y PiMIENTOS.

Bacanal de las delicias

Tengo la boca en llamas
Y no sé lo qué decir
Regalarte este mendrugo de palabras
Para ovillar con ellas una cena fastuosa
Y echarnos a reír entre candelabros
Y servilletas bordadas
Tú me mirarás asombrado
Al otro lado de la mesa
De mi cabellera se desprenden
Aceitunas negras y cerezas
La lengua ahora es un látigo acerado
Que escarba en tu silencio
No hay manjar más absoluto
Que tus besos —pienso—
Mientras devoro una metáfora
Tras otra hasta saciarme
Aunque mi hambre de ti no se apaga
Y arden los versos y los manteles
Sobre los que ofrezco mi cuerpo jugoso
Para el delirio de tus fauces.


Lady Babylon

Preciso aturdirme de noches y de whisky
no me llenan la boca las palabras
me arde la lengua
en un dialecto extranjero
se arremolinan las ideas en la garganta
gorgotean y se desbordan
soy el cántaro y la fuente
que lo rompió
soy un amasijo de amanaceres trasnochados
nada me piensa mejor
nada me abruma
bajo la niebla del sentir
soy todo lo que no digo y lo que no quiero-
Y lo que digo y quiero y quiero
y quiero y quiero.
Soy esta mano que me escribe
torpe y loca
los grafemas deformes de estos sueños
soy el cuero duro y la herida abierta
sangrando en madrugadas
tan imposibles como interminables
soy esta bronca que se apalabra se atropella
y la calma del saber y estar de vuelta
soy las mañanas perdidas
y las noches
Soy todo lo que me falta
y algunas tardes robadas.
Soy todo lo que no tengo
y lo que me sobra
y lo que está y es suficiente
o no soy nada
nada de eso.
O lo que quieras…
Soy este canto en una hora deshauciada.
Un mensaje que no llega
un chasque incierto.
Poste restante.
Éter del Arrullo.
Canto de Sirenas.
Babilonia de otros sueños.


Ejercicio del olvido

Hacer el ejercicio del olvido
hoy y mañana y siempre
olvidar lo salvaje de las palabras
dejar los sentidos a un lado
abrirse paso por las horas insensibles
con una media lágrima
que no sangra ni rasga ni nada

—así no ayuda el dolor no sale y
ni siquiera siente pero le duele—

y entonces
es sólo deslizarse
dice desde dentro
una voz muy queda
es sólo deslizarse
dejarse ir por las horas
y descubrirse en el intento
y en la repetición
y en el querer estar de estreno
y la costumbre
como una rémora un hongo
una planta trepadora y voraz
como un grito
salirse intempestivo
desbordado
como negro mar ajeno
como piedra que rompe el aire
como nada
así
exactamente
en ese ritmo
esa cadencia
y el silencio
ese silencio que te ahoga
luego el aullido
siempre a la Luna
guijarro que me robo
y me llevo en los bolsillos
y después no queda nada
en esta calle
y en la noche
y en lo oscuro
el pensamiento y su siesta
y los dolores las heridas
y esas cosas
y callarse o decirse
o yo qué sé
como se pueda
como se pueda
apretando lo rojo del deseo
entre las manos
y todos los sabores de tu nombre
se hacen agua en mi boca
sin nombrarte
sin un respiro
como esa lluvia
lenta y pertinaz
la moneda de los días


Ars Profética

Yo quisiera poner un pie en el centro del poema
Comprobar su temperatura su humedad
Su centro de gravedad
El punto de desequilibrio
Ir de a poco
Dejándome tragar por el poema
Pan en la mesa de los versos
Poner un pie tal vez el otro
Comprobar el estado de las palabras
El punto de fusión
La sazón de los adverbios
Que me digan si el lugar es el correcto
O no
No
El poema está siempre fuera de lugar
El poema es foráneo en todas partes
Inmigrante ilegal con su miseria a cuestas
Sus tristes bagajes sus muambas
Sus bártulos coloridos y andrajosos
El poema va atravesando las fronteras de la lengua
Atravesando los cuerpos las miradas
El poema como un mendrugo
Arrojado a nuestras almas suplicantes
Somos todos mendigos de un verso mejor
Que está por venir
Seguro está por llegar
Ya
Ya se nos va a ocurrir
Mientras tanto vamos garrapateando
Estos torpes intentos
Que ofrecemos de corazón
Como nuestra maravilla
Nuestro tesorito amado
Todo lo que tenemos
Extendemos las manos la voz
Arrimamos nuestras proezas y claudicaciones
Deseando las acepten las reciban
Con el calor mejor de la buena hospitalidad
Las inviten a tomar lugar en vuestra mesa de los días
Les sirvan un plato caliente y nutricio
No esperan postre
Bastará tan sólo una servilleta
Para limpiar las sucias bocas del espanto.





Mariella Nigro (Uruguay)

Montevideo, 1957. Egresada de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (UDELAR). Poeta y ensayista. Tiene publicados, desde 1997, once libros de poesía y dos de ensayos literarios. Asimismo, intervino con sus textos el libro de artista Acuarelas, de Cecilia Mattos. Obtuvo varios premios literarios nacionales y municipales, entre ellos, el primer premio en los Premios Nacionales de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura: en poesía inédita, por Umbral del cuerpo (2001) y El río vertical (2004) y en poesía édita, por El tiempo circular (Yaugurú, 2011) y por De los días y las noches (Mensajes para un niño que está lejos) (Yaugurú,2022); y en ensayo de arte inédito, el premio por Dolor de espejos (Apuntes sobre el arte de Frida Kahlo) (1998). Recibió el Premio Bartolomé Hidalgo de Poesía 2011 otorgado por la Cámara Uruguaya del Libro por Después del nombre (Estuario, 2011). Y en 2013, el Premio Morosoli Categoría Poesía (reconocimiento a la trayectoria, méritos, y aporte a la cultura uruguaya). Fue designada por la Academia Nacional de Letras de Uruguay (sesión del 06/09/2023) en la condición de Investigadora Asociada del Departamento de Lengua y Literatura.

5. Orden del sueño

Caen las palabras en medio del sueño:
son las piedras hirientes
que antes golpearon en la vigilia
y ahora se precipitan a su agua

y se enredan como oscuros peces sorprendidos
en el paladar en la dentadura en el labio o en la veladura
donde calce la articulación,
en la patria de la lengua y su ápice de oro.

Y al despertar están las marcas en la boca.


Orden del duelo

7.

Mire JD que lo vi en sueños. El agua inundaba la tierra; bajo su placa de mármol soltaba su aullido, su habla de perro, su claro sonido en el fangoso río vertical.

Ladre JD, dígale su verdad al mundo, señor de lo doméstico, dé vueltas por los caminos bifurcados, huela.
Mientras, se quedará la luna por siempre iluminando su cuna, su rincón humano.

Siga mis pasos desde el cielo, JD.
Sepa que hay un hilo de plata en esta correa suya que sigo sosteniendo.


Orden del ser

2.

Ser-ahí, estar-ahí
en un número y un nombre

cara o ceca
en la lógica proposicional de la existencia.

Y en la raíz, de golpe todo el árbol
y lo innombrable del mucílago;
desde el origen luminoso hasta el final oscuro:
el filo breve del cuerpo asomando en otro cuerpo
y de golpe el muelle pliegue de su hundimiento en tierra.

Ordenar el pensamiento y su caos.
Hacer un protocolo para vivir. Estipular el modo.

Porque el silencio viene con un hacha
carpiendo el pensamiento y sus malezas bastas

la borra de lo que queda
el holograma arcaico de lo que vendrá.

Entre lo que es y lo que no es
el sujeto sigue siendo la medida de todas las cosas.
Y la poesía es otra medida.
Y un tratado sobre el exceso.

Y las teorías se deshacen, yerran.

(A los Profesores Hugo Malherbe y Nelly Goitiño,
in memoriam)



Orden de las cosas

2.

Fue hallado el fósil más antiguo de margarita en el laberinto gualdo de una piedra. Le falta un pétalo que luego hallarán del otro lado del mundo.

Por eso la noticia es que han visto la duda en la corola, la sombra del dedo vegetal de la Quimera, el dolor de un pétalo arrancado que sentencia si alguien amó o no.

Millones de años amarilleando rocas patagónicas, sin que el viento del sur, helado antártico susurro, desintegre el albo destino de un amor, el sí y el no del aterido secreto de un amante.

Tiembla mi fresca margarita en el jarrón.




Tatiana Oroño (Uruguay)

San José, 1947. Profesora de Literatura (IPA). Investigadora Asociada a la Academia Nacional de Letras (ANL). Co-traductora del libro Reflexões sobre a poesía, de Armindo Trevisan (Monteverde, Montevideo, 1998; Plaza y Valdés, México, 2004). Coorganizadora del Primer Encuentro de Literatura Uruguaya de Mujeres y coautora del libro que reúne las ponencias del mismo (La palabra entre nosotras, E.B.O., Montevideo, 2005). Prologuista y participante de la exposición interactiva de mujeres poetas y orfebres -Joya x Joya- en el MNAV (Montevideo, 2008). Ha publicado catorce libros de poesía (Argentina, EEUU, Francia, Uruguay). Publicó ensayos en revistas y libros en el país y en el extranjero. Ejerció crítica de artes visuales (semanarios Jaque y Brecha) y es curadora de arte. Vicepresidenta de la Fundación Gurvich (2023) cuyo Consejo de Administración integra. Obtuvo la Beca de Creación Artística Justino Zavala Muniz (FEFCA – MEC, 2024). Premio Bartolomé Hidalgo (2023). Segundo Premio Anual Poesía (Premios Nacionales de Literatura, MEC, 2023). Distinguida por la Convocatoria Amanda de estímulo a la edición (MEC, 2021). Primer Premio Anual Poesía (Premios Nacionales de Literatura, MEC, 2019). Finalista en la terna del Premio Bartolomé Hidalgo (2017). Premios Bartolomé Hidalgo (2009) y Juan José Morosoli (2009).

Así como el gusano
muda de piel despójase y recubre de otra nueva
que ha de perder y el único alimento es la morera
en tanto rehace el ciclo
destinado a tejerse crisálida en la malla de seda
así el pensar ovíllase
así también se enrosca en búsqueda
de segregar su limo el hilo transparente que ilumine

La oruga invertebrada destinada a dar alas
al huésped del capullo
le da al pensar insumo néctar sorbo
de instrucción práctica
disdascalia que imparte
a la poesía a su quehacer consejo
de supervivencia: extraer de sus glándulas
vello que la recubra musgo liquen consuelo
que entreteja
                       el velo
de la morada íntima.


Había en ellos promesa

entre sus páginas

refugio hogar cedían cederían asilo
prometían, darían hospedaje, se sabía:
                       yo haría pie en ese suelo

en esa permanencia silenciosa
o murmurada donde posar
orfandad en el coro
de edades en el sinfín de timbres
en las ramas del bosque de escrituras altivas
susurradas mentidas
                       y allá ellas
                       prolíficas multívocas
gestantes todavía / multíparas
ocupadas en dar a luz proliferar.

Yo haría pie en esa tierra
me lo dije.


¿Cómo explicar
qué paradojas inflexiona la voz
de la escritura?

Me refiero a la ausencia de puntos y de comas
y otras cosas
la presencia de términos arcaicos
su industriosa memoria de lo ausente o declinante
que al pasar por la lengua destella
me refiero
a permutas y trueques
de una negociación que se juega
en trastiendas
del texto
ahí donde se piden y se dan o se niegan
pases libres vales credenciales de uso
y donde abuso (a veces)
del derecho a engañar al rival diríase
la costumbre la norma las mayúsculas
la omisión de los versos su versión laica
revisada prosaica
todo eso y más
          la picardía, una pizca
del derecho a desquite
que la palabra ofrece
y a veces da.


El lago Crawford

ese ojo de agua dulce
en su lecho distante de lodo roca hielo
donde el cielo de Ontario es espejado
es el marcador 0
                             de la huella geológica
impresa en el planeta
por el lucro

El agua serenísima preserva
capas de un calendario fósil
que registra las huellas dactilares
del Norte y el negocio de empresa
                          y su lecho delata
plutonio plomo plásticos, el pliego
de cenizas de la vida terrestre
derrotada en el fondo

Esta era que ignora
leyes de la poesía
atrapada en la inercia del consumo consume
su vigilia. Efímera se nombra Antropoceno.
Discusión de la ciencia es si nació en la máquina
trepidante en los rieles o si era embrión antes
de la era carbonífera. Érase que se era.
                          Saturno devorando a sus hijos
en las Pinturas Negras: su alegoría goyesca.




Hugo Achugar (Uruguay)

Montevideo. En 1974 se tiene que exiliar y vive en Argentina y luego en Venezuela y los EEUU, donde se doctora en Literatura latinoamericana. Ha publicado poesía en España, Uruguay, Venezuela, EEUU y también en revistas y antologías de diversas partes de América Latina y en otros países. Sus ensayos y sus novelas han sido traducido al portugués, inglés y al sueco. Recibió un total de 12 premios de diferentes instituciones: de la Intendencia de Montevideo, del Ministerio de Educación y Cultura, de la Cámara del Libro y de la Fundación Lolita Rubial (Premio Morosoli). En 2024 le otorgaron el Gran Premio Nacional a la labor Intelectual por parte del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay. Ha publicado 15 poemarios entre 1968 y 2024; dos novelas, un libro de escrituras del yo y siete libros de ensayos.

Árboles

cómo los voy a extrañar.
No voy a sentir, eso espero,
crecer entre mis huesos, la tierra
que rodee mis restos, sus raíces
hurgando confundidas. ¿Es él
o fue el anterior o la otra que vino
después? Árboles hermosos o no
simple pasto pisoteado por teruterus
para despistar donde están sus nidos,
su futuro.
                    Ese es mi futuro: abono
para completar el ciclo y luego
luego iniciar este juego, este juego
que vale la pena jugar, aunque se pierda
o se gane o no importa nada, ningún
otro segundo más que haberlo vivido.


Sueños

son los que nos visitan amables.
Esos que se hunden en el cráneo
como un ancla lanzada por un carguero
desbordado de contenedores enormes
animales que atraviesan el horizonte
se instalan en la bahía
                                        son medusas jurásicas
son rascacielos horizontales son
lo que usted quiera
atropello invasión monumentos
caricaturas palabras quebradas
retazos olas
que se esfuman que no tienen cabida
más que en sueños de pájaros marinos
enamorados sin brújulas lobos sin estepas.


Inundada

la casa estaba inundada.
Había muebles de la abuela y de la bisabuela
platos cascados vasos curiosos sillas viejas
asientos manchados. Sí
esa era la casa de los abuelos. Recuerdo
las milanesas de los días especiales
cuando la familia celebraba ser familia
y además de las ensaladas había discusiones
no peleas
                casi que no.
                                   Era un casi niño
que escuchaba conversaciones sin sentido.

Era la familia. Eso era estar con padres madres
y abuelos. No sé si es nostalgia aunque
a veces como ramalazos de una tormenta
o de una noche de verano con luna redonda
nos juntábamos hasta que nos íbamos a dormir
y los mayores seguían habla que te habla
inundando la noche sin estrellas
como si la familia fuera una fiesta sin fin.


Casa Pueblo

Polvo en una fotografía
en una foto quiero decir
en una foto tuya. Emperador
en tu palacio. Falsa imagen
la mía. Falso el deseo.
Falsa mi vida. Sin atenuantes.
Falsas memorias todo inventado.
Nunca digas todo me susurra
alguien que no reconozco
aunque tiene mi voz y mi edad.

Soy los que soy los que intenté ser.
Tú sabes quién te habla
                                      yo no.




Mauro Simois (Uruguay)

Santa Rosa, 1999. Licenciado en Estudios Internacionales y profesor de Español como lengua extranjera. Maestrando en Educación. Estudiante de japonés. Publicó su primer poemario, Ventana de crisopas, de la mano de Deletreo Ediciones (2023). Ha publicado en el diario japonés The Asahi Shimbun. Ha participado en diversos encuentros y recitales de poesía, destacándose el spoken wordde la 45.ª Feria Internacional del Libro de Montevideo (2023) y el Día Mundial de la Poesía (2024).

A Dong Lihao en Vietnam

me dijiste
de mi amigo
me dijiste
orgullo
(me dijiste)
quizá en noviembre
quizá en diciembre
qué importa ahora
si ahora es todavía y ya
del otro lado
en la otra noche
sí / me dijiste
es en cualquier río
que los viste todos
ya fue en Malaca
o fue en tu casa
la arena sucia de Maoming
guarda(s) dentro de ti
mis labios negros
mis gritos blancos
y roí en tu sangre
veneno de paz aunada
era el maremoto de un largo oropelado silencio
semana acristalada
porque yo (estaca) te herí / me buscaste
y te dije que siempre
tres veces o un tilde
si yo no seguía
seguías
y si éramos dos
buscábamos
a/más
en letras
o en Vietnam


Akemi
Akemi son las flores
que quisimos
en otro idioma
entender /
fue las lágrimas
que ella dice
le corrieron en los dos mundos
(de sangre partida)
fue y vino
Akemi me decía
porque la flor es de la tierra
y de un lado o de otro
se es siempre la misma
pero en un lado o en otro
llorar suena distinto
y acá entendimos
(ya somos grandes)
lo que nos dijo
aunque fuera en nuestra lengua
y buscásemos otra


veinticuatro
huérfano sentido los dedos las caras
veinticuatro son muchos
o nada (habrá quien diga)
medieval
posmoderno
veinticuatro son horas
veinticuatro hay edades
veinticuatro bordea
no hay otro
no hay antes
mi pelo es mi sangre
mi vida – mi carne
barullo veinticuatros
y no los sé
(¡no la quiero! ¡que se largue!)
a veces me pierdo
no encuentro
mi cante
ni sueño
con veinte
más cuatro
veinte y cuatro
veinticuatro


aturulla una angurria
las calles hurañas
a la noche olvidan –
malviven su nombre /
arcanos de grasa
venzan espejos
sean tímidos alces /
cuántas nubes
te dibujan
ululantes
picotean
no el semen –
el arte



Martín Palacio Gamboa (Uruguay)

Uruguay, 1977. Músico, traductor, ensayista, periodista cultural, poeta y docente. Si bien nació en Montevideo, su vida transcurrrió mayormente en el interior fronterizo así como en el nordeste brasilero y en Buenos Aires. Sus discos se encuentran disponibles para su escucha y descarga gratuita en el sitio Bandcamp. Organizó la selección crítica de poesía contemporánea brasilera (edición bilingue) Bicho de siete cabezas (2014), y la de poesía contemporánea uruguaya La confabulación de las arañas (2018), ambas por la colección Uniendomundos del sello argentino Detodoslosmares. También realizó la antología crítica de la obra édita del payador anarquista Carlos Molina (El bardo del Tacuarí, 2017). Ha incursionado en el ensayo. Su obra poética (Lecciones de antropofagia, 2009; Celebriedad del fauno, 2014; Psikodalia, 2017; Los infraterrestres, 2021; y Vulgaria, 2023) se distingue por un constante experimentalismo, en diálogo con los clásicos españoles, el canto popular y las neovanguardias latinoamericanas.

María,
reyna dil ochen sírkulo
1 di mi espalda in lyaga viva,
mikrotonada indie, serado track dil Blackstar di
          David Bowie, ten piadád.

María,
sacrosánta espía rusa deste Vladivostok ke tengo por intrania,
mortisia i psikodalia dí mis pásos por la rambla Libertador
          kuando lyevo in mi aldikera la metasustansia preta
          di la ke stán fetos los ándjelos,
ten piadád.

María,
aurora bonal zizekianísima,
glamurama Vogue di espirtos desenkontrados
1 almena ande brota, karnívora, la róza di los áyres más
          eléktrika,
ten piadád.


agora entiendo ke mi korasón teknopagano ez algo más ke un sementario di otomóbiles/ agora entiendo ke el cesio arrelumbra il trastorno ke fazo traz il felejo di pero a lovo/ agora entiendo ke lo Ayierto encenya por kaptura, koneksyón i enpuxe/ agora entiendo ke presajias una i otra vez las garras dil relámpago




Ni bien dimos la espalda,
el canto de las sirenas se hizo más agudo.
Fue el regreso del insomnio, su pandemia de nieve
         en la mejilla de quien no había visto más que
         quince círculos de piedra blanca sobre piedra
         negra.
Primero fueron los sauces.
Después las galerías,
la intemperie de sus duendes más inciertos.
Algo salpica los ladrillos del murallón de enfrente. En ese
         momento nadie va a encender las lámparas, nadie
         va a poner el dial a un volumen razonable,
         ninguna cámara registrará el descenso de los claveles
         para cuando pasen los camiones.
En los bolsillos no hay nada.
Las piernas entumecidas esquivan adoquines, la tos reseca
         irrumpe entre las calles y los kioscos como pidiendo
         perdón por el aire que le sobra.




Esta luz mortecina
que asola las claraboyas
de las casas por Barrio Sur y
Palermo desdobla esa otredad de
bucle irrompible, de círculo
negado
a todo acontecer. Sólo el jadeo
de quien siente el tanque vaciándose
cuando el afuera no es más que cesio o
rubidio. No falta quien nos niegue lo de las naves
en llamas más allá de Orión,
el brillo de los rayos-C en la oscuridad cerca de
         las puertas de Tannháuser. Pero acá no hay
         círculo, aunque sí
las mismas guerras, los mismos hombres,
las mismas sectas que el viejo León Felipe hurgó
         entre la falta y el exceso.
Ven, tenemos bajo el pie todos los charcos,
todo el desastre, es decir, todos
los astros al margen de los cálculos.
Violencia no es
mentir. Violencia
es no aceptar nuestra violencia,
nuestro trago de kerosén y cardo.

Este paisaje, esta
luz, nos pertenece.




Melisa Machado (Uruguay)

Durazno, 1966. Poeta, periodista cultural, docente literatura creativa, performer, terapeuta. Premio Nacional MEC 2019, Segundo Premio MEC, 1994, entre otros premios y distinciones nacionales desde 1994 a la fecha. Beca FEFCA, Justino Zavala Muniz, 2012. Beca CUNY/MEC, New York, Universidad Estatal, 2010. Premio Fondo Editorial Amanda Berenguer, 2021. Libros: Ritual de las Primicias, 1994. El lodo de la estirpe, 2004. Rituales, 2011. El canto rojo, México, 2013; El canto blanco, Uruguay, 2022. Jurado Premio Nacional 2024. Participación en Festivales Internacionales en Uruguay, Nicaragua, México, Colombia, Reino Unido, EEUU.

1.

Porto las joyas orgánicas de la edad sin número.
Soy lengua mutante.
Tengo en mí los dos sexos:
en la izquierda el frío,
en la derecha el luminoso ardiente.
Hermafrodita,
asumo uno de ellos.
Sólo cuando estoy en celo.


II.

Fui violada,
endurecida sin piedad.
Y aquí estoy:
toda blancura hasta el final
encantadoramente presa
esperando la liberación del cuerpo.


Entonces solté mi pelo
para que volara entre las cosas y mi cuerpo.
Ahora anda por ahí como un manjar de sueño.
Él delata lo que soy, lo que he sido y quiero ser.
Anida entre árboles y flores.
Se traga todo mal.
De él brotan palabras perfectas que arden puras como el día.

A medio camino quedé, madre,
perdida en las ciudades tranquilas
amando y acertando
con la piel tostada
y los huesos aún fuertes.
Mi sueño no tenía límites
y amenazaba el calor y la lluvia:
adentro el frío y afuera el infierno.
Errante en la variedad de los días
a medio cocer como los espárragos y las alcachofas
con este dolor instalado en las lumbares
de no hacer nada más que escribir, madre,
como si se acabara el mundo.
A medio andar
en esta desolación habitada por las voces de los vecinos
que no se dejan ver.
Hurgo en la memoria de la infancia
esperando que aparezcas con tu risa,
divina y poderosa
como el fino tejido del sueño.
No hay más voracidad que la de este cielo, madre,
el clima extraño y el mar lujoso
la audacia inescrupulosa de un horizonte amplísimo
este delirio de sentirme desterrada
y esta rara manera en que me circula la sangre.
Eso y el límite del regreso.




Florencia Parentelli (Uruguay)

Poeta y narradora de Nueva Palmira, Uruguay, estudiante de la licenciatura en letras en Udelar e integrante del colectivo de poetas La mujer la palabra coordinado por Valentina Dos Santos. En 2021 publicó su primer libro El patio de mi casa y en 2022 su poemario Otoños Depurados recibió un incentivo a la edición del Instituto Nacional de Letras.

Poema 1

El muro de aquel baldío,
Tenía el mismo sabor que la comida que no me pasaba por la garganta.
En la mesa del comedor de casa
Descubrí que las paredes eran multifacéticas
A veces sabían rebotar las historias
Otras eran testigo de que las miradas y el silencio
Narraban todo mucho mejor .
El té me quemó el alma
Me dejo sin sonidos hábiles para decir
Y todo lo que me prohibieron pronunciar
De a poco lo aprendí a escribir


Poema 2

La arcada revuelve abruptamente mi estómago
nunca supo hacerlo de otra forma
todo es carne
también vos
este bondi está lleno de cuerpos
y los cuerpos están llenos de violencia
de llantos a media garganta
de almas escupidas en algún cajón
miro la herida y está podrida
¿Por qué arde?
¿Por qué estás construida sobre la sangre de mis antepasados, vos, amor?
¿Por qué arde mi suelo, mi patria y mi herida?
¿Por qué no puedo creerme que este bondi va a llevarme a casa?
Supongo que en la infancia todo es tacto
todo es tragar sin verificar demasiado
todo es aferrarse con seguridad
como quien desconoce
el peso de las cosas
el dulce mareo de las alturas
el agrio sabor de la última bofetada
esa tarde verano
que aún no era de noche
pero ya no hacía calor
¿El camión que vendía verdura seguirá dando vueltas?
¿Allá en lo de la abuela los invitados seguirán pasando por la puerta de atrás?
Miro por la ventana
Pero si esta ciudad que no es mía, se ve más difusa que en mis sueños
Sus imágenes me recorren a mi
Escupen mis huesos involuntariamente me convocan en cada tartamudeo
Esta ciudad me es constantemente inoportuna
Nada tiene que ver con mi casa
Es una especie de suicidio salpicado en avenidas
Una analogía caducada
La misma arcada violenta revolviendo mi estómago
Una y otra vez
Como si fuera la única secuencia que merezco repetir
El bondi se vació y yo jamás llegué a casa
De repente no recuerdo si algún día tuve una
Despertá
Y si simplemente nunca fuiste más
Que ese pedazo de tierra demasiado seco para incorporarse
Esa tapera entre medio de dos rutas
esa nena que se rompió las rodillas una tarde de verano
a pesar de que le advirtieron hasta el cansancio
que no se baila si hay piso de hormigón
¿Acaso no serás vos
la herida construida sobre las tumbas de tus antepasados?
¿No serás carne
también vos?
El camión de la verduras ya no da vueltas
Allá en lo de la abuela, en el pueblo, ya nadie pasa por la puerta de atrás


Poema 3

Las fachadas variaban sus colores
Pero yo sabía que las casas amarillas siempre tenían patios
Te inventé con traje, nos besamos en un banco blanco y ajeno
El velo lo tenías vos, a mí no me importaba
También te inventé una despedida
Un día y una hora para llorarte
No me importaba cuántos años tenía
Quería aprender a crecer para tocar el cielo
Para bajarte nubes rosadas.
Pero te fuiste antes y yo tan niña
Despojándome de querer
En mi defensa la escritura no habla, dibuja símbolos.
Aunque la poesía…


Poema 4

Incontrolable era la gota de sangre que caía del techo
que intentamos tapar con mugre y terciopelo
el bulto que había nacido en tu espalda
la destrucción del cuerpo con la que jugamos una y otra vez
las canciones que bailábamos descalzas
el gallinero abierto de par en par durante el otoño
el pedazo de puerta que te atravesó la mano
todo lo que le fallaba a lo que nunca había sido
que volvía como de prisa enternecido y vivo
para recordarnos que nos habíamos ido de casa
que todo lo que escribiéramos iba a tener condición de despojo
que éramos también los fantasmas que habíamos intentado dejar.




Luis Bravo (Uruguay)

Poeta y performer, ensayista e investigador, profesor universitario, doctor en Letras por la Universidad de Notre Dame (USA). Poesía: en consonancia con una poética multimedial y polifónica publicó 10 libros de poesía, 9 discos, 2 cdroms, 1 DVD, junto a músicos, bailarines, fotógrafos y videístas. Su libro más reciente es el bilingüe Voice & Shadow/ La voz y la Sombra. Traducción de las poetas Catherine Jagoe y J.L. Kercheval (New Orleans, 2020). Su más reciente CD es AlternadoSimultáneo, junto a Federico Eisner (PM, Chile, 2023). Realizó performances y recitales en Festivales y Universidades de Argentina, Chile, Perú, Colombia, Bolivia, Venezuela, Nicaragua, México, Estados Unidos, España, Alemania, Irán. Poemas suyos han sido traducidos en revistas y antologías al francés, alemán, sueco, estonio, serbio, portugués, inglés, persa. Referencia: http://cajaderesonancia.com/index.php?mod=archivo-materiales&view=detalle&id=436

la sombra

a cómo pierde el tiempo la sombra en no ser nada
Andrés Echevarría

la sombra vocablo partido de solsombra
la sombra pierde la s y es femenino de hombre que perdió la h
la sombra del chimpancé desfila en la pasarela de la progenie

la sombra se ocupa de que te olvides de ella
la sombra se sienta invisible a tu costado

la sombra movía todo salvo el mediodía pétreo
la sombra mancha limpia
la sombra cuando no la hagas ya nada harás
la sombra eco mudo

la sombra de los bosques iluminando
la sombra del aire que las nubes delatan

la sombra aletazos que circundan
la sombra es tuya aunque jamás la tengas

la sombra trazo, huella, moretón
la sombra geometría abstracta

la sombra escondrijo veraz
la sombra manto que se arroja sobre los hechos

la sombra de la estatua se mueve todo el día
¿la sombra del héroe alienta en las sombras?

la sombra crece de a poco
la sombra anda a ciegas en el reloj de sol
la sombra fundamental escritura para el hechicero

la sombra de Laika dibujando la órbita del planeta
la sombra del reloj rockeada por Haley y sus cometas

la sombra es metafísica: nunca se sabe hasta dónde puede llegar
la sombra del tiempo nadando entre infinitos haces de luz

la sombra tizón de la virtud
la sombra oscuro asunto a develar
la sombra tazón del misterio
la sombra se llama a silencio
la sombra, perra fiel
la sombra asesina te pisa los talones
la sombra viste de raso y guantes de seda

la sombra de los rezos sostiene el mundo
la sombra se abrasa a los incrédulos
la sombra combate en el campo de batalla de la fe

la sombra de la vela divide el universo en dos
la sombra convidada de piedra en cada fiesta

la sombra lanza
la sombra del cóndor en el abismo de cuarzo blanco
la sombra penetra hasta el fondo del secreto

y la sombra de las uvas bajo la dulce sombra de los besos…

la sombra de dios en la cara malograda de los santos
la sombra protege a los capataces del demonio

la sombra cosa intangible
la sombra de Virgilio diciendo que es sombra y ya no hombre

la sombra no cosa
la sombra según cómo se la use como cualquier otra cosa

la sombra usuaria impenitente de tus pasos
la sombra distraída que perdió su cuerpo

la sombra sueña que tiene vida propia
las sombras chinas le dan la razón

la sombra es seria hasta que le hacés cosquillas al dibujante
la sombra delata al que no reflejan los espejos

la sombra del poeta y su amante: eran una sola sola sombra larga
la sombra never more del cuervo sobre el busto de Palas Atenea

la sombra de los charrúas y de los iowa en el continente Salsipuedes
las sombras de la historia oficial donde los nativos no tienen voz
la sombra del arco de Tacuabé
las sombra de las plumas de Guyunusa en un anticuario de París

la sombra de la impunidad hiede a la sombra de sus pactos

la sombra es a todas luces un faro erguido en sentido inverso
la sombra de Julio Inverso, loco diamante en la oscuridad
la fina aguja de sombra de las catedrales góticas
la sombra escrita con sangre en el estreno de Batman, Denver 2012

la sombra sin doblez ni pliegues igual es barroca
la sombra piramidal con la que Sor Juana encendió El Primero Sueño
la sombra del gato negro persiguiendo a todos los inquisidores

la sombra balbuceo del borracho
la sombra y su teatro de sueños, Sir William
la sombra odalisca de sándalo en la tertulia de Julito Herrera y Reissig

la sombra húmeda de mis queridos muertos en lo blanco del hueso
la sombra aureolada del disco de la luna

la sombra ojo
la sombra persiguiendo la sombría huella del pensamiento

«Cuidado con la sombra» dice el cartel:
la sombra de la guerra donde asoma la cola del gran poder

la sombra del ala del sombrero de Carlitos Gardel
«sombras, nada más» entre tu sombra y la mía

la sombra espejo disfrazado oh, Platón, oh, Matrix
la sombra impecable cliché de la Novela Negra

la impúdica sombra del ego
la sombra, como la inocencia, está por nacer

la sombra no es un juego de palabras
la sombra apalabrada se juega entre las sombras del significado

la sombra del viento
la sombra del Timbó y sus mil orejas guardando secretos

la sombra de la montaña que iluminó el Yin Yan de los poetas chinos
esta sombra derramada tinta de su propia voz.


La Voz & la Sombra (díptico)[1]

la voz

l avoz lav oz lavo z la voz…
en el principio no fue la palabra
                                           sino la voz

la voz telilla sonora de lapa labra vocablos y respira
la voz de papá que resonó en el corazón de mamá
lav lav lav lav lav lav la voz de mi más remoto origen

lo voz vocol oborto oblogo o lo boco o obrorso on rodondo

la voz por la boca muere, como el pez
la voz nace en la boca como el poema: Tzara Tzara Tzara dixit

la voz sss o nnn idos son nidos sonnn
la voz errante fonema aéreo
la voz aire pasando entre las cuerdas vocales la i la e la uu del viento

la voz gramatical define si como sujeto sos agente o paciente
la voz ¿monosílabo masculino con artículo femenino?

la voz piensa que dice lo que pienso mientras habla ¿no sabe
la voz que ella nada sabe y aún así fala y canta como si supiese?

la voz sin palabra si se la arroja sin arte ante la audiencia
la voz cuerpo, no la tatuaje, la encarnada digo



«AU CLAIR DE LA LUNE, MON AMI PIERROT…»
la voz se imprimió por primera vez a punzón sobre papel ennegrecido
con humo de lámpara una voz cantaba:
au clair de la lune, mon ami Pierrot (prê-te moi ta plume, pour l’amour de Dieu)
en el fonoautógrafo de Édouard-Léon Scott de Martinville en 1860;
y no era la voz de Tomás Alva Edison 16 fonógrafos después, entonando:
Mary had a little lamb little lamb little lamb
Mary had a little lamb a very little little lamb

«la voz del poema es escritura que encuentra su tono y nos habla», dice Lacan
y aúlla su jauría, esta voz incluida que pregunta:
¿la voz «nadie» de la escritura, se escribe sola?
la voz oída mientras leo la voz de lo escrito ¿de quién es esa voz?
la voz muda de lo inscripto ¿ya no muda?
ta mudan do do, tamu dan do do

la voz mimética de la torcaza en la enramada que cada 7 segundos interviene
(imítese aquí el sonido de la misma)
si carece de poiesis tiene un gran sentido del ritmo

y la voz del avemaría sobrevolando el agua bendita del río de las garzas.

La voz de la Ley pero si hay Justicia
la voz sí pero no sin voto
la voz «que el alma pronuncia y que heroicos sabremos cumplir…»

la voz de mando que manda a desaparecer la voz de los disidentes
demando a esa voz y a su ciega obediencia
en cualquier punto de la historia de la humanidad

…oooz la voz de la multitud…
tiemblan estadios, tiranos, víctimas a granel

la voz del odio, lengua bisturí.

La voz de la musa al oído del corazón
la voz del alma del enamorado que habita en otro cuerpo
la voz a media voz de los amantes

la voz de la naturaleza habla ¿pero quién carajo la escucha?
la voz tempo de la conversación que teníamos
interferida por 5 mil millones de teléfonos celulares sonando al unísono
gracias a la teleringtone organizada por MMITSS
(Mac Moves Into The Sidereal Satellite)

la voz de la conciencia
voz evidente
la voz vidente de los oráculos: única máquina del tiempo
la voz rayo que no cesa, cuerpo eléctrico de los poetas adictos a la poesía

la voz hermética: entrar uno en la voz
la voz pez y punto a tramo de aire
algo pasa por la voz / esto pasa por la voz:
la voz dicha, la dicha de la voz

la voz «poesía» con o sin tinta es voz distinta
la voz beauty is truth, truth beauty de cuando Keats expulsó a Platón
del ring de la Poesía
la «voz», del Latín vox, vocis : caja de resonancia la Pandora
y la voz furiosa de Plutonio cuyos escupitajos
queman durante años los huesos de la gente…

la voz «miedo» no dice las cosas por su nombre
la voz de cosas inanimadas
la voz soplando desde la ladera de la laringe
la voz herida del viento o hiriendo en él

la voz om, expansión polifónica del universo, mandala voz: om

la voz que guía a los sonámbulos por las cornisas del sueño
la voz partitura oculta del inconsciente
la voz cable a tierra del que está en coma, hablale
decile cuánto lo querés
la voz de la razón, tan perfecta ella hasta cuando tose!
la voz incesante vigilia de los locos
lvznsanteviliaelslocs

La voz, el diario de su barrio no deje de comprarlo salió La voz
la voz chamuyo chamánico churrinche telúrico
la voz Gardel y Caetano, Lennon y Jagger, Billie Holiday
y Nina Simone and a stairway to heaven’s smoke, baby, baby, baby

la voz que entiende mi perro y atiende mi gato cuando les hablo
la voz de los que no tienen voz (demagógica voz de algunos poetas)
la voz si la tenés tenés un din don dan

la voz parca
la voz de la sombra
la voz presencia
la voz de los amigos
la voz de mis queridos muertos que escucho clarito al oído

la Voz mayúscula de dios hablante por la voz de niña o niño
las voces hijas amadas desde el primer instante y para siempre:
Lula, Joaco, Alekos, Ioio, Nío.

la voz propia que finge ser = a sí misma
la voz «yo» hablante de mi otro
¿vos quién zos? ¿todas las voces eres tú?

la voz del silencio que con los años elige qué callar
y la voz del destino ¡que por fin llega a su destinatario!

Sobre voces no hay nada escrito,
sería como escribir en el agua pero en el aire:

la voz es una flecha, la sombra es el arco.

[1] Del libro La voz y la sombra / Voice & Shadow and other new poems. Español-Inglés. Compilado y traducido al inglés por las poetas Catherine Jagoe y Jesse Lee Kercheval. Editorial Diálogos/ Lavender Ink (New Orleans, 2020).




Gustavo Wojciechowski (Uruguay)

Montevideo, 1956. Diseñador gráfico, ilustrador, artista visual. Poeta y editor. Ha publicado una veintena de libros de poesía, una novela, poesía visual y tipográfica, así como algunos CDs con sus textos en colaboración con músicos y artistas multimediales. Funda e integra el grupo de trabajo y sello editorial Ediciones de UNO (el cual integra desde 1982 hasta 1987). En 2004 funda su propio sello editorial: YAUGURÚ. Ha realizado varias exposiciones de poesía visual y tipográfica, tanto en el Uruguay como en el extranjero. Ha participado en festivales de poesía en Uruguay, Argentina, México, Puerto Rico, El Salvador, Guatemala y Chile.

Sonámbulo

había sapos y era de noche
mi padre embromaba con que era sonámbulo
y a mí me daban un poco de miedo los sapos
y eso de caminar dormido
hasta la propia palabra
era San José de Carrasco
y no recuerdo otra cosa que eso
y la sangre burbujeando en la sopa de remolachas
y tal vez cierta tristeza
ante la posibilidad de defraudar a mi padre.


siempre seré un terraja / un pendejo
terraja / y esto no amerita poema alguno /
lo digo para no olvidarme / para que mi yo
más pendejo no lo olvide / ni haga de cuenta
el muy farsante / aunque no habrá como evitar
una hilacha sobresaliendo mismo
la mala calidad de segunda mano / desde chiquito
tengo un agujero en la media por donde se me escapa
la dicha / un buen verso si lo hubiera / la maravilla
puede pasar por entre mis bigotes pero yo
estornudo / no hay como desatar tal confusión / ni sé
si debo tratarte de usted / ¡cuándo te vas a avivar! / ese ignorante
soberbio / ese soberbio ignorante / pobre diablo
/ pendejo / con este yo puedo hacer una manifestación
multitudinaria / y hasta ponerme contento de creérmela /
qué pedazo de pendejo / cualquiera de todos mis terrajas /
mi yo


A veces

nunca envolví un muerto en la alfombra
ni tuve que volver al escenario del crimen
nunca una bella amante se puso mi camisa a la mañana
ni tuve que esconderme en el ropero
sin más
así pasó la vida


           / PATRIA

mis abuelos eran del sur de polonia
o del norte de ucrania / la móvil frontera
de la hambruna: otra guerra o la misma
miseria

el hambre –se sabe– carece de patria




Myriam Bianchi (Uruguay)

Montevideo. Poeta, Narradora, Gestora Cultural Investigadora en: Biblioteca Nacional del Uruguay, Biblioteca Nacional Central de Roma, Casa Museo Federico García Lorca-Granada, Centro Artístico Literario y Científico de Granada, Museo de Historia de L’Hospitalet de Llobregat- Barcelona. Libros publicados: Donde habitan los silencios, Editorial Yaugurú; Poesía Nómade, Editorial Gente Nueva, Bogotá; Sortilegios del Tiempo, Editorial Artepoética, New York; Arabescos Marinos, Narrativa; Trazos Místicos, Poesía, Editorial-Botella al Mar; Males Celestiales, Poesía, Editorial Rumbo. Su obra ha sido traducida al francés, inglés, árabe, kurdo, turco e italiano. Ha obtenido varios premios y reconocimientos.

Acordarse de no olvidar

En el interior del juego
     cornisa del estante
donde los gatos entre piruetas
         robaban tu sonrisa,
trapecista de fuego
     oasis en tiempos oscuros,
el presagio de lo incierto
cultivó el fermento de la siembra,
en aquella instantánea con «El Darno»
después de años de silencio,
espacio de parque con piso de pinocha
donde conviven y convergen
bajo un mismo cielo
         artesanos de la palabra
la matriz siguiendo las fibras
         del árbol del grabado
tras la apertura en el aire
         el «Aleluya» de Haendel
        el libre derecho a pensar
destreza de una orquesta sin batuta
partituras que emprenden
          el vuelo de las hojas
que ruedan en diciembre sin vergüenza
          y jazmines huérfanos
                      de rizos y de feria.


Los labios de la Tierra

A Diego Rivera

Cuando me abrace el fuego
y el cielo se curve sobre ti
nos golpeará la memoria
          en la piel dormida
madera de ciprés
          del Monte Ararat
donde encalló el Arca de Noé
    inserta en la grieta
los labios tibios de la tierra
          se enfurezcan
y el tequila queme tu garganta
enrojecida por mi ausencia
como el magma encendido
       que calmó la furia
      de un volcán dormido.
Intentando olvidar lo que no fue
se vengará el tiempo
          impiadoso
                   cobarde
al intentar infructuoso
             sobrevolar
                   la insolación de la amnesia.


Alquimia

A mi padre

Sabes que estuvimos dialogando
         susurros a la luna
    en la madrugada
—alquimista sublime de la palabra—
tú que me permites transitar
tranquila, momentos vulnerables
un alquimista cree desde el interior de su ser
que se puede obtener un resultado distinto
y el poder de transmitir tu convicción
de sentarte frente al mar
            en silencio,
respirar profundo y meditar
la manera transmitir un mensaje
            desde el amor
no debemos darnos por vencidos
                   antes de tiempo…

Solo un Alquimista como vos
           se despide el día
                      que llegó a la tierra.


Donde habitan los silencios

Te regalo mi ausencia
donde habitan los silencios
   absorbiendo
      las pétalos de sal
   de nuestras lágrimas,
como sonámbulos a tientas
juegan los ciegos con fuego
      durante la madrugada
en la puerta de entrada
al infierno que habitan
aquellos que no se tocaron,
      en la memoria
unas manos que recuerdan
     el breve abrigo
otras manos entrelazadas
una mirada escapando
            tras la ventana
la otra zigzagueando
los labios olvidados en las tazas.
         No temía entonces,
hoy si temo el breve recuerdo
           tu luminosa oscuridad.




Jorge Palma (Uruguay)

Montevideo, 1961. Poeta, narrador, periodista y divulgador. Ha publicado once libros de poesía. Entre el viento y la sombra, 1989. El Olvido, 1990. La Vía láctea, 2006. Diarios del cielo, 2006. Lugar de las utopías, 2007. La voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas, 2018. El testamento de las mariposas, 2020. Entonces noviembre, 2022. Papeles invisibles a la luz de la luna, 2022. Sólo vine a mostrarte cómo late el corazón de un pájaro, 2023. En el nombre del Padre, 2023. Su poesía ha sido publicada en varias revistas. Actualmente es coordinador para Uruguay de la revista Caravansary (Colombia). Su poesía está traducida al inglés, francés, italiano, árabe, rumano, macedonio, húngaro, griego y alemán. Ha participado en diversos festivales internacionales de poesía. Ha obtenido el Accésit Premio Pilar Fernández Labrador, 2022, Salamanca, España; y el III Premio Rey David de poesía Bíblica Iberoamericana, 2023, Salamanca, España.

Fueron leyenda

La casa está muerta
los niños están muertos
los albañiles y los maestros
están muertos
y ha pasado el tiempo
y las vigas han perdido incluso
su alma.
Todas las casas de la ciudad
desaparecerán.
Todas las ventanas del mundo
fueron usadas.
Todos los pañuelos
y la tierra que los vio crecer
y multiplicarse
los esperó, con la misma paciencia
y serenidad
que el cielo
que los vio pasar
portando armas
banderas
y sus muertos más queridos.
Fueron leyenda.


Por dejarlo en nuestras manos

Por dejarlo en nuestras manos
hemos fracasado.
Hemos talado los bosques
para hacer arcos y ballestas
y flechas para atravesar
a otros hombres de lado a lado.
Y clavarlos en otro árbol
que creció sin que lo tutelaran,
hacia arriba, siempre, mirando al cielo.

Y el muchacho que talló
en la corteza del álamo
el nombre de su amor eterno,
limpió en la tierra la savia
que manchó por un instante su cuchillo.

El amor no fue eterno.
El árbol fue talado.
Y el muchacho se convirtió en leñador.


Un día lloré sobre el arca*

Un día lloraré sobre el arca
con el corazón hundido
a golpes por tu mundo y el mío.

Este corazón hace agua.
¿Y tus huesos, entonces, cómo van?

¿Has podido sostener tu casa con ellos?

¿Has podido proteger a tus afectos con ellos?

¿Has podido salir de aquí remando
con tus huesos?

Porque tampoco yo he podido
con el corazón en la mano,
abrir las puertas del mundo
en nombre del amor.

*El arca de la alianza (A.T)


Mensaje

Un pájaro clavado
con un puñal
en mi puerta
dice a las claras
quiénes son los dueños del cielo.




Andrés Echevarría (Uruguay)

(Melo, Cerro Largo, 1964). Poeta, académico correspondiente de la Academia Nacional de Letras de Uruguay. Entre otras distinciones, obtuvo el Premio Onetti (Municipal), el Segundo premio del Ministerio de Educación y Cultura (Premio Nacional), así como las declaraciones de Hijo adoptivo y Huésped ilustre de Santiago de Chuco (Perú). Sus poemas y ensayos figuran en diversas antologías y revistas literarias de su país y del extranjero. Realizó la curaduría para la exposición Juana, escándalo en la luz, del CCE en el 2009; presidió el comité organizador del Congreso Internacional Vallejo Siempre 2016 en Montevideo e inauguró el congreso Un mundo ancho pero ajeno: cincuenta años de la desaparición de Ciro Alegría, realizado en Lima en el 2017; ha participado como invitado en numerosos festivales y congresos internacionales. Ha sido jurado del Premio Nacional en varias oportunidades. Algunos de sus libros publicados: Lamer la luz de un jardín (2022), El animal inútil (2020), Hotel de solitarios vodeviles (2017), Teatro y poesía (2016), Anatomía de lo aparente (2015), La sombra quieta de la letra F (2012), Origami (2012), La plaza del Ángelus (2011), La sombra de las horas (2009) y Señales elementales (2006).

IX

una flor blanca despierta
en una noche de junio
solitaria en plenilunio
busca mi mano y la encuentra

acaricio el breve espacio
que me permite el instante
palpo algún vuelo distante
y se me escurre despacio

como imposibles sus pétalos
queman las alas en luna
sin la advertencia de Dédalo

soy quien se muere por una
causa triste y delirante
de una flor inoportuna


XXXIII

hoy miré tu foto
pero las fotos son siempre del pasado
un intento de pupilas derrotadas
miré como reías y ocultabas
todo el mar en una hebra de tu pelo
y un adiós en el borde de tu boca
tan perdida para siempre es la proclama
tan de nada es para siempre la respuesta
y no quiero nombrarte en el presente
vas a ser la foto y el cielo de un otoño
diciéndome que todo fue posible
que el juego de placeres que inventamos
se ciegue entre los lunes y los martes
no tengo explicación
hay cosas que lo entienden los silencios
palpando cada límite de algo
que hiere sin remedio esta mañana
mientras un ángel sin palabras
se disuelve despacio en los rincones


LI

un ángel con alas de lluvia visitó mi hotel por la noche y el mundo estuvo vestido de instantes //
me obsequió los gemidos del aire guiándome al mapa de su cuerpo
// un ángel con alas marinas
me ofreció una página en blanco donde quise escribir su nombre

pero no quedó el testimonio de las paredes
apenas el roce suave de sus alas

un ángel sostuvo mi tiempo / se hamacó sobre mí como un barco
como el barco de mi infancia maravillada
como el delirio de siempre
como todos los momentos en los cuales sentimos
el peso del silencio en el vértigo perfecto

un ángel visitó mi hotel y desnudó su geografía
de edad femenina y perpetua
donde no pudimos decirnos
apenas sentir nuestros bordes

un ángel sabe que si mira hacia atrás verá mi espera
pero no volverá a visitarme


LXVII

no sabía que en esta ciudad estaba escrito tu nombre
hasta que lo leí a unos metros de mi espalda
abajo y arriba de una cartelería desierta con anuncios viejos
en la huella del barro que nunca será moldeado
el cieno de aquel baldío en donde descansa una hamaca
que nunca más será empujada que no tiene pasajero
leí tu nombre en una calle sin nombre en las cruces
que forman las esquinas de todos los diciembres
perpetuando los ahuecados eneros de los calendarios
leí la filigrana de tus letras como quien lee el martilleo
de un reloj inexistente en el minutero que no conocía
y sin embargo dibujaba algunas tardes sin mí
leí tu nombre de rosa y espina de espuma sin olas
y me puse a beberlo como quien bebe el secreto
de todos los años juntos de cada día de tu frente
leí tu espina en el filo de todas las sentencias
y tu rosa colgada en el aire de un verano abandonado
en la huida de todas las pausas que esperan en el zaguán
leyendo este poema ciego sordo y en su derrota mudo


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